Estábamos quizás mal acostumbrados en el entendido de que pasaban los años había cambios presidenciales y la vida seguía en condiciones normales; empero, algunos sin analizar las cosas como a veces suele suceder comentaban que los malos gobiernos en su conjunto habían originado la llegada del actual presidente. Cuando sabemos que el grupo de Sao Paulo, el hoy Grupo de Puebla y el comunismo internacional, tenían un plan preconcebido cuyo objetivo era tomar por la fuerza o por los votos los gobiernos de Perú, Chile y Colombia.
Hubo en cada uno de esos países revueltas que no prosperaron en ninguno y luego con la ayuda de los organismos electorales produjeron los resultados de Castillo, Boric y Petro.
Pero además a nosotros nos llegó un interregno fatídico con el pésimo gobierno santista comienzo de nuestra debacle y que les abrió el camino a las fuerzas petristas del Pacto Histórico. El expresidente Santos tan solo pensó en las Farc y en su Premio Nobel, olvidándose del resto de los colombianos.
Acabó con todo lo bueno de su antecesor el expresidente Uribe, traicionando a este último que con su prestigio hizo que los colombianos votaran por su exministro de Defensa. Pero el mal estaba en vías de ejecución y poca gente captó hacia donde nos dirigía Santos el amigo del actual presidente; contados los que sabían del vínculo castrista que unía a estos dos personajes.
Vino el cuatrienio presidencial del expresidente Duque a quién estaban convencidos de que lo derrocarían y a eso le apuntaron; pero, gracias a las Fuerzas Militares no lograron su cometido. Con todo el paro nacional subversivo y la pandemia que causaron traumatismo en todo sentido logró indiscutiblemente un gobierno que le dio lustre al país. Ejemplo ante el mundo por el buen manejo de la economía y de la vacunación con motivo del virus mortal. En estos 9 meses de total desgobierno hemos podido apreciar con cabeza fría sus virtudes de estadista reconocidas en el ámbito internacional.
Examinando un poco nuestra particular situación, la historia misma, nuestra vida republicana, el ejercicio de nuestro sistema democrático nos hemos dado cuenta de que sin duda ha habido muchos avances en estos últimos 50 años; por ejemplo, hemos podido disponer como estamos ahora de una cobertura total en materia médica, los hospitales y clínicas cada día tienen los mejores equipos y las mejores dotaciones.
Desde luego podríamos mejorar en la atención sobre todo en los lugares alejados de las principales ciudades. El Sisbén para las personas de bajos recursos funcionaba y funciona en forma admirable, los costos de las intervenciones quirúrgicas son mínimos por no decir gratuitos y abarca una población bien importante.
Los demás, es decir, el resto de los pobladores gozan de unos servicios tan buenos que a pesar de que se presentan fallas el 80% de esos habitantes han manifestado su satisfacción con el sistema actual de salud; se hacen cambios para mejorar, pero jamás se conciben ellos para dañar y desmejorar que es lo que va a suceder con la reforma a la salud del actual gobierno.
Ecopetrol, una empresa modelo en hidrocarburos, con una acción estable y normalmente en alza, que financiaba el 40% de nuestra sostenibilidad social, con utilidades relevantes. En nueve meses con las simples declaraciones del presidente, de su ministra de Minas y del nuevo número uno en ella, dada la ignorancia de los tres en materia petrolera todos de consuno lograron que se bajara el valor de la acción en la bolsa nuestra y en Nueva York.
La idea del presidente es reemplazar la exportación de petróleo por aguacate e ignora que México, primer exportador en el mundo de ese fruto, sigue exportando petróleo.
El orden público se le salió de las manos al gobierno; su ministro de Defensa no sabe dónde está parado, lo único que ha cumplido y esa es su meta es reducir la capacidad ofensiva y combativa de las Fuerzas Militares y su jefe presidencial está obnubilado con su paz total más con todas sus decisiones lejos de materializar esa posibilidad cada vez se aleja más de ella.
Algo innegable y visible es que todos los grupos subversivos incrementan sus efectivos y por ende su capacidad de lucha; el país está ardiendo en inseguridad colectiva; los hampones están ganando la batalla ojalá no la guerra: el presidente solo con palabrería sin acciones concretas y desconociendo los problemas no puede acertar en las soluciones.
Se nota su ingobernabilidad; los trinos no funcionan y estamos en el gobierno del galimatías permanente.