Homo Faber

Editorial
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Hace unos días dentro del panel de especialistas sobre la pandemia que entrevistan a diario en la cadena de noticias CNN en español, uno de ellos decía que sin temor a equivocarse tendremos que seguir utilizando los protocolos de bioseguridad mínimo durante los próximos tres años ¿Una visión fatalista? o realmente ¿es la realidad que no todos hemos de asumir por dar prioridad a otras acciones en la vida?

 

El hecho de anteponer una necesidad que tenemos de producir bienes y servicios, por encima de un momento que atraviesa el mundo y que amenaza con extinguir la vida humana, es un tema que no se había analizado hasta que tuvimos que toparnos con la Covid19.

Desde que nacemos ya estamos marcados con el chip de tener que cumplir un rol que nos destaque y que a la vez nos ayude a sobrevivir. No podemos parar, la constante de tener que producir, producir y producir, más parece venir de una teoría insertada desde los libros sobre proletariado escrito por Marx, que aterrizarnos en una visión apocalíptica que para muchos la muestran como "ciencia ficción" y la subvaloran sin motivo aparente.

Sí, es verdad, hacemos parte de la rueda sinfín por la que corren sin derecho a parar los hámsters enjaulados manteniendo el lema "si no trabajas, no comes".

Entonces, pasamos de ser una especie silvestre perteneciente a un entorno natural el cual debemos compartir con el resto se seres vivientes, a ocuparnos de tener que llegar al primer eslabón de la cadena alimenticia.

La educación recibida borró de nuestra memoria ética que somos tan vulnerables como un insecto que puede desaparecer de la faz de la tierra ante amenazas desconocidas e invisibles como la de un simple virus que solito nos puede acabar.

La carrera contra el tiempo de encontrar una vacuna que prevenga el coronavirus no parece tener la loable tarea de preservar a nuestra especie, sino más bien tratar de mantener la mayor cantidad de seres humanos en pie para que sigan en la constante que sostenga este desalmado "capitalismo salvaje".

Parece no haber vuelta atrás, el tener que convertirnos desde el mismo nacimiento en unos "Homos Faber", haciendo alusión a la frase acuñada desde los tiempos de la antigua Grecia, pasando por los grandes pensadores de los siglos y en la que nos invita a ser unas personas con la capacidad de "controlar nuestro entorno con el uso de herramientas", como lo afirma la filósofa neoyorquina Hannah Arendt (1906-1975), nos ubica de nuevo en la vieja discusión académica que divide al mundo entre materialista e idealista, donde el humanismo pasó de ser una tendencia que alababa nuestra esencia pura del ser a una remasterizada vanidad que se mantiene solo con invertir a diario en el trabajo.

Sentarnos y meditar "será cuestión de locos", pensará la mayoría. Trabajar sin descanso aunque el coronavirus nos aceche, es lo más importante, al fin y al cabo nadie es imprescindible en esta vida y somos reemplazados por otros.

Y como dijera en una de sus primeras letras compuestas uno que no es filósofo, pero nos pone a pensar  en su canción, el español Julio Iglesias: "Al final las obras quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán.... la vida sigue igual”.