Frente en común con esfuerzo regional en conjunto

Editorial
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Los efectos de la crisis climática golpean los medios de vida de las poblaciones más vulnerables y aceleran la migración en el Triángulo Norte de Centroamérica, región que requiere más fondos y un trabajo conjunto para afrontar los escenarios de mitigación y adaptación; la crisis climática provoca que los fenómenos naturales sean cada vez más extremos en la región.

La crisis climática tiene un impacto directo en los recursos naturales, sociales, físicos y financieros, que son la base de subsistencia de las poblaciones más vulnerables, lo que lleva a las personas a buscar alternativas para garantizar su bienestar y el de su familia fuera de su lugar de origen.

En el 2020 al menos 1,3 millones de personas de El Salvador, Guatemala y Honduras -países que conforman el Triángulo Norte-, se vieron obligadas a desplazarse internamente por las consecuencias de un desastre natural asociado a este fenómeno.

Las fuertes lluvias, las inundaciones, el calor excesivo, así como los bruscos cambios de clima, son algunas manifestaciones derivadas del calentamiento del planeta. Los embates cada vez más extremos del clima han empeorado la ya de por sí grave situación de pobreza, que afecta entre el 50 % y el 60 % de la población, y hambre en el Triángulo Norte centroamericano. Una buena parte de esa población vive en áreas rurales y solo come lo que produce, generalmente maíz y fríjoles, lo que se conoce como agricultura de subsistencia, que en muchas ocasiones se ha llevado a cabo con malas prácticas, que incluyen la deforestación, cuyas consecuencias se han agravado con la crisis climática.

La pérdida de los cultivos vulnera la seguridad alimentaria, lo que a su vez limita las posibilidades de que las personas puedan superar las condiciones de pobreza y se planteen la migración como única opción; muchos expertos coinciden en que los Estados deben asumir un rol de liderazgo para afrontar los escenarios de mitigación, adaptación, pérdidas y daños como consecuencia de los efectos del calentamiento global ya que los Gobiernos del Triángulo Norte deben diseñar e implementar políticas públicas integrales que vinculen los objetivos climáticos y ambientales con los de carácter económico y social.

Los Estados deben priorizar su apoyo a sectores estratégicos con sendas de crecimiento bajas en carbono, como la agricultura, la silvicultura y la industria de reciclaje, entre otros.

El norte de Centroamérica necesita movilizar más recursos para la mitigación y adaptación de los efectos de la crisis climática, dos objetivos que no están peleados. La movilización de esos recursos no debe restringirse sólo a esfuerzos nacionales, sino que también deben impulsarse iniciativas de carácter regional que permitan a los países del norte de Centroamérica acceder a mayores flujos de financiamiento climático.

Los tres países centroamericanos, deben crear un frente común y un esfuerzo regional en conjunto para mejorar su capacidad de negociación y de acceso a recursos de financiamiento climático internacional y entre ello esta la escasez de agua que perjudica los sistemas productivos, lo que a su vez afecta los derechos humanos a la alimentación y al trabajo.

Existe una interrelación importantísima entre la calidad del ambiente con los derechos humanos, por lo que es necesario que los países apliquen políticas efectivas para poder controlar los efectos del clima,  abogando también por involucrar a los jóvenes en las soluciones.

Los gobiernos deben incluir en sus agendas acciones para mitigar los efectos de la crisis climática, de lo contrario, el panorama será dramático, lo que afectará la agricultura y aumentará más los costos de los alimentos.

Centroamérica es una de las regiones más afectadas por los efectos de la crisis climática, los que se agrandan con factores ambientales locales, como la deforestación, pese a que esos países son responsables de tan solo el 0,5 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.