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Editorial
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Los principales pasos fronterizos de Colombia con Venezuela fueron reabiertos parcialmente para peatones, por decisión del gobierno del presidente Duque, un preludio de la esperada reanudación de la actividad comercial, en donde los más beneficiados serán los venezolanos que atraviesan la frontera para recibir salud y educación secundaria en Colombia.

En su punto máximo estuvieron a la expectativa para los residentes de la zona fronteriza porque sabían la importancia del movimiento del tráfico comercial por los puestos de frontera con los estados venezolanos, cerrados desde 2015 por el gobierno de Nicolás Maduro, ya que esta actividad es vital para la economía de los dos países.

Previo al anuncio de la posible reanudación comercial de la frontera, el Gobierno venezolano retiró los contenedores que bloqueaba el paso por el puente internacional ‘Simón Bolívar’, con lo cual volvieron a cruzar peatones que vienen a Cúcuta para tratamientos médicos, comprar víveres y educarse.

Muchos venezolanos y colombianos residentes en ese país pasaron el cruce fronterizo, evitando las trochas por donde han circulado de manera ilegal en los últimos años, con la esperanza de que se levanten por fin las barreras a la circulación entre los dos países, que no tienen relaciones diplomáticas ni consulares desde febrero de 2019.

El intercambio comercial entre Colombia y Venezuela, que en 2008 llegó a superar los 7.000 millones de dólares, comenzó a caer en los años siguientes por las diferencias políticas entre los gobiernos y la crisis del país vecino, hasta quedar reducido casi a cero, lo que afectó la economía de esa zona.

Es innegable que este tema del cierre peatonal afectó no solamente a empresarios sino también la vida social y cultural de la frontera, hasta la economía informal se vio afectada; es incalculable la afectación por esta situación que se deriva de las diferencias diplomáticas y políticas entre Colombia y Venezuela, país este último que ha generado un completo desorden por el vacío que causa ante la ausencia de la democracia y el cumplimiento de los derechos humanos, que también ha afectado notoriamente el sector económico.

Colombia está dispuesta a empezar un proceso ordenado pero sin prisas, incluso se podrían reabrir los servicios consulares suspendidos desde 2019 cuando Maduro expulsó a los diplomáticos colombianos de ese país. Bien lo ha dicho el presidente Duque, ante la posición de Colombia de estar abierta a que si hay las condiciones y las garantías se pueda restablecer ese servicio consular; pero, obviamente, sobre la premisa de que existan todas las garantías en materia de seguridad. Aquí vale la pena citar que el gobierno colombiano recordó que aunque todas las fronteras del país estuvieron cerradas desde marzo de 2020 por la pandemia de la Covid-19, el pasado 2 de junio se autorizó la apertura gradual de los pasos terrestres y fluviales con Venezuela, por lo tanto por el lado colombiano hay un paso autorizado desde Colombia, sin embargo desde Venezuela esa apertura no se ha dado.

El levantamiento de los contenedores facilita el comercio binacional esperando comenzar con el transporte de carga, una vez se revise la estabilidad de los puentes y se ponga a puesta el dispositivo, para así afianzar la actividad comercial, en forma segura.

Los colombianos y venezolanos confían en que estos acercamientos conduzcan a una reanudación efectiva de las relaciones de vecindad ya que se necesita la apertura del paso vehicular para que se inicie una reactivación comercial porque el vínculo de comercio entre las dos naciones debe reactivarse de manera inmediata en favor del sector comercial y del transporte.
En cuanto a los servicios consulares en Venezuela, suspendidos desde 2019 cuando Nicolás Maduro expulsó a los diplomáticos colombianos que estaban en su país, solo se pueden reanudar si existen condiciones de seguridad, a las cuales hay que añadirle las garantías para que se pueda restablecer ese servicio.

A nadie le puede extrañar la decisión tomada por el presidente Duque porque el país siempre ha tenido una actitud amigable con los ciudadanos venezolanos, pero el gobierno no debe dejar en ningún momento de denunciar los atropellos de la dictadura y la convivencia que ha tenido esa dictadura con los grupos terroristas colombianos. Colombia ha tenido servicios consulares de manera permanente, hasta que los cónsules fueron expulsados por parte de la dictadura. Hay que aclarar que la reapertura de estos servicios más que tener que ver con qué tipo de gobernante hay en otro país es para garantizar la atención de los ciudadanos connacionales en otros territorios.

Maduro planteó a finales de enero del año pasado el restablecimiento de las relaciones a nivel consular con Colombia, propuesta que entonces fue rechazada por Duque al considerar que había muy pocas garantías en Venezuela para la prestación de servicios consulares por la constante violencia que hay por parte de la dictadura.