Después de la tormenta, encauzada la relación

Editorial
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El embajador de Estados Unidos en México, el hispanoamericano Ken Salazar, ha encauzado la relación con el país latinoamericano gracias a una apretada agenda de encuentros tras una turbulenta llegada en la que recibió reproches por el embargo a Cuba y lidió con la visita de Nicolás Maduro.
Salazar, nombrado por Joe Biden, cuando presentó el sus cartas credenciales al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se mostró entusiasmado de llegar a México justo a tiempo para celebrar las fiestas patrias. Pero su bienvenida no fue la mejor, puesto que el gran invitado al desfile militar por el Día de la Independencia de México fue el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en donde López Obrador tachó el embargo de la isla como una perversa estrategia. Mientras Díaz-Canel escuchaba a López Obrador como invitado de honor en primera fila, el nuevo embajador de Estados Unidos permanencia en última fila en una tribuna de invitados.

Apenas tres días después, México albergó la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, marcada por la inesperada presencia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien criticó que Estados Unidos considera América Latina su patio trasero. Aunque no hubo respuesta oficial a estos episodios, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, canceló su presencia al gran evento del bicentenario de México, lo que muchos interpretaron como una represalia. Poco después, Ken Salazar acompañó a López Obrador en la inauguración de la Feria Aeroespacial de México, en la que Estados Unidos fue el país invitado.

Y el aparente desencuentro diplomático se zanjó con un mensaje en vídeo de Biden emitido durante la ceremonia del bicentenario en el que declaró que México es el amigo más cercano de Estados Unidos. El jefe de la Casa Blanca dedicó buena parte de su discurso a elogiar a su embajador, cuya historia personal es una prueba de la profundidad y la fuerza de las conexiones entre ambos países. Ken Salazar, de 66 años y conocido por lucir siempre un sombrero de “cowboy”, fue secretario de Interior durante el primer mandato de Barack Obama, 2009-2013, y se define a sí mismo como “mexicano-estadounidense”. Salazar sustituyó a Christopher Landau, embajador de Donald Trump que dejó el cargo en enero, y llegó a México con la migración, la pandemia, la seguridad y la crisis climática como sus prioridades. En poco tiempo ha encauzado su turbulenta bienvenida a México, y López Obrador ya ha dicho que le dio gusto el interés de Ken Salazar por el tema migratorio.

También ha mantenido encuentros con empresarios mexicanos y con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, además de que eligió Tabasco, tierra natal de López Obrador, para su primer viaje dentro de México.

En contra de todo pronóstico, López Obrador mantuvo una estrecha relación con Trump, a quien visitó en 2020 en su único viaje al extranjero, lo que influyó en que México tardara varias semanas en reconocer la victoria electoral de Biden. Ello no ha impedido que el Gobierno de López Obrador y el de Biden estrecharan la cooperación migratoria ante el aumento histórico del flujo de personas que intentan llegar a Estados Unidos a través de México.

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, visitó México en junio y ha enviado varios cargamentos de vacunas contra la Covid-19 a ese país a cambio de sus esfuerzos para contener la migración.

A pesar de todo, y de los malos presagios, México y Estados Unidos tienen buenas relaciones, ya que hubo todos los diagnósticos y pronósticos posibles sobre que eso no era posible, que no iba a ser así, y, que iba a haber un desencuentro con la nueva Administración.