Un ataque con explosivos en la mañana del pasado miércoles contra una estación policial de la localidad de Timba, en el convulso departamento del Cauca, donde también fueron cometidos otros atentados durante la madrugada contra el Ejército de Colombia, deja por el piso el inicio de las negociaciones de paz con los guerrilleros insurgentes de las Farc, que comenzaron bajo amenaza a la paz total del presidente Gustavo Petro.
La acción delictiva y criminal fue con un artefacto explosivo cerca del puesto de policía y la onda explosiva afectando todo alrededor, entre ellos el colegio que está relativamente cerca, y el hospital y terminó asesinado a una docente de la región que se movilizaba hacia la institución educativa en donde ella laboraba en su actividad pedagógica. En este ataque terrorista, Luz Stella Balanta Solis, murió, hecho al que se suma el lamentable asesinato de la estudiante Laura Cisney Possu Mina, quien cursaba 8° grado en la Institución Educativa Jorge Eliécer Gaitán, en el municipio de Guachené, Cauca.
Los habitantes de Timba, una zona rural de Buenos Aires, en el departamento del Cauca, no duermen con el anuncio del próximo inicio de negociaciones de paz del Gobierno con las disidencias de las Farc, pero sí amanecen con el ensordecedor ruido de bombas que estallan contra una estación policial e instituciones educativas, lo que sin duda deja sin esperanza de paz a los habitantes de la región, que solo ven a los diálogos de paz, como una amenaza contra sus vidas.
El Cauca es uno de los territorios más afectados por el conflicto armado del país, con una extensa presencia del Estado Mayor Central, Emc, principal disidencia de las Farc, a quien el presidente Gustavo Petro atribuyó este ataque, y que en las últimas semanas ha atemorizado a comunidades enteras e incrementado sus ataques y siguen azotando al país con su violencia y criminalidad impune.
Es con este mismo grupo con el que, sobre papel, el Gobierno arrancará un cese el fuego bilateral de 10 meses el próximo 8 de octubre; pero, también son ellos con quienes el Gobierno ha mantenido rifirrafes a lo largo del año que han dilatado un proceso de paz que a principios de año parecía casi establecido, pero que ahora es casi nulo o inexistente.
La situación de inseguridad en Cauca es alarmante y preocupante para los colombianos, excepto para el Jefe de Estado, que no se entera de lo que sucede en el país, en sus múltiples e incansables viajes al exterior, tratando de arreglar el mundo y salvarlo de la contaminación ambiental y la cocaína, mientras sus coterráneos son asesinados en una guerra que debe parar de una vez por todos.
El ataque en Cauca dejó al menos dos muertos y dos heridos, y tras la explosión, aproximadamente a unos 50 metros de la estación de Policía, los uniformados también fueron hostigados por criminales. Además de la afectación a la estación de Policía también sufrieron daños considerables las casas cercanas que quedaron completamente destruidas ya que entre los escombros, las personas afectadas trataban de recuperar los objetos que se salvaron, sobre todo recuerdos personales y familiares.
Esta región afectada de la violencia no tiene un cese al fuego y a la muerte; hace menos de un mes, otro carro bomba estalló frente a la estación policial de Timba, ubicado a orillas del río Cauca, y su esqueleto sigue presente en el lugar, del que nunca llegó a ser retirado. Igualmente, hubo un hostigamiento contra una estación policial de Santander de Quilichao y contra una base militar del Ejército en Suárez, sin que se conozca aún cuántos heridos hubo.
El terrible acto terrorista del miércoles, no tiene palabras, más aún cuando sorprende porque hasta el día de ayer estaban en un diálogo en el cercano municipio de Suárez, y sorprende aún más porque no se entiende cuáles son los diálogos de paz cuando la guerra cada día está aumentando, mientras los habitantes de Timba miran impotente como se quedan sin casas, sin colegios y estación de policía, que asegurar un convivir ciudadano, derecho al que tienen ellos, como el resto de los colombianos.
Además de pensar en la forma de recuperar el territorio perdido, el Estado colombiano tiene el deber de garantizar una asistencia humanitaria, que hace un mes negó a los ciudadanos, cuando también pasó el mismo acto criminal de la bomba que sembró miedo y muerte.