Luces y sombras

Editorial
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La economía boliviana ha mostrado signos de recuperación por la reactivación de los mercados internacionales y algunas políticas del Gobierno de Luis Arce, el llamado "padre del milagro económico", que a un año de su investidura tiene el reto de que el crecimiento sea sostenible y se reduzca la informalidad.

Arce, el ministro de Economía de Evo Morales en 12 de sus 14 años en la Presidencia, es identificado por el oficialismo como el "padre del milagro económico" por el que Bolivia logró un crecimiento inusitado entre 2006 y 2014, un despunte que el mandatario atribuye al llamado modelo económico social comunitario productivo puesto en marcha por su partido.

Aunque sus críticos suelen recordarle que esto se dio en un contexto externo favorable con precios altos de materias primas y luego hubo un declive notorio desde 2015, cuando comenzaron a disminuir las reservas internacionales, el crecimiento fue menor y el déficit aumentó.

Una de las promesas de Arce al jurar el cargo fue recuperar una economía duramente golpeada por la pandemia de la Covid-19, un fenómeno mundial, aunque el mandatario suele atribuir enteramente la culpa al Gobierno transitorio de Jeanine Áñez.

Las primeras medidas del economista para la reactivación fueron el pago de un bono a mayores de edad sin salario, la eliminación de varias restricciones por la pandemia, la creación de un impuesto a las grandes fortunas y los créditos al sector productivo con tasas preferenciales.

También apeló al fortalecimiento de las empresas estatales y la inversión pública y permitió el retiro parcial de aportes de jubilación para reconstruir una economía que cayó hasta un 8,8 % en 2020, con una tasa de desempleo de 11,6% a julio del año pasado.

Arce ha destacado como un signo de la recuperación el 9,36 % de crecimiento económico al primer semestre de 2021.

El desempleo bajó al 6,3% a septiembre con 282.000 desocupados, distante de la alta tasa registrada en julio de 2020. El comercio exterior registró una balanza favorable a septiembre por 1.500 millones de dólares, algo que para Rodríguez es una buena noticia, siendo que este superávit se da luego de seis años de déficits.

El primer año de Arce estuvo marcado por la construcción de una narrativa que señala que todos los problemas heredados por su Gobierno se deben a una mala gestión de Áñez y que lo que cabe es restituir el modelo primario exportador rentista vigente durante la Administración de Morales. La gestión de Áñez fue un desastre porque tuvo políticas desorganizadas e hizo muy poco en términos económicos, pero muchos indicadores ya estaban muy deteriorados antes de la crisis de 2019 y la pandemia. El modelo actual ya está agotado y las autoridades no ven cómo se ha desgastado la economía desde muchas perspectivas, especialmente con el crecimiento significativo de una economía informal.

La informalidad en Bolivia oscila entre el 70 y 80 % y expertos advirtieron de que la pandemia contribuyó a la precarización de empleos, las políticas de reactivación concentradas en la demanda han contribuido a la recuperación, impulsada también por el contexto internacional que ha mejorado. Aunque también hay un rebote estadístico que muestra que si bien la economía está creciendo de manera significativa, lo está haciendo muy abajo. La recuperación va lenta y se debe tanto a un mejor contexto mundial signado por el alza de precios de las materias primas, como a las medidas adoptadas por el Gobierno.

Lo más urgente es pacificar el país y romper esta dicotomía política tan dura que persiste y que ahuyenta inversiones, genera incertidumbre y no da proyección. También es importante enfocarse en áreas hoy olvidadas, pues a su juicio la recuperación ha sido desigual y mientras sectores como la minería e hidrocarburos crecieron muchísimo, otros como el turismo, la manufactura liviana y la gastronomía siguen en números rojos.

Se debe priorizar a ciertos sectores que han sido duramente afectados, especialmente aquellos que generan empleos de calidad y no seguir inflando la burbuja de consumo comercial que ha ayudado parcialmente a una recuperación en 2021.

Es importante tomar medidas urgentes para reactivar más rápido la economía, precautelar la estabilidad y evitar una crisis social, para lo cual es imprescindible un trabajo público-privado.

La promoción selectiva de exportaciones, la sustitución competitiva de importaciones, el combate frontal al contrabando y el incentivo de la producción nacional en el mercado interno son algunas acciones sugeridas para fortalecer las reservas y generar empleos sostenibles, entre otros.