La imprudencia y las malas prácticas

Editorial
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La terrible tragedia de ayer en la mañana, en la vía que de Ciénaga conduce a Barranquilla, a la altura del municipio de Puebloviejo, es crónica de una muerte anunciada.

Desafortunadamente, la imprudencia y las malas prácticas cada vez que sucede un accidente en ese camino, son las directas responsables de los siete muertos registrados al cierre de nuestra edición editorial, y más de 50 heridos, al estallar un camión cisterna con gasolina.

Por su condición social y económica, los habitantes de Puebloviejo, Palmira, Tasajeras e islas del Rosario, tienen la vieja y mala costumbre que cada vez que se registra un accidente en ese tramo, corren a buscar lo que queda en la vía, para llevárselo, venderlo y sacar un provecho económico, llegado a la desfachatez, de registrar los cuerpos de los fallecidos y de los heridos para ver que encuentran en su tétrica búsqueda, en vez de socorrerlos.

Según versión oficial de la Concesión Ruta el Sol II, quien responde por las operaciones de la ruta Ciénaga-Barranquilla, un camión cisterna que cargaba gasolina se accidentó en el kilómetro 46, en jurisdicción de Puebloviejo, lo que produjo que enseguida llegaran los habitantes cercanos al sitio, cargados con sus pimpinas vacías, para recoger el hidrocarburo derramado producto del accidente del vehículo.

A pesar de las advertencias de peligro y de cuidado por la situación en que se encontraba el vehículo accidentado, los pobladores de Puebloviejo siguieron en sus malas prácticas y costumbres, y cuando el camón estalló, fueron los primeros, desafortunadamente, en recibe la candela que quemó a más de 50 personas, creando más caos y desorden en el momento.

Puebloviejo, al igual que Tasajera, Palmira el Islas del Rosario, está asentado sobre la isla de Salamanca, una delgada división entre la Ciénaga Grande de Santa Marta y el Mar Caribe y tiene alrededor de 33 mil habitantes, la mayoría de ellos en difíciles y lamentable situación socio-económica, ya que derivan su sustento de la pesca y la venta de esta actividad en plena vía y de la poca actividad turística del lugar; a lo anterior hay que sumarle que es el segundo municipio con mayor casos de positivos patógenos, en el Magdalena, por lo que la pandemia de la Covid.19 en este municipio ha arrojado el fallecimiento de 22 personas y 161 casos positivos de coronavirus, en una población en donde no se cumplen los protocolos de bioseguridad, por la falta de educación y conciencia de sus habitantes.

Desde hace mucho tiempo estas poblaciones están acostumbradas a actuar en momentos críticos, a pesar de las advertencias, exhortaciones y amonestaciones para que terminen con esta práctica tan macabra de buscar lo que no es de ellos, en lugar de ponerse a ayudar a los necesitados e implicados en tragedias viales.

Poco caso han hecho a esos llamados de atención, que se acentúan en diciembre, cuando ponen a niños y niñas en la mitad de una peligrosa vía, a pedir dinero para la Navidad y los festejos de Año Nuevo; ahí se les ve la falta de responsabilidad de unos padres, que a sabiendas del peligro que corren sus hijos e hijas, no hacen nada para evitar la situación.

Otro terrible situación se genera por la irreflexión de algunos, y es que en Puebloviejo, Ciénaga y Santa Marta, con este cuadro tan lamentable de la pandemia de la Covid-19, en donde las camas hospitalarias valen oro, se le suma la utilización de estas y de Ucis para el alto número de quemados que no hicieron caso de las advertencias del peligro que representa la imprudencia y las malas prácticas de años, dejando más maltrecho el delicadísimo sistema de salud en Santa Marta y en el Magdalena.