Reto diario

Editorial
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Colombia cumplió en estos cuatro años con la tarea  pendiente de la conservación y protección del Medio Ambiente, de la cual, como es lógico deja pendientes algunos temas, porque es físicamente imposible en cuatro años alcanzar el éxito, porque esta tarea es de todos los días y con esfuerzo diario.

Ante los retos diarios el Gobierno del presidente  Duque, abanderó un discurso ambiental que lo llevó a asumir ambiciosos compromisos en la arena internacional y a darle prioridad en la agenda nacional, pero los logros cosechados en este campo dejan un sabor agridulce al final de su mandato, que en forma obediente debe asumir el próximo gobierno y finalizar la labor pendiente.

Los cuatro años del Gobierno que termina el próximo domingo estuvieron marcados por el contraste entre el discurso marcadamente ambientalista de Duque y sus ministros y las polémicas por el fracking, las cifras de deforestación o la no ratificación del Acuerdo de Escazú, entre otras, que a propósito ya está esperando solo la firma del presidente electo, Gustavo Petro; sin embargo, y a pesar de haber sido acusados en varias ocasiones de tener un doble discurso, la actual Administración deja hecho los deberes, con excepciones.

Toda esta situación es muy satisfactoria porque Colombia es un país que hoy tiene liderazgo reconocido internacionalmente en el tema de la sostenibilidad ambiental, gracias al énfasis en el trabajo que se ha hecho en el impulso de protocolos, que hacen efectivos los cumplimientos de metas.

Entre los compromisos de Colombia, está la reducción en un 51 % de la emisión de gases, en donde el país se comprometió en el 2050 a que va a ser carbono neutral, algo para lo que el país ha venido haciendo una transición acelerada en todo lo que es el uso de energías renovables no convencionales.

Otro triunfo del Gobierno de Duque en términos ambientales fue la generación de canales de financiamiento en temas como deforestación y cambio climático. Y aunque se han reconocido logros de su política ambiental, como una mayor relevancia en el ámbito internacional, los triunfos han sido parciales porque no existe una información clara y transparente sobre el cumplimiento efectivo de los compromisos, algo que sin duda es fácil de solucionar, pero la tarea esta completa.

Uno de los puntos neurálgicos y que han incumplido varias promesas de campaña, como que en Colombia no habría fracking -ya está en marcha un plan piloto- y las políticas no han frenado la violencia que viven los líderes ambientales en el país, uno de los más mortíferos para ser defensor y activista de la naturaleza, tema muy sensible y de difícil manejo por que va de la mano con la lucha contra narcotráfico, orden social, educación y conciencia ciudadana.



Este sabor agridulce que deja la política de Duque se enmarca en una visión de gestión ambiental pública más orientada hacia un modelo tradicional de mercado, a un enverdecimiento del neoliberalismo y del esquema de mercado. La política gubernamental se ha quedado sin las modificaciones estructurales necesarias para atajar la triple crisis: climática, de contaminación y pérdida de biodiversidad.

En este sentido, hay que seguir insistiendo que las políticas ambientales tienen que ir de la mano de los derechos humanos y de las ciencias, a la vez que deben implicar cambios en las estructuras productivas y económicas. Y aunque se puede hablar de aspectos positivos, sobre todo en relación con la regulación general sobre transiciones energéticas y sobre temas de emisiones y cambio climático, donde se han logrado algunos puntos claves, hay otros aspectos que han quedado invisibilizados, como la contaminación por mercurio en la Amazonía, por ejemplo. Por tanto son logros o triunfos a medias porque no existe una rendición de cuentas efectiva, integral y oportuna que permita valorar más allá del reconocimiento y más allá de lo que se notifica, no se puede fiscalizar la aplicación efectiva y la materialización las políticas.

Hay que admitir que falta hacer más, y lo que más falta es la conciencia de cada colombiano sobre lo que es el cuidado al medioambiente, en donde el trabajo es arduo, espinoso, permanente y consciente, por que depende de los valores de cada persona como puede contribuir con el medio ambiente, en relación con su protección y conservación y para ellos se tiene que ser muchísimo más exigentes en esa materia internamente, seguir trabajando, para seguir en el buen camino.

Para afrontar la triple crisis, la nueva agenda ambiental deberá elevar el nivel de ambición poniendo el foco en la deforestación y uso del suelo -especialmente tras la reciente cifra que señala que la tala de árboles en 2021 aumentó un 1,5 %-, en la minería, el cambio climático, en los sistemas alimentarios, delitos ambientales y justicia ambiental.

Para esto, las recomendaciones es la prioridad de acción en el corto plazo donde Colombia pueda jugar un nuevo rol en el contexto global si conserva el capital natural que hoy le da el carácter de potencia global en términos de regulación climática y conservación de biodiversidad, ya que Colombia es un país altamente vulnerable al cambio climático, por eso, la movilización de recursos en acciones para reducir esa vulnerabilidad y el riesgo asociado debe considerarse de prioridad nacional.