Alerta en el 2022 con el voto electrónico

Editorial
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La Registraduría Nacional del Estado Civil está empeñada y se la está jugando toda para que le aprueben en el Congreso el Código Electoral; es decir, un cambio en las reglas del juego electoral. Una reforma consistente en una implementación tecnológica en la cual se incluye el voto electrónico exhibiéndolo como algo novedoso.

Desde luego con miras a obtener su aprobación se ha querido mostrar que es un avance tecnológico, que nos ubicaría como un país a la cabeza en el mundo en esa materia y que, dada su eficacia, habría mayor transparencia en las votaciones. Han hecho unas explicaciones persuasivas, una presentación intachable y consecuentemente muchos parlamentarios se encuentran convencidos de que verdaderamente vale la pena este nuevo modelo de votación. Afortunadamente aún no ha habido aprobación de ese proyecto.

Es preciso y justo reconocer el habilidoso manejo por parte del Registrador, Alexander Vega, toda vez que solo ha hecho ver la bondad de este nuevo sistema, lo cual es apenas normal porque desea su implantación, pero valga la verdad como se dice jocosamente, “de esto tan bonito no dan tanto”.

Observemos justamente lo ocurrido en Venezuela en donde también pusieron de manifiesto que era la gran modernización del sistema electoral al aplicar el voto electrónico conectado a una red central y de esa manera ha logrado ganar las elecciones primero el gobierno chavista y ahora el madurista. Pierden en las urnas pero resultan ganadores ante la autoridad electoral basados en aquello que se refleja con el voto virtual fraudulento. 

Contra lo que ordinariamente piensa la gente, en el mundo se evidencia un total rechazo a esta modalidad de votación, habida cuenta de que entre 243 Estados existentes entre independientes de hecho, soberanos y especiales tan solo son 7 países cuya vigencia es manifiesta. En Europa Bélgica y Estonia, en América Brasil, Venezuela y Estados Unidos y en Asia Filipinas e India.

Este sometimiento de la votación a las máquinas lejos de ser una innovación es un retroceso. Alemania lo habilitó en el 2005 y fundados en su propia experiencia negativa el Alto Tribunal germano equivalente a nuestra Corte Constitucional lo declaró inconstitucional. Las razones fueron que no hay seguridad; tampoco control de la ciudadanía; solo es una élite la que vigila; unos técnicos son los únicos capaces de auditar la votación y una sola empresa puede controlar el resultado de la votación. Todos los motivos expuestos son valederos y de mucho peso y se extienden a todas las naciones que tienen este modus operandi electoral.

Holanda, después de una investigación exhaustiva abolió el voto electrónico argumentando fallas de seguridad y poca transparencia. Se volvió al sistema de voto con papeleta. En el Reino Unido funcionó durante 12 años y lo extinguieron por las mismas consideraciones. Finlandia e Irlanda que habían optado por el voto electrónico echaron marcha atrás y siguieron con el voto normal de boleta de papel En España, Noruega y Dinamarca jamás lo han usado. Algunas naciones como Francia, México, Perú, Argentina y Canadá lo han utilizado en algunas zonas.

Felizmente algunos congresistas serios y de prestigio como Paloma Valencia y Rodrigo Lara han puesto el grito en el cielo, haciendo ver el absurdo de permitir la instauración del voto electrónico. Lara enfáticamente expresó que con ello solamente imperaría el fraude electoral en lo cual estamos totalmente identificados. No es sino mirar lo que ha pasado en la República bolivariana, pues gracias al fraude permanecen en el poder; de otra parte, una empresa cercana al expresidente Santos tendría la principal responsabilidad técnica. ¿Qué tal eso? 

Esperemos y confiemos en la sindéresis de nuestros representantes y senadores, para que ese proyecto se hunda en las votaciones.