El presidente Petro y su ministro de Defensa, Iván Velázquez, se han dedicado desde el comienzo del gobierno a golpear a las Fuerzas Militares y sobre todo a su principal fuerza, es decir el Ejército; descabezaron a los generales más antiguos, más experimentados, de más éxitos operacionales y más curtidos en inteligencia.
Los equipos técnicos israelíes de inteligencia perdieron su capacidad puesto que, al romper relaciones con el Estado de Israel, ni siquiera pudieron tener la disposición de repuestos. La fusilería Galil, también del mismo origen, quedó a la deriva y no hay manera de suplir sino con el cambio por otros fusiles y hasta ahora no ha habido ninguna determinación al respecto.
Lo mismo con los aviones Kfir de la Fuerza Aérea que ya por su desgaste no pueden volar sino corriendo demasiados riesgos; han entretenido a los mandos argumentando de que están en conversaciones con varios países con miras a renovar esos aviones de combate.
Los helicópteros rusos del Ejército no tienen mantenimiento, ni repuestos y por ello ha habido varios accidentes. Están exponiendo la vida de las tripulaciones; pero, lo más grave es que las fuerzas de tarea, las brigadas móviles, cuyos éxitos han sido internacionalmente destacados, las redujeron a su mínima expresión. Ellos operaban conjuntamente: las fuerzas del Ejército, Armada y Fuerza Aérea y hubo múltiples operaciones magistrales y gracias a ellas cayeron los principales cabecillas del secretariado de las Farc.
El exministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el excomandante de las Fuerzas Militares, General Alberto Mejía y el excomandante del Ejército general, Eduardo Zapateiro, se han pronunciado en contra de esta medida, ya que en su concepto afecta a las fuerzas militares y favorece a las organizaciones criminales y terroristas.
Simultáneamente el gobierno con la propuesta de paz se está entregando a los grupos guerrilleros y aprovechándose de esa situación, ellos se están apoderando de vastas regiones en el territorio nacional; el señor Petro se siente mejor acompañado por la guerrilla que por los soldados de la Patria.
Afortunadamente para el país el desprestigio del jefe del Estado es descomunal. Nunca en la historia republicana había habido un presidente tan extremadamente rechazado por su pueblo, dada su pésima gestión; por ello su candidatura reeleccionista es historia antigua, no tiene futuro ni realismo político.
Su porvenir político se percibe en cabeza de dos de sus ministros, el de relaciones, Luis Gilberto Murillo, y el del Interior, Juan Fernando Cristo. Además, los dos son santistas y tendrían el apoyo de Santos. Otro potencial candidato puede ser Roy Barrera y de los del Pacto Histórico, ninguno se vislumbra con posibilidades electorales.
Un factor en contra de las aspiraciones de Petro es que existe a estas alturas un consenso unánime entre la oposición, el empresariado y la sociedad decente de escoger un solo candidato, sujeto a prevotaciones o preselecciones las cuales determinarían cuál es el de más opción y por ende el de más respaldo político.
Los expresidentes Gaviria, Uribe, Pastrana y Duque y el exvicepresidente Vargas Lleras, están convencidos de que se debe escoger un solo candidato con vistas a enfrentar a aquél que lance Petro. Solamente los dos expresidentes leninistas Santos y Samper, se irían con la candidatura petrista.
Otra hipótesis no descartable, porque con Petro nada es seguro y él cambia como el clima, sería que él se aferre al poder y prefiere continuar su dictadura y en consecuencia no haya elecciones en el 2026; seguramente se argumentaría una circunstancia de gravedad del orden público, que no permite la realización de los comicios presidenciales.
Ante esta última eventualidad, a los colombianos nos tocaría volcarnos a las calles a defender nuestra democracia, a las Fuerzas Militares les corresponde actuar de conformidad con la normatividad constitucional y a nuestra Corte Constitucional, tomar cartas en el asunto con el propósito de no permitir que se violen los cánones de la Carta Magna.
Tenemos confianza en que se escogerá el candidato que nos haga renacer la esperanza, que nos haga volver al sistema democrático y nos saque desde luego con muchas dificultades de esa situación catastrófica en que va a quedar el país después de estos funestos 4 años de desgobierno.
Nos retrasamos 30 años, por tanto, recuperarnos especialmente en el campo económico, requiere por lo menos de otros 20 años; es decir, 5 gobiernos eficientes, con el fin de que podamos respirar tranquilidad, optimismo y fe en nuestras instituciones y en nuestro estado de derecho.
Acabar o destruir, o sea lo que ha hecho el gobierno petrista es muy fácil, pero reconstruir es de las labores más complejas.
Tengamos paciencia y absoluta convicción de que saldremos adelante, porque Colombia y su pueblo se merecen lo mejor.