El futuro de la relación entre Bolivia y Argentina es incierto con la llegada a la Presidencia del ultraderechista Javier Milei, entre el declive de la venta del gas boliviano y la proyección del país por ser miembro pleno del Mercosur.
El presidente boliviano, el izquierdista Luis Arce, dejó en claro que buscará que las relaciones entre ambos países se mantengan firmes como hasta ahora, con base en la hermandad, complementariedad y respeto mutuo.
Los Gobiernos del oficialista Movimiento al Socialismo, MAS, de Evo Morales (2006-2019) y Arce han sido aliados de las administraciones de Néstor Kirchner (2003-2007), Cristina Fernández (2007-2015) y Alberto Fernández (2019-2023), con las que compartió los principios de izquierda.
No se sabe cuál va ser el camino que siga Milei en sus políticas económicas -con Bolivia- pero se debe estar ante un Milei que sigue radical como en su último discurso o se va tener un Milei deslactosado y moderado.
Se anticipa una relación pragmática de Argentina bajo el mandato de Milei con los socios comerciales grandes como China o Brasil, pero con una visión ideológica de izquierda, con los que no hay muchos intereses en juego.
A esto deben sumarse los "contrapesos" internos que debe afrontar el presidente electo de Argentina en el Parlamento, sus regiones y los sectores sociales afines al kirchnerismo.
Desde hace un par de décadas las relaciones entre Bolivia y Argentina han estado gasificadas, por la venta del energético boliviano al país vecino. La cantidad de productos bolivianos que ingresan a Argentina no llega a 100 y que el 75 % corresponde a la venta de gas natural, en comparación a los más de 2.000 que Bolivia adquiere de su vecino del sur.
El comercio global bilateral fue de 3.000 millones de dólares en 2022, de los que 1.744 millones fueron ventas de Bolivia, incluyendo gas natural por 1.330 millones y 1.400 millones importaciones desde Argentina.
La relación comercial podría modificarse desde mediados del próximo año, puesto que el Gobierno de Alberto Fernández adelantó la firma de una adenda al contrato de compra de gas boliviano para que finalice a mitad de 2024. La relación comercial entre ambos países sin la variable del gas podría implicar un déficit comercial significativo para Bolivia.
En el caso de que Milei consiga la estabilización y la dolarización de la economía argentina, el déficit comercial de Bolivia respecto a su vecino podría ser más complicado por el incremento de los precios. El incremento de costos afectaría directamente a las importaciones de gasolina y diésel además de harina, producto que Bolivia utiliza para la elaboración de pan corriente.
La elevación de los costos supondría la importación de inflación desde Argentina, por la vía formal e ilegal y la disminución del contrabando de los productos argentinos.
Muchos coincidien en que si Milei realiza los ajustes económicos que planteó en su campaña electoral, como la privatización de la salud y la educación, los migrantes bolivianos en Argentina mandarán menos dinero a Bolivia.
Asimismo, la llegada de Milei genera una incógnita sobre el destino del Mercosur, bloque al que Bolivia tramitó ingresar en 2012 y que podría consolidarse próximamente si es que finalmente el Senado de Brasil aprueba esa adhesión.
Existe la posibilidad de que Mercosur se debilite, puesto que Milei apuesta por el libre comercio y la firma de acuerdos comerciales internacionales; aunque el destino del Mercosur dependerá de la relación que el Gobierno de Milei adopte con Brasil, si es que en ella prevalece el factor ideológico o los intereses económicos comunes.