En este discurso con motivo del Día del Trabajo, el presidente Petro, se destapó y se conoció sin tapujos lo que piensa respecto de su futuro inmediato; mostró su condición dictatorial haciendo ver que no respeta, ni respetará nuestra Carta Magna.
Primero, en cuanto a la normatividad del artículo 109 que hace referencia a la violación de los topes electorales, cuya aplicación le concierne dado que su campaña presidencial se sobrepasó en más de 3000 millones, lo tiene sin cuidado. Por tanto, la decisión que se tome al respecto, muy clara, pues se vería obligado a dejar su cargo, no la tendría en cuenta y su pueblo según él no lo permitiría. Pero ese pueblo es aquél que salió a acompañarlo en las manifestaciones del primero de mayo; de ahí que la otra Colombia que espontáneamente marchó el 21 de abril la desprecia, minimiza y agrede.
Lo primero que puso de presente en esa alocución es de extrema gravedad, pues se trata del rompimiento de nuestras relaciones con Israel, país que durante 70 años ha tenido con Colombia una estrecha y armónica amistad; con el cual mantenemos unos vínculos comerciales de envergadura, sobre todo en el ámbito castrense.
La fusilería en esencia de nuestras Fuerzas Militares es de procedencia israelí, dependemos de ellos porqué las reposiciones y repuestos de esa arma larga son suministrados por su industria militar, es un golpe más a las fuerzas de tierra, mar y aire.
Como su guía es Chávez, hará lo mismo en esa materia y será otro gran negociado como lo fue para el chavismo. En Venezuela todos los fusiles para su infantería se traen de Rusia. A partir de ese convenio con los rusos, Putin puso su pie derecho en territorio venezolano y luego llegaron los chinos y con préstamos y armas se introdujeron en esa nación hermana.
Los fusiles Galil fabricados en Israel pasarán como recuerdo histórico. Será con Putin el negocio de negocios, de grueso calibre en el cual, por razón de la cuantía de dinero y cantidad de elementos importados, se dará gusto el presidente con su corte deshonesta y sin escrúpulos para hacer de las suyas en todo sentido.
Ese es el objetivo de Petro. No es tanto su antisemitismo sino aprovechar la coyuntura para así empezar la sujeción a los rusos que se constituirán en nuestros proveedores de armamento para nuestro ejército y las demás fuerzas militares.
Se afectará nuestra seguridad puesto que la mayoría de nuestros elementos de inteligencia son provenientes de Israel. Los aviones K- fir de la FAC también reciben repuestos israelíes; de otro lado exportamos 60.000 millones de dólares cifra relevante.
Nuestras relaciones exteriores siempre se han manejado con altura y seriedad y en el caso de ruptura de relaciones se ha consultado a la comisión asesora de relaciones internacionales, que en este gobierno ni siquiera se sabe de su existencia.
Es un manejo irresponsable, pero desde luego a él tan solo le importa cumplir con sus metas marxistas. Actúa como un militante de Hamás, es decir como guerrillero y no como jefe de Estado dado que este último ejercicio no lo conoce sino para hacer daño.
En sus palabras se refirió los expresidente Uribe y Turbay para agraviarlos y calumniarlos, sin pruebas y sin fundamento. A todos los expresidentes los ha infamado. Todo lo que afirma carece de veracidad, digno del estilo leninista. Lo bueno para Colombia y lo malo para el presidente Petro es que ya nadie le cree.
Ni siquiera los grupos subversivos que en su cara le han dicho que les incumplió. Les ofreció todo a cambio de su apoyo en su elección y ahora los trata de mafiosos; es preciso y conveniente recordar que como candidato se reunió con los empresarios judíos, con el fin de que supieran de que en su gobierno apoyaría sus proyectos.
Hoy se declara antisemita y finiquita nuestra relación con su pueblo. Traiciona hasta su familia y dada su egolatría y narcicismo no le importa sino su persona. Qué acuerdo se puede hacer con él si todos los días como el clima, cambia su posición frente a todas las situaciones.
Amenazó con violencia, contra viento y marea si no se le aprueban sus reformas y si no se acepta su asamblea constituyente como él desea. Simple y llanamente se reveló tal como es; o sea como un jefe de Estado totalitario.
Frente a esta caótica crisis, la mayoría democrática debe manifestarse en las calles, pidiéndole al Congreso, a las Cortes y a los entes de control de que hoy más que nunca cumplan con su razón de ser, con miras a salvar a Colombia.