Todo a topa tolondra

Editorial
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Todas las medidas que está tomando el nuevo gobierno son un desatino, una improvisación, una falta total de criterio, un desconocimiento de los problemas, y, en consecuencia, en un lapso de un mes, se nota otro país. 

Hay que mirar a Colombia antes de Petro y después de Petro; las inversiones normales en las empresas colombianas se paralizaron; las inversiones extranjeras ante este fatídico panorama no llegaron y las que estaban asentadas en nuestro territorio, al no tener estabilidad ni seguridad física, jurídica y ni económica, se encuentran buscando otro horizonte en el extranjero donde les proporcionen otro tratamiento.

Esta situación originará desempleo, crisis empresarial, temor frente al futuro inmediato, pesimismo entre la gente, fuga de capitales, de cerebros industriales, de emprendedores, de jóvenes profesionales con pujanza intelectual, creativa y lo peor, se evidencia incredulidad total respecto de la gestión gubernamental y un aumento que ya se percibe del costo de vida. 

Nunca en nuestra historia política habíamos vivido algo parecido; pero eso se sabía que iba a ocurrir, ya que estos son los gobiernos del socialismo del siglo XXI. Todos tienen el mismo esquema de trabajo, la misma cartilla, el mismo plan, ya que lo único que hacen es proceder de conformidad con esas guías con el único propósito de acabar con todo y eso sí lo logran en el menor tiempo, por cuanto aceleran su arquetipo base.

En Chile,  con el presidente Boric, hay en su nombre las invasiones de los predios rurales; en Colombia está sucediendo lo mismo y de esa manera se está violando flagrantemente la propiedad privada, contrariando el documento notarial del presidente Petro; sin embargo, había personas ingenuas medianamente cultas e incluso de cierto nivel intelectual que estaban convencidas de que esto no iba a pasar; que la oposición exageraba y que las cosas no serían tan graves. No solo se ha asaltado la buena fe de nuestro pueblo, sino que evidentemente se ha ratificado que su único objetivo es volvernos cuanto antes en un Estado semejante a Venezuela. Qué barbaridad.

Los ministros en los gobiernos leninistas son fichas cuyo único requisito es tener la ideología del jefe de Estado, en consecuencia, le cumplen a él, pero no al país. Ejemplo de ello, es la Ministra de Minas, Irene Vélez, de estoicismo filosófico, que no solo no conoce el tema energético sino que no es capaz ni siquiera de exponer las políticas de su ministerio ante el Congreso y pierde la cordura ante los medios de comunicación; lo destacable es la persistencia en el error en cada salida ante los medios de comunicación.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez, en igual forma lo único que sabe es perseguir a los militares y a los políticos de centro derecha como el ex presidente Uribe y esa su experiencia nacional e internacional. Vale la pena recordar que en Guatemala lo expulsaron y lo declararon persona no grata por montajes engañosos y acervos probatorios deformados. Está habituado a esos modus operandi. 

Estamos en manos de la delincuencia, invaden predios rurales, atacan la policía y la orden ministerial es que la fuerza pública sea observadora y se les prohíbe su intervención. Sería lamentable que en cuestión de días se ordenará parar las operaciones militares, con los ceses unilaterales y bilaterales. Obviamente, se han incrementado los homicidios, atracos a mano armada, asaltos a poblaciones, en general, la delincuencia organizada está ganando terreno y el ministro Velásquez actúa para reducir el presupuesto de defensa, abolir el servicio militar obligatorio y sancionar a aquellos comandantes de Brigada y de División que sean operacionalmente efectivos. 

Afirma sin conocimiento de causa que las Fuerzas Militares no son eficaces, cuando son reconocidas y respetadas en el mundo por ser de las mejores. La Farc se sentó a negociar porque el Ejército los aniquiló; los subversivos perdieron en el combate pero ganaron en la negociación de La Habana y da grima y pesar oírlo y verlo en sus intervenciones públicas “cantinflescas” como las llama María Isabel Rueda. 

La Reforma Tributaria afectará más a los de menores recursos y a la clase media que a los más ricos; pero se verá cómo las empresas afectadas bajarán costos reduciendo sus nóminas y afectando, por ende, el personal humano. En cada visita a las regiones, el presidente le echa más leña al fuego incrementando el odio. 

Ese es el cambio sabroso; razón de sobra para que un político respetable izquierdista como Jorge Robledo diga que es el gobierno de los disparates, por esto hoy, 26, hay que salir y protestar en manifestación justa y necesaria.