Sigue la tensión

Editorial
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Continúa el enfrentamiento entre los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Guatemala, Alejandro Giammattei, por las acciones legales que emprendió el Ministerio Público, Fiscalía de Guatemala, por el caso de corrupción que vincula a la constructora brasileña Odebrecht, con el actual ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez Gómez.

Velásquez Gómez, quien es acusado de permitir la aprobación de acuerdos de cooperación anómalos, con dos directivos brasileños de la constructora Odebrecht en 2017,  debe renunciar por dignidad y respeto a los colombianos, para enfrentar su proceso sin ningún cargo burocrático en donde se resguarde y evite la acción judicial; en su momento deberá enfrentar la justicia y responder debidamente en caso que el fallo sea en su contra.

El Ministro no debe seguir escondiéndose en el país, para no dar la cara en un proceso que lleva más de seis años, y en donde nunca se aclaró el papel que hizo con la corrupta constructora brasileña. Este problema personal del ministro, no debía pasar a otras esferas; pero, ahora el presidente Petro, salió en defensa de su protegido y aseguró que en política el concepto cordura supone luchar contra la corrupción, en respuesta a su homólogo guatemalteco, Alejandro Giammattei, con quien mantiene un enfrentamiento por la intención de la Justicia de Guatemala de procesar a su ministro de Defensa, Iván Velásquez.

Los colombianos de bien, que en algún momento han tenido procesos judiciales como el de Velásquez Gómez, esperan que el presidente Petro, también salga a defenderlos con la misma vehemencia que está haciendo con su funcionario. Ahora, mientras van y vienen los mensajes cruzados presidenciales, el ministro no ha dado la cara, esperando ver como el país lo defiende, cuando su mejor defensa la puede asumir el, como un ciudadano del común. Mientras los presidentes deben resolver las diferencias por la vía diplomática, con la finalidad de dejar en paz la dignidad colombiana, porque, dicho sea de paso, no todos los colombianos están de acuerdo con la defensa asumida por la Presidencia de la República, “que no tiene velas en el entierro”.

En vez de disminuir la intensidad del conflicto, cada día escala más y podría llegar a límites en donde sea difícil devolverse, por parte de ambos países; después del llamado a consultas a sus embajadores, de hacer cruces de palabras en sus redes sociales, los presidentes deben tratar de tener cordura, y guardar su posición, desde sus puntos de vista; solo deben dejar que las acciones judiciales continúen y que los responsables enfrenten la justicia.

El fiscal guatemalteco, Rafael Curruchiche, al momento de anunciar que  emprenderá acciones legales contra Velásquez Gómez, por su desempeño al frente de la Cicig en el caso de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, prendió la mecha que no se ha apagado, lo cual debe suceder con la renuncia del ministro colombiano. El funcionario guatemalteco, acusó al ministro colombiano de permitir la aprobación de acuerdos de cooperación anómalos con dos directivos brasileños de Odebrecht en 2017, mientras fue jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, Cicig.

Petro manifestó en Zúrich, Suiza, en donde hizo una escala camino al Foro de Davos, que su Gobierno defenderá a Velásquez, quien seguirá siendo ministro de Defensa, y criticó que Guatemala siga insistiendo en apresar hombres justos. 

Lo que sí es verdad y  se debe tener en cuenta en este proceso judicial, es que sería bueno que alguien ilustre al presidente Petro sobre la diferencia entre una investigación y una persecución penal, pues no hay una orden de captura, ni siquiera, contra su cuestionado ministro. Al saber las diferencias, seguramente la situación se podrá relajar, se mirarán otras circunstancias y el mismo proceso puede ofrecer otras aristas, en donde la dignidad de los colombianos no se vea mancillada.