La disputa interna en el oficialismo de Bolivia ha vuelto a un punto de partida tras los recientes bloqueos de carreteras cumplidos por los sectores leales al expresidente Evo Morales, 2006-2019, en los que los mayores perdedores fueron la población y la economía que ya venían golpeadas por la falta de dólares y combustibles.
Los seguidores del también presidente del gubernamental Movimiento al Socialismo, Mas, habían advertido con bloquear caminos después de la caminata que hicieron en septiembre desde el Altiplano hasta La Paz para exigir que se respete la anunciada candidatura de Morales en las elecciones generales de 2025.
La amenaza finalmente se materializó el 14 de octubre, tras conocerse que el exgobernante podría ser aprehendido dentro de una investigación por trata de personas y estupro, que Morales y sus seguidores considera que es una persecución política para evitar su candidatura.
Los movilizados sumaron luego otras demandas, como la habilitación de la candidatura del político, soluciones a problemas económicos, la renuncia de Arce y el adelantamiento de las elecciones.
Después de 24 días y dos llamados de Morales a pausar la protesta, además de sendas intervenciones policiales para despejar las rutas, los bloqueos cesaron y el expresidente terminó su huelga de hambre tras seis días. Además, sus seguidores anunciaron el inicio de un diálogo con el Gobierno de Luis Arce, del que el exmandatario está distanciado desde 2021 por diferencias ideológicas.
El Gobierno calculó que las pérdidas económicas por los bloqueos superan los 2.109 millones de dólares, pero además, fueron evidentes impactos como el agravamiento de la falta de combustibles, reflejado en las infinitas filas de vehículos en las estaciones de servicio. O el lujo que supuso para el ciudadano común encontrar en los mercados alimentos como el pollo o el arroz.
El Ejecutivo achacó al "bloqueo inhumano" el que la inflación llegase en octubre a 1,64 % y la acumulada en diez meses a 7,26 %, por encima del 3,60 % proyectado para este año; sin duda, el impacto de los bloqueos fue muy severo para los sectores productivo, comercial, de servicios y para el mismo Estado y el estimado en el sector privado es que el impacto ha superado los 1.500 millones de dólares.
Hay otro daño que podría ser mayor, que es el deterioro de la imagen país que hace que no lleguen capitales ni haya nuevas posibilidades de negocios, pero además fomenta la salida de capitales nacionales hacia terceros países buscando mejores condiciones. La recuperación para los actores económicos, que ya venían golpeados por los efectos de la pandemia de la Covid-19 y la falta de dólares, será difícil, porque se considera que, entretanto, quienes sufrirán serán los trabajadores que perderán sus fuentes de empleo y los consumidores por la escalada de precios.
Vale la pena destacar que los grandes perdedores en este conflicto fueron el Estado, los empresarios, pequeños productores y la ciudadanía que está más pobre que antes por el encarecimiento de productos y por haber recibido un golpe tan contundente como el de la pandemia, pero esta vez por pugnas políticas.
El Mas ha quedado igual que al principio del conflicto, es decir, con una profunda división, ya que Morales no tuvo la suficiente fuerza" para lograr el acortamiento de mandato de Arce y el mandatario tampoco tiene la fuerza política e institucional para aprehender al exgobernante.
Esto es una especie de empate catastrófico porque ninguno puede derrotar al otro y esto quedó patente en la ratificación del control del ala afín a Morales en el Senado y de la facción cercana a Arce en la Cámara baja; lo único positivo del conflicto es que la democracia está sobreviviendo a sus detractores.
En un eventual costo político recién se verá en 2025, durante la campaña electoral, y el ejemplo es la reciente victoria electoral del estadounidense Donald Trump pese a haber tenido un enorme desprestigio y a enfrentar procesos judiciales.
Cuidado que eso ocurra en Bolivia, que se crea que Evo Morales está desprestigiado y si es candidato y va a una elección, arrase en las elecciones.