El mundo está en problemas

Editorial
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El cambio climático avanza sin clemencia ante una humanidad que se rehúsa a cambiar de costumbres, una reflexión que debe obligar tomar consciencia de que el mundo está en problemas.

¿Cómo se hace para entender que seguir acomodados, de cierta manera, en nuestras actividades cotidianas y además defenderlas nos puede costar muchísimo? Por ejemplo, mucha gente piensa que el cambio climático se viene, pero pues no hay problemas más urgentes como llevar el mercado a la casa, darle educación a los hijos, tratar de aportar al fondo de pensiones.

En esa línea, existe la creencia de que alguien se estará haciendo cargo de ese tema; pero resulta que las condiciones planetarias que revela la ciencia son muy relevantes y ahí es donde la delegación de responsabilidades no funciona, se necesita que toda la ciudadanía tome consciencia de una manera muy drástica de que el mundo está en problemas.

La ciencia es un instrumento complejo que se ha construido por centenares de años y que, de todas maneras, aún no goza de la suficiente credibilidad, sobre todo, a veces, entre los tomadores de decisiones. Como ejemplo de esa falta de credibilidad están las discusiones sobre el conocimiento asociado con el manejo de la pandemia y las noticias falsas que circulan por todas partes, entre ellas tratamientos experimentales improvisados e interpretaciones totalmente inadecuadas o imprecisas del fenómeno; por ello, hay que hacer un llamado para que crezca la conversación entre ciencia y ciudadanía, entre la ciencia y los tomadores de decisiones.

La pandemia del coronavirus ha traído cosas muy positivas, así como cosas muy negativas para la lucha por la defensa del medioambiente.

En cuanto a lo malo, la Covid-19 ha consumido gran parte de los recursos y ha comprometido gran parte de los recursos de financiación en temas que no están directamente asociados con la adaptación a las condiciones del virus o al manejo de la crisis. Va a ver retrasos importantes en muchas áreas del conocimiento que no pueden ser -o no han sido- priorizadas en el corto plazo porque la ciencia tiene que dedicarse a los temas de la pandemia.

El ejemplo que se pone de ello es que muchos laboratorios de biología molecular del mundo se concentraron en la secuenciación del virus y en el desarrollo de las pruebas diagnósticas, por lo que aplazaron muchos experimentos y muchas cosas que pertenecían a otros programas. En cuanto a lo positivo, la pandemia abrió una reflexión sobre los orígenes de la zoonosis y el papel que juega la transformación de los ecosistemas en el riesgo global.

Se tiene que vivir con los resultados de esa transformación; esa reflexión global sobre esos cambios ambientales ha sido mucho más profunda gracias a la pandemia.
Ella misma se suma a esa reflexión y la gente se pregunta, ¿cuál es el riesgo de que se vuelva a producir una cosa parecida?, a lo que se puede responder que hay evidencia de que la deforestación, la contaminación y otros factores ambientales inciden muchísimo en la aparición y propagación de las plagas.