Estas marchas que organizó el presidente Petro no son otra cosa que las mismas que solía hacer Chávez con el fin de que la gente creyera su respaldo popular; es la técnica de los leninistas que se apoyaban en la clase trabajadora para ejercer su dictadura del proletariado.
Son las manifestaciones que estos gobiernos del socialismo del siglo XXI hacen con el dinero del erario público; es decir, de los contribuyentes, del pueblo mismo y su finalidad es mostrar el apoyo de su pueblo.
Todas las reformas que Lenin quería realizar para transferir al Estado el control de las propiedades y de todas las actividades, las acompañaba con este tipo de manifestaciones en las cuales dejaba translucir de que eso era lo que sus seguidores deseaban; aquí observamos exactamente lo mismo.
Se tiene una cartilla, una franquicia que la acomodan en todos los regímenes bolcheviques, pero ahora con las recomendaciones y nuevas estructuras derivadas del grupo de Sao Paulo y el grupo de Puebla que han aplicado la reingeniería marxista con vistas a darle vigor al comunismo que todo el mundo estaba convencido de que había desaparecido con la caída del muro de Berlín.
Petro pretende con estas marchas exhibir el apoyo de las masas populares contra su desprestigio total que las mismas encuestas lo corroboran ya que perdió en el país la credibilidad; pero el Pacto Histórico, con esos actos, aspira a que sus candidatos en las elecciones del próximo mes de octubre sean los vencedores.
Amenazan de paso a los candidatos de la oposición dado que participaron los grupos de campesinos e indígenas debidamente organizados y detrás entre bambalinas se camuflan las bandas criminales del Eln y las disidencias de las Farc; indiscutiblemente, se trata de una intervención política directa del presidente y su gobierno y ojalá la Procuraduría se pronuncie en la debida forma.
Ellos, los marxistas se valen de todo. El fin justifica los medios; su obrar es maquiavélico; no les importa la carta magna; ni las instituciones; ni el pueblo mismo; tienen en cuenta únicamente las directrices leninistas y en síntesis, actúan de conformidad con los partidos comunistas en todos los sistemas bajo su tutela.
Esa es su ideología de una sociedad idealista en que no existe la desigualdad; pero ellos mismos son los que crean y ahondan esa desigualdad. Ciertamente logran la igualdad en la miseria como ocurre en Venezuela y Cuba y como vamos nosotros en ese mismo camino.
En este momento no cabe duda de que el presidente Petro ha empobrecido a la nación; por razón de sus mentiras consuetudinarias nadie le cree en Colombia ni tampoco allende de nuestras fronteras. Su objetivo es pasar sus reformas a sangre y fuego habida consideración de que no tuvieron eco y a pesar de la mermelada en el Congreso la situación no es fácil para su aprobación.
Esas marchas entre otras cosas sirven para presionar sus reformas, poniendo de presente como él mismo lo ha dicho: “el pueblo está con ellas” y por eso en la calle las está pidiendo. Estas marchas no son espontáneas, sino por el contrario, su financiación corre a cargo del gobierno.
Las mingas indígenas han recibido no solo la ayuda monetaria correspondiente a los contratos que han puesto a su servicio por billones de pesos, sino que la sola logística de la marcha, le costó al gobierno 15. 000 millones de pesos para su traslado a Bogotá; todo ello, se ha hecho con el ánimo de que se pueda manejar a esos grupos en favor del gobierno como en efecto lo apreciamos con estas movilizaciones.
Después de un año de este pésimo gobierno hemos podido analizar en forma absolutamente objetiva la gran diferencia con el gobierno anterior del presidente Duque. Mientras Duque pregonaba la unión, Petro por el contrario tiene en su discurso permanente el odio hacia la clase empresarial, pero eso sí no duda de que ella debe estar presidida por los petristas como ocurre con la Cámara de Comercio de Bogotá.
Con Duque los índices económicos nos favorecían en tal forma de que éramos ejemplo en el mundo, sus discursos en el escenario internacional los escuchaban con singular respeto es decir lo contrario de aquello que nos rodea con el actual presidente.
Contra todo lo que está aconteciendo partiendo de la base de que son hechos visibles seamos optimistas con relación a nuestro Congreso y entonces pensemos en que las reformas a su consideración serán auscultadas, analizadas y sus votaciones en consonancia con el bien común y por consiguiente de conveniencia para el país.