La paz

Editorial
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El país entero está de acuerdo que la paz con legalidad es una realidad, y que es bueno que se entienda que, al no tener propietarios y ser también parte de una construcción colectiva, se reconozca lo que se construye es entre todos: los triunfos de Colombia son de todos los ciudadanos, y aquí lo único que importa es que cuando se construya la paz se está sembrando alegría en el corazón de cada ciudadano.

Así de sencillo es,la paz, como la dejó concebida el expresidente Santos, no es un logro de su gobierno sino de toda Colombia que soporta los entuertos de proceso en donde la justicia que juzga a los guerrilleros, los protege y los exonera de todos los crímenes atroces que por años cometieron contra el pueblo colombiano, dejándolos libres e inmaculados. De igual forma, los colombianos y, sobre todo, las víctimas han actuado con estoicidad, al no ser tenidos en cuenta para la consecución de la verdad, que es lo principal para poder pasar la página y seguir construyendo país.

Paz se ha alcanzado en cierto modo, paz total no existe como la concibieron en el gobierno pasado, porque simplemente no tiene presentación que después de haber cometido todo tipo de asesinatos y desmanes, ahora, y después de pasar por Justicia Especial para la Paz, JEP, salen convertidos en héroes y hasta tienen el cinismo de burlarse de la condición de las familias afectados y de las personas que sufrieron en carne propia el accionar de una guerrilla sangrienta.

Bien lo afirma el presidente Duque que expresa que la paz, como lo ha dicho tantas veces, no tiene dueño; el tren de la paz no le pertenece sino al pueblo colombiano, establecido en la Constitución, en ese bello artículo 22 y, por eso, se siente también en el deber de hacer referencia a que en la construcción de la paz también se tiene que enviar mensajes claros a quienes quieren, desde la violencia, seguir arrebatándole la tranquilidad a Colombia.

Alcanzar la paz significa la ausencia de violencia, alcanzar la paz significa el triunfo de la convivencia, alcanzar la paz significa que en Colombia nadie se sienta en situación de indefensión y temor por las razones de su pensamiento, de sus creencias, de sus actividades. Una de las más grandes conquistas que ha tenido nuestra sociedad es, justamente, que ha podido escudriñar y llegar a cuestionar ese maligno relativismo moral que, por muchos años, fue justificatorio de formas de violencia. No existen causas objetivas para que alguien le arrebate la vida a un hermano, a un connacional; no existen causas objetivas para justificar un secuestro, el reclutamiento de un menor, de minas antipersonales o quitarle la inocencia un niño para llevarlo y someterlo a toda la suerte de vejámenes. Reconocer que no existen esas causas objetivas es el triunfo de la democracia, de la genuina democracia, donde con la defensa plural y abierta de las ideas se puede llegar a grandes acuerdos, pero, también, en la libertad de elegir del ciudadano se construye la paz.

Colombia tiene una política de Estado en materia de desmovilización, desarme y reinserción, que ha sido adaptada, que ha sido también desarrollada por las distintas administraciones, pero que en los últimos 15 años ha empezado a abrazar los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición.

Por esta razón, la verdad debe ser total, que no sea una verdad adaptada, que sea una verdad oportuna, y que se entienda por parte de los victimarios; también que haya sanción, sanción moral, sanción efectiva y que, si se entiende que, si bien se habla del concepto restaurativo, también hay un anhelo de las víctimas al ver las sanciones.

Ahora bien, la reparación no puede ser discursiva ni declaratoria ni denunciativa, en la medida en que el país observa que los informes de la Fiscalía General de la Nación han señalado que falta reparación efectiva por parte de los victimarios. Avanzar en este propósito y solicitarlo no es ni atacar ni bombardear ni enemistar las instituciones; todo lo contrario, es buscar que todos caminemos como sociedad para que esa reparación se dé, y se dé manera exitosa.

De aquí se desprende la imperiosa necesidad de seguir investigando sobre la verdad de los mecanismo que utiliza las Farc para financiarse económicamente; conocer a fondo y castigar el matrimonio de las guerrillas y los narcotraficantes para actuar con contundencia frente a las rutas, los corredores de abastecimiento; permitir también saber quiénes son los proveedores de precursores químicos, quiénes son los compradores, las cadenas logísticas; derrotar ese narcotráfico, con esa información, es también vital para nuestro país, información que no suministran los guerrilleros cuando van a ser investidos de inocentes por la JEP.


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