Colombia en el centro político histórico

Editorial
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Existe en un sector de la opinión pública colombiana, la creencia de que la ligera ventaja del izquierdista Gustavo Petro en las encuestas, le dará para llegar a la Presidencia de la República, algo que puede suceder ,pero como dice el refrán popular, debe correr mucha agua ‘debajo del puente’.

Todavía es demasiado pronto para atribuir la victoria en las próximas elecciones a cualquier candidato, y debe quedar planteado que se debe exhorta a trabajar en equipo para garantizar el equilibrio democrático y la seguridad jurídica, en el candidato que llegare a ganar.

Las encuestas pueden ser un indicador de cómo va la situación, pero no necesariamente tienen toda la verdad.

Se debe tener en cuenta que hace cuatro años, por esta época, el hoy presidente de la república y candidato en ese entonces, Iván Duque, apenas tenía el 7 % en las encuestas, y ganó con la mayor votación en la historia de Colombia; y los que estaban punteando en las encuestas de ese entonces, son los mismos que las están punteando hoy,

Colombia tiene una arraigada tradición de centro como para no volcarse a la izquierda en los próximos comicios. El proceso apenas está empezando; se debe insistir en la necesidad de trabajar en equipo por el futuro del país, no con coaliciones o pactos de ocasión, sino construyendo equipos con propósitos comunes.

La palabra equipo es una palabra universal, pero ya muchos sabrán como querrán interpretarla, pero lo importante es que equipo debe ser el trabajo de consolidar en el país la democracia, construyendo una visión de trabajo para que las naciones progresen y los ciudadanos también.

En estos procesos electorales del primer semestre del año, se debe abogar por una transformación energética y una economía limpia; en un proceso conjunto con el sector privado a largo plazo, para dejar de “satanizar” a los sectores productivos. Esto con relación a aquellos candidatos que piensan que apagar el petróleo, es la solución económica, además de ser un discurso muy populista, engaña ya que del petróleo dependen el 40 % de las exportaciones de Colombia; es el sector que más recursos tributarios representa; que genera cientos de miles de empleos directos e indirectos; el 40 % de la capitalización del mercado bursátil y más del 35 % del mercado de divisas. Aquí no se trata de apagar el petróleo, se trata de ir haciendo las transiciones ordenadamente y mantener los ingresos porque gran parte de los recursos para cerrar las brechas sociales han venido de allí.

En una entrevista esta misma semana, el precandidato por Colombia Humana, Gustavo Petro, sostuvo que, de ganar, buscaría eliminar la economía basada en los combustibles fósiles y pasar a una economía verde en una estrategia con otros líderes ideológicamente afines. Es una medida política popular, mentirosa, imposible de cumplir en cierto tiempo y además peligrosa para la estabilidad del país y de los ciudadanos. Esta es una postura que incurre, como otras banderas fallidas y fracasadas, en el populismo de los regímenes del Socialismo del Siglo XXI, que destruye las libertades, la prensa libre, la independencia de poderes; la iniciativa privada; empobreciendo países, y generando crisis humanitarias que haya conocido este hemisferio.

Se debe pensar que hay nuevos líderes de izquierdas como el chileno Gabriel Boric o el peruano Pedro Castillo, que trazan una clara línea divisoria en torno a una izquierda como la de Chávez, Maduro y Ortega, y otra dispuesta a respetar la institucionalidad, la separación de poderes, el orden jurídico, el equilibrio democrático y la garantía a la inversión como vía de progreso. América Latina siempre ha tenido izquierda y derecha, pero lo importante del mundo es entender que ninguno progresa si no existen equilibrios democráticos.

Petro representa a este socialismo, porque además es un áulicos de este movimiento que fue a besarle las botas a Chávez, en Venezuela, hablaron del Socialismo del Siglo XXI como alternativa, estigmatizando sectores, hablando de expropiación, de apagar fraccionamientos que no les gustan y tantas otras cosas, solamente para engrandecer el ego y propio crecimiento económico.

En Colombia la situación es irónica; cuando uno menciona esto, muchos se dan por aludidos, y claramente son aquellos que en los noventa trajeron a Chávez a Colombia para pavonearlo como un poni y que creciera hasta llegar donde se encuentra ahora este tema del Socialismo del siglo XXI.

La constitución política de Colombia es una constitución de centro y el país ha hecho grandes reformas sociales desde esa perspectiva y desde su espíritu emprendedor, bellamente reflejado en nuestra Constitución que concibe la empresa con una gran función social, evocando distintas iniciativas del último siglo. Por eso, hasta ahora las ideas del socialismo fracasado, el discurso neochavista o neomadurista, de seguro serán derrotadas en las urnas en las próximas elecciones presidenciales de mayo, donde se debe unir fuerzas para que sea una única, en donde, gane la democracia.