No votar: La peor decisión para Colombia

Editorial
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¡Llegó la hora! Se cumple el plazo para que en esta segunda vuelta los colombianos escojan a su próximo Presidente. Este ejercicio democrático, encarna una enorme responsabilidad con el país, el bienestar de la población actual y el de generaciones futuras.



Este domingo debemos salir a votar por quien consideremos, más garantías ofrezca para avanzar como sociedad. Ni el voto en blanco ni la abstención, son alternativas en este debate. Estas, no son más que la autopista que facilitaría la llegada de un proyecto político que se implantaría en el poder para llevar a cabo cambios, cuyos resultados en otros países han fracasado. No votar o votar en blanco; son la peor decisión para Colombia.

El voto en blanco, es una alternativa del sistema electoral colombiano, que según la Constitución de 1991, en segunda vuelta no tiene ningún efecto jurídico, porque independientemente de su resultado, ganará el candidato que más votos obtenga. La abstención, aunque es una decisión autónoma del ciudadano, puede interpretarse como indiferencia; un lujo que en esta ocasión podría resultar muy costoso para la democracia colombiana. 

Es lógico que por la gran desigualdad que hay en el país, muchos colombianos se sientan insatisfechos frente a las alternativas para escoger al próximo Presidente. Sin embargo, candidatos perfectos; no existen. Lo que no debe perderse de vista, es que esta elección presidencial, puede ser el punto de quiebre en la estructura política de Colombia; no se trata solo de escoger entre programas de gobiernos de izquierda o de derecha, se trata de escoger un gobernante que respete la institucionalidad y no ponga en riesgo la estabilidad social y económica del país, en su afán de eternizarse en el poder. 

Uno de los aspectos clave en esta elección, es la propuesta económica. Para la mayoría de los electores no resulta fácil comprender los alcances de estas propuestas, que al final, permitirán lograr los recursos para resolver las necesidades del país. Lo importante en este caso, es reconocer cuando estas propuestas no sean más que estrategias populistas que prometen acabar mágicamente con la pobreza, pero que han sido las mismas, que llevaron a economías como la argentina y venezolana, a las profundas crisis que hasta hoy no han podido superar. 

Un buen referente para el elector, será analizar los resultados de los candidatos como gobernantes, y en función de esto, el nivel de aprobación ciudadano, obtenido al finalizar sus periodos. Esta información puede ser fundamental para comprender qué tipo de manejo tendría el país, según sea el caso. 

Es importante resaltar, que Colombia ha sido una de las pocas economías destacadas en el mundo por sus favorables resultados, al punto que la OCDE, le aumentó al país la proyección del crecimiento  en 2022, de 5,5 por ciento a 6,1 por ciento, el más alto dentro de los países miembros de la organización. Los electores podrían considerar entre las propuestas económicas de los candidatos ¿Cuál tendería a mantener y/o mejorar estos buenos desempeños? O ¿Cuál los pondría en riesgo?

Los colombianos, no debemos caer en el pesimismo ni en el temor que algunos sectores políticos han buscado engendrar a través de amenazas de estallidos sociales y violencia generalizada en caso de no ganar su candidato.  Estos mismos sectores, quisieron a través de la llamada “Primera Línea”, desestabilizar al país sin lograrlo, lo que si consiguieron, fue perjudicar a pequeños productores y aumentar el costo de vida de los pobres. Si esto, son capaces de hacer sin estar en el poder, de que no serán capaces, una vez en este.

Por esto, con mayor firmeza este 19 de junio, debemos salir a votar, a rechazar la intimidación y la extorsión que los violentos quieren ejercer sobre nuestra democracia. Debemos confiar en las instituciones y en la capacidad de estas para preservar la seguridad del territorio. Debemos apostar por la democracia y la deliberación política en condiciones pacíficas. 

Dada la compleja situación internacional y nacional, los colombianos debemos asegurarnos de escoger un Presidente que sea capaz de mejorar lo que el gobierno saliente entregará, sin generar rupturas abruptas que socaven la confianza inversionista, que desestabilicen las instituciones y mucho menos, que polaricen aún más al país.