Uno de los principales retos para Colombia con el nuevo periodo presidencial que se aproxima el domingo 7 de agosto, está asociado con impulsar de manera multidimensional a la microempresa en su camino hacia la formalización para reducir la desigualdad y mejorar las condiciones sociales y económicas de los emprendedores.
La inquietud está planteada entre los empresarios y emprendedores del país que plantean estas propuestas en ese sentido, una de ellas es la formalización laboral de la microempresa, simplificación de trámites, educación y cultura y alianza entre grupos de interés.
El nuevo Gobierno, que encabezará Gustavo Petro, partirá el próximo 7 de agosto con una realidad en la que el 76 % de todo el tamaño empresarial del país es informal, y ahí la mayor participación la tiene la microempresa, como solución a este problema de la falta de empleo.
Los trabajadores de las microempresas consideran al actual sistema de formalización complejo y costoso, con requisitos y tarifas difíciles de cumplir para los emprendedores, quienes no suelen entender los trámites y están llenos de temores por carecer de información oportuna y eficaz.
Hay muchos temas en los que hay que indagar y derribar los paradigmas que causan que muchos empresarios no den ese salto a la formalización para acceder a las ventajas que trae este sistema de vida y de comercialización, en donde se debe cumplir con todos los requisitos y tener a los empleados formalizados para permitir acceder a las oportunidades y entrar en el mercado, bajo los parámetros de la ley.
Los comerciantes del país siempre le ha apostado a ese camino de la formalización, por que los hace visibles ante instituciones grandes.
Este logro se consigue con convenios importantes con cajas de compensación y empresas de la región, como opciones de gran futuro para los emprendedores. Todas estas acciones deben estar encaminadas y acompañadas de las capacitaciones con la alianza que comienza como un puente que se puede extender para ayudar a hacer caminos de diversificación en la producción de los emprendedores.
Cerca del 90 % de las empresas del país son micro y del total de empresas creadas durante 2021 el 99,4 % pertenecen a este tipo de negocio, cifras que se pueden manejar en la formalización que tiene muchas dimensiones, siendo vista como un proceso integral.
El nuevo gobierno debe darle mirada a dos aspectos: una de ellos es buscar que sean más claros y sencillos puntos como el registro mercantil, el Registro Único Tributario; RUT; los estándares de producción; los permisos sanitarios ambientales y la parte tributaria. Mientras que la otra mirada se debe plantear que el proceso de formalización sea gradual y proporcional; es decir, de acuerdo con el tamaño y el nivel de desarrollo de la microempresa.
Hay que enseñar a los empresarios a ir dando pasos hacia la formalización, no ponérsela como un requisito de entrada, sino como un camino a recorrer, que a medida que vayan creciendo, madurando y siendo más sólidos puedan dar esos pasos, ya que uno de los mayores dolores de los emprendedores está ligado a la complejidad y multiplicidad de trámites, en la creación, operación y liquidación de sus empresas.
Por ello, es aconsejable que la reducción de la informalidad empresarial en el país se debe abordar más desde la educación y la convicción y no desde la sanción y el castigo.
Tanto la microempresa como el país necesitan una reforma en la parte laboral para mejorar en su formalización, un problema que no se ha conseguido resolver con los mecanismos históricos y que necesita de nuevas alternativas.
Sería interesante proponer al Gobierno partir la torta en segmentos de la microempresa, crear medidas de acuerdo con su tamaño y socializar los temas para la mejor compresión alcance de los logros propuestos y la clave es tener un frente laboral para trabajar en la formalización, pero es necesario establecer condiciones adecuadas para que los empresarios puedan ir en esa dirección.