Mientras el presidente Gustavo Petro muestra todo su interés y preocupación para presionar a la Corte Internacional de Justicia, CIJ, de la ONU, por la imperiosa necesidad de garantizar la existencia misma del pueblo palestino y el riesgo real e inminente de perjuicio irreparable a los derechos de los ciudadanos de Palestina como consecuencia de la ocupación israelí en curso, en Segovia, Antioquia, Colombia, los habitantes no pueden salir de sus casas, por que se encuentran rodeados por el Clan del Golfo.
Cerca de 2.500 personas están confinadas por los enfrentamientos entre grupos armados que han tenido lugar durante las primeras semanas de 2024 en Segovia, hecho que ha cobrado la vida de soldados de nuestro Ejército Nacional y ahora el pie de un humilde campesino que tuvo la osadía de salir de su casa a buscar el sustento familiar.
Desde el 22 de enero, 754 familias, unas 2.462 personas, se encuentran confinadas en varias zonas rurales de Segovia, en Antioquia, por los enfrentamientos en esta zona donde hay presencia del Clan del Golfo, el principal grupo criminal del país, y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional, Eln, entre otros. Lamentable que se ponga tanta atención a los temas internacionales, mientras en Colombia la situación de inseguridad y violencia arrecia, ahora aún más cuando el Eln anunció la congelación de los diálogos de paz.
La realidad colombiana es otra y Segovia es el fiel reflejo de lo que está sucediendo en el país. En esta pequeña y rica población que vive de la exploración y explotación del material aurífero, produciendo el 39,4% del total de la región en oro y el 6,66% de la producción nacional, las familias confinadas están viviendo un ciclo de zozobra y temor permanente, sin poder moverse libremente y sin acceder a servicios o bienes básicos como alimentación, educación o salud.
Estas comunidades, entre las que está incluido un resguardo indígena, cuentan con restricciones al acceso de alimentos, combustible y gas natural, y sus habitantes tienen limitaciones para ejercer las actividades que les dan sustento económico, como la minería y la explotación de madera; además, también se han visto expuestos a amenazas, desapariciones, retenciones ilegales y otras violaciones de derechos humanos.
La situación en este municipio, azotado por el conflicto por su riqueza minera y por ser un corredor tanto hacia el Pacífico como al Caribe colombiano, no es un hecho aislado, ya que el confinamiento forzado registró un récord histórico en 2023 y no hay indicios de disminución en 2024.
Segovia, solo en 2023 vivió 7 eventos masivos, 6 desplazamientos y 1 confinamiento, siendo la zona más afectada del departamento de Antioquia, situación que se agrava más porque Colombia permanece en el top 5 de los países con mayor número de desplazados en el mundo, con un total de 4,8 millones de personas.
Desde hace más de un mes, Segovia se encuentra envuelta en un tormento violento que ha llevado, a que este pueblo tranquilo y amable, fuese resorte de las noticias nacionales e internacionales. En forma lamentable un soldado murió al accionarse una mina antipersona durante los operativos contra el Clan del Golfo; igualmente hace tres días murieron otros cuatro militares y siete resultaron heridos.
Los medios de comunicación han informado de la realidad de Segovia; en desarrollo de operaciones militares se han encontrado áreas preparadas a través de artefactos explosivos sembrados de manera indiscriminada no solamente para causar daño a la fuerza armada sino a la población civil, tal cual está sucediendo.
La preocupación sobre la estabilidad de esta región y la peligrosa situación de inseguridad, se expresa también por los continuos enfrentamientos entre grupos armados al margen de la ley que también hacen presencia en las veredas de Rancho Quemado, El Aguacate y Las Manuelas, y en el resguardo indígena Tagual", que piden la presencia del Estado, con todas sus soluciones integrales para los habitantes de esta sufrida población.
En Segovia no manda el Estado colombiano; al contrario, está ausente y la presencia y la autoridad la hacen los guerrilleros, que están presionando, atacando y hostigando a la población civil del nordeste antioqueño provocando un deterioro de la vida digna en dicho territorio.