Cogen la mano, el codo y el brazo

Editorial
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*Después de la bienvenida que dio el Eln, a la instalación de la mesa de diálogos de paz con el gobierno, cuando hombres fuertemente armados incendiaron siete grandes camiones que circulaban con carga por una de las principales carreteras del departamento de Norte de Santander, justo el día en que el Gobierno reinició en Caracas los diálogos de paz, solo queda la esperanza, que en estas conversaciones no se caiga en el mismo error de la vez pasada.




Es así, que durante el gobierno de Juan Manuel Santos, se alcanzó un paz falsa, porque no se tuvo en cuenta a las víctimas y fueron los principales engañados con todo el teatro que se montó, con un paz falsa, en donde los colombianos, al ser consultados, no quisieron ese proceso por la forma en que lo desarrollaron, olvidándose de los familiares y de las víctimas causadas por los actos criminales y salvajes de los guerrilleros de las Farc.

Ahora, el presidente Petro busca la paz total y el comienzo fue traumático y saboteado por el mismo grupo insurgente, en el Norte de Santander. ¿A propósito, a quien le corresponde responder por la millonaria pérdida económica de los camioneros afectados en esta rechazable acción guerrillera? Habrá que esperar como el gobierno sale de estas.

Mientras todo esto sucede, el expresidente Iván Duque, se pronunció sobre el acercamiento entre el gobierno y el Eln, afirmando, que espera, como todos los colombianos de bien, que las víctimas de todo tipo de la guerrilla estén representadas en los diálogos de paz.

Es importante que la sociedad colombiana esté presente ya que las víctimas son las principales afectadas por el accionar guerrillero, y ellas deben recibir de primero los beneficios de reparación, en todos los sentidos. Y son varios los estamentos que están ausentes en la mesa de negociación.

En su primera aparición pública en el país después de concluir su mandato, el pasado 7 de agosto, el expresidente, que de paso estaba presentando su libro, insistió en que las víctimas deben estar ahí en Caracas, donde el Gobierno reanudó los diálogos con el Eln iniciados en 2017 por Juan Manuel Santos y que fueron congelados en 2018 por el mismo Duque. Todos conocen la suspensión de los diálogos, debido a la negación  de la guerrilla de  suspender sus actos criminales, entre ellos, el secuestro.

En la mesa de negociación, además de los ya presentes deben estar el sector minero-energético que ha sido víctima histórica del Eln; también el sector ambiental de Colombia porque si hay un grupo que ha sido ecocida en la historia de nuestro país es el Eln, todo ello basado en la referencia de los numerosos atentados de esa guerrilla contra la infraestructura petrolera.

Y un protagonista que no debe faltar, es la verdadera mujer colombiana porque si hay un grupo que se ha caracterizado por pisotear, por destruir la condición de la mujer ha sido el Eln, ya que solo ha servido para utilizar  a las féminas para ganar protagonismo, como es el caso de la guerrillera ‘Yolanda’, que ahora cobra gran protagonismo, cuando en el frente guerrillero es una de las más valientes y se destacaba por su liderazgo en el accionar guerrillero.

Los colombianos están escépticos y quieren sentir que los escogidos por el presidente Petro sepan transmitir todas sus frustraciones, penalidades y expectativas de una nueva Colombia, algo que no hicieron los negociadores pasados, que se entregaron y cumplieron con todas las pretensiones de los guerrilleros de las Farc.   Claro está, todo esto depende de las verdaderas intenciones de la guerrilla, de querer llegar al camino de la paz total.

El equipo negociador no debe caer en la ingenuidad de permitir que se mantengan mesas de conversación mientras el Eln sigue lacerando al pueblo colombiano; eso sí no. De permitirse estarían mancillando el honor colombiano, la honra y buenas expectativas que hay en torno de los diálogos de paz. En este sentido, no se pueden tolerar actos de terrorismo, secuestros y asesinatos mientras se habla de paz, uno de los obstáculos que lo llevaron al ex presidente Duque,  primero a suspender y luego a congelar las negociaciones con el Eln, durante su Gobierno.

El Estado colombiano a través de los negociadores no puede aceptar ceses al fuego bilaterales porque el Estado nunca se debe equipara al terrorismo y por lo tanto es la guerrilla la que debe suspender su actividad criminal.

Vale la pena recordar que en los 17 meses que duraron las negociaciones con el Gobierno de Santos, los miembros de la guerrilla del Eln, asesinaron a más de 100 personas, cometieron más de 400 actos terroristas y secuestraron más de 15 personas. El 17 de enero de 2019, el Eln perpetró el ataque terrorista contra la Escuela de la Policía en Bogotá en el que murieron 22 cadetes entre ellos una ecuatoriana, lo que llevó al gobierno de Duque a paralizar definitivamente las negociaciones.

Bien lo afirma aquel refrán popular que dice ‘está cantao’; ‘está cantao’ que cuando al Eln, se le da la mano va por el codo, va por el cuello y así lo ha hecho en las últimas cinco décadas.