Invertir en las mujeres

Editorial
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Invertir en empresas lideradas por mujeres o desarrollar estrategias de inversión con enfoque de género son elementos cruciales para la recuperación de América Latina tras la pandemia y suponen una esperanza para las mujeres de la región.

Ellas representan casi la mitad de la fuerza laboral pero son las más perjudicadas por la actual crisis, por eso, cada vez más expertos apuntan a que mejorar su acceso a la financiación es imprescindible para lograr la igualdad, al tiempo que abre nuevas oportunidades de negocio para los inversionistas en la región. Una recuperación económica sostenible e inclusiva dependerá en buena medida de cuánto se invierta en ellas, y hacerlo es un buen negocio, no solo se trata de un eslogan.

La pandemia, que provocó una caída del PIB regional del 6,8 % en 2020 -la mayor recesión en 120 años-, ha profundizado todas las brechas de género, incluida la financiera, también ha logrado visibilizar la importancia de poner a las mujeres en el centro.

América Latina, con 42,8 millones de infectados y 1,4 millones de muertes por covid-19, busca ahora encauzar su mellada economía sin perder los grandes avances sociales de las últimas décadas, siendo la igualdad de género uno de los principales escollos.

En la región, solo el 46 % de las mujeres trabaja fuera de casa, frente al 69 % de los hombres, y lo hace con una mayor tasa de informalidad, peores salarios y mayor temporalidad, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal; esto se suma la barrera de las mujeres para acceder a crédito e inversión, la barrera financiera.

En Chile, por ejemplo, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, las mujeres tienen un 18 % menos probabilidades que los hombres de que les aprueben créditos. Es urgente concretar políticas laborales, fiscales y económicas que tengan un enfoque de igualdad de género como un requisito para poder combatir el machismo estructural de la región.

En la misma línea, un informe de ONU Mujeres apunta a que solo el 48 % de los fondos proporciona vehículos de inversión para empresas lideradas por mujeres y solo el 34 % apoyó a empresas a aplicar una perspectiva de género. Además, solo unas pocas ocupan los puestos de alto rango (37 %), y un número menor es parte del capital accionario (25 %), según el mismo reporte.

A esto responde a un arraigado machismo donde se asocia a las mujeres con una mayor irresponsabilidad laboral debido a las cargas familiares y otros factores. Es una barrera que cuesta romper y aunque soy partidaria de que se elija a las personas por meritocracia, se debe abrir las puertas a las mujeres con cuotas de género.

A pesar de recibir menos financiación, las empresas emergentes fundadas por mujeres generan el doble de rentabilidad. Asimismo, la Corporación Financiera Internacional, IFC, apunta a que las empresas con diversidad de género en mercados emergentes tuvieron un aumento del 13 % en la tasa interna de retorno. Conociendo estos datos, solo un machista seguiría sin financiar a las mujeres, y pagaría su patología con una menor rentabilidad.

Pese a que los fondos todavía tienden a concentrarse en compañías más grandes y con pocas mujeres, en los últimos años, algunos ya empezaron a buscar rentabilidad al mismo tiempo que crean impacto social. Viwala, un fondo mexicano de capital de riesgo que fomenta la igualdad o Pro Mujer, una organización que promueve en Bolivia la financiación de emprendimientos femeninos, son algunos ejemplos de fondos que han incorporado a su ADN una perspectiva de género. Equidad y negocio pueden y deben ir de la mano para desarrollar la economía de la región, solo hace falta conciencia.

En la misma línea, el financiamiento hacia el sector global de las femtech, empresas de tecnología dedicadas al bienestar femenino, también creció, de 100 millones de dólares en 2013 a 592 millones de dólares en 2019. Cuando las mujeres tienen más oportunidades, ganan más y las finanzas públicas mejoran. Todos se benefician de una verdadera igualdad.