Robos, listas VIP y fraudes

Editorial
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América se enfrenta hoy a una nueva enfermedad, tan o más peligrosa que la Covid-19; fraudes, robos, cargamentos ilegales y listas VIP son las nuevas variantes de la pandemia que empañan la vacunación contra el coronavirus en este continente que, además de redoblar esfuerzos contra la enfermedad, debe ahora luchar para frenar las irregularidades.

Es increíble que los gobiernos tengan ahora que luchan contra otra pandemia tan agresiva y como si fueran pocos los más de 50 millones de contagiados con coronavirus que tiene el continente, a la lentitud en el proceso de vacunación en la mayoría de los países en el mes pasado se sumaron las cada vez más frecuentes denuncias sobre dosis desaparecidas y políticos inmunizados a pesar de no ser trabajadores de la salud ni adultos mayores, casos que no han ocurrido en Colombia.

Más que ilegalidad, lo que existe de manera arraigada en la sociedad es la corrupción y una alta flexibilidad frente a este flagelo. Lamentablemente, la mayoría de medidas en contra de la corrupción han tratado de reforzar las acciones punitivas y no tanto los factores de control social y, especialmente, la ética en el individuo que es en donde se vuelve permisible la corrupción.

El 26 de febrero de 2020 será una fecha para no olvidar en América Latina. Ese día, Brasil confirmó el primer caso de Covid-19 en Sao Paulo y desde entonces la pandemia se instaló en la región. Esta última semana de febrero el escándalo estalló en cuatro ciudades del país luego de que familiares de algunos ancianos informaran que los profesionales de la salud insertaron la aguja en el brazo de sus allegados pero no inyectaron el remedio.

Un video grabado en la ciudad de Petrópolis, en la región serrana de Río de Janeiro, en el que se observa a una anciana recibiendo una inyección con una jeringa vacía desató la indignación y obligó a que tanto la Secretaría de Salud como la policía investigaran. En Niteroi, también en Río de Janeiro, la policía acusó de malversación de fondos, un delito que tiene penas de hasta 12 años de prisión, a una enfermera que, de forma consciente, no aplicó la vacuna a una mujer de 90 años y respondió irónicamente al ser cuestionada por la familia de la paciente.

La vacunación con privilegios a diversas figuras vinculadas al poder en Argentina es otra perla del collar de irregularidades en América. El caso salió a la luz cuando el periodista Horacio Verbitsky, de 79 años y afín al Gobierno, reveló que se vacunó sin esperar su turno porque se lo pidió a su viejo amigo Ginés González García, entonces titular del Ministerio de Salud.

El hecho desembocó en la renuncia de González, quien fue imputado al igual que su sobrino, Lisandro Bonelli, que se desempeñaba como jefe de Gabinete del Ministerio, por los delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario público y malversación de caudales públicos. La chispa, ya encendida, llevó a la prensa a asegurar que además de Verbitsky hubo políticos, sindicalistas y empresarios allegados al Gobierno del presidente Alberto Fernández e incluso familiares de algunos de ellos ya vacunados.

Algo similar ocurre en Perú, en donde el denominado “vacunagate” permitió que 487 personas recibieran vacunas que eran para el personal que llevaba adelante los ensayos clínicos en el país.

En el estado de Florida, Estados Unidos, los mayores de 65 años, que son prioritarios para la vacunación, han enfrentado el llamado turismo de vacunas, y también posibles favoritismos políticos del gobernador republicano, Ron DeSantis. Los medios dan cuenta de historias de algunos turistas, especialmente argentinos, que visitaron Florida por las vacunas de Moderna y Pfizer, más no por sus playas y centros comerciales.

Y es que, en términos morales existe una falta de conciencia frente al efecto que situaciones como las antes mencionadas tienen en la sociedad. De hecho, para algunos historiadores la corrupción en América, especialmente en América Latina, tiene su origen en la forma como se constituyó la sociedad colonial, altamente jerarquizada, incluso por cuestiones raciales.

Esto, generó una serie de privilegios que, indistintamente, se han mantenido a lo largo del tiempo y le hacen creer a algunos que están por encima de otros por su color de piel, nivel económico o abolengo, aún en tiempos de pandemia.