Reconocimiento a los abuelos

Editorial
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Con muchas decisiones del actual pontífice Francisco Primero, hemos estado en desacuerdo sobre todo aquellas en las cuales se involucra en asuntos políticos por cuanto lejos de rechazar y condenar la violación de los derechos humanos en los regímenes comunistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por el contrario, contemporiza con ellos, minimiza las atrocidades de esas dictaduras y muestra empatía con las mismas. 

No puede ocultar su sesgo de leninismo y por eso mismo los dirigentes de las izquierdas recalcitrantes son bien recibidos en el Vaticano; lo pudimos palpar recientemente con ocasión de la visita de nuestro presidente electo, Gustavo Petro. Como algunos sacerdotes de la orden de San Ignacio tiende como el Padre De Roux entre nosotros a comulgar con las ideas de tendencia marxista. 

Sin embargo, es justo decirlo de que en innumerables homilías, encíclicas y pronunciamientos de carácter espiritual ha sido acertado y se compenetra con las vivencias, clamores e inquietudes humanas de sus fieles católicos. 

En días pasados produjo un documento bien importante digno de poner de relieve dado que se trata de señalar un día en el año en honor a la gente mayor; es decir, a los abuelos, para ello el 24 de julio en un discurso memorable de contextura moral y espiritual, estableció que el cuarto domingo de julio será de ahora en adelante el día de los abuelos. 

Sin lugar a dudas los abuelos en todas partes del mundo son respetados, queridos y venerados y constituyen prácticamente el paterfamilias de los romanos; es decir, el faro guía de los grupos familiares. En Japón la figura de mayor edad es justamente ante la cual hay una manifiesta reverencia, pleitesía y adoración. El respeto entre los japoneses con relación a los adultos mayores no solo es notorio, sino que la misma sociedad lo ha establecido, inculcado e institucionalizado. 

Los niños y jóvenes japoneses en septiembre, en la celebración del día del anciano, entretienen todos los años a sus abuelos y les preparan sus aperitivos y comidas. Es un día completo en homenaje a los adultos mayores. El sentir nipón es que ellos los mayores deben ser respetados por su contribución a la construcción de la sociedad. Es una diferencia respecto de Occidente dónde hasta ahora le están dando preeminencia a aquellos cuyas canas merecen total inclinación y consideración; estos festejos derivan de la tradición milenaria del Confucionismo, es decir, es una cuestión cultural y secular.

En el discurso al cual hemos hecho referencia, el papa Francisco hizo ver que “a los abuelos no los dejen solos ya que la ancianidad enriquece las familias y la sociedad y en la vejez se seguirán dando frutos. Ese es el lema escogido para promover el diálogo entre los ancianos y los jóvenes. 

A su juicio es de singular relevancia que los jóvenes se encuentren con los abuelos; abuelos y nietos y nietos y abuelos y pide a la red mundial de oración rezar por los ancianos expresando que “los protagonistas de la ternura son los abuelos”.

En esa disertación comenta que los ancianos ayudan a percibir la continuidad de las generaciones con el carisma de servir de puente y “aseguran la transmisión de los grandes valores a los nietos y por ello se le debe gratitud y aprecio por tanto todos debemos ser hospitalarios”. En uno de sus apartes declara que: “una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son memoria viva, es una familia desintegrada, pero una familia que recuerda es una familia con porvenir”.

El respeto incondicional, el culto a la longevidad hace que un pueblo sea virtuoso y exitoso. Esa amalgama humana de jóvenes, adultos y abuelos constituyen la fuerza humana que desarrolla los países, crea una verdadera esencia de unión creativa y logra ciertamente objetivos y realizaciones encomiables en pro de sus habitantes. Por los abuelos se debe sentir amor porqué ellos sí lo brindan sin medida y se deben tener  en cuenta sus consejos, que son realistas producto de una vida y de sus experiencias.

Aprovechemos su sabiduría. Tengamos contacto permanente con ellos. Valoremos su objetividad, su sindéresis, su deseo permanente de acertar, abrazar,  querer y amar. Sus historias son únicas y verdaderas. Sus enseñanzas sirven para indicarnos nuestras hojas de ruta en la familia, en el trabajo y en la sociedad. Colaboremos, ayudemos y démosle  bienestar y seguridad. Seamos sus defensores y protectores. Nunca abandonemos a esos seres humanos que tanto nos han dado en la vida, siempre al lado de ellos. Qué extraordinario y qué satisfactorio es compenetrarnos con los que han sido nuestra guía y ejemplo. Volvamos los ojos a ellos.