Salud y economía

Editorial
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Argentina ha logrado contener por el momento la epidemia de coronovirus con su estrategia de priorizar la salud pese a la recesión económica que arrastra el país desde hace dos años y en plena negociación del canje de su abultada deuda, lo que ha reforzado el liderazgo del presidente Alberto Fernández.

No obstante, la imagen positiva de Fernández, que alcanzó su nivel más alto tras decretar la cuarentena el pasado 20 de marzo, ha caído en las últimas semanas, en parte por algunos errores de gestión y también por el cansancio de los argentinos por el confinamiento y su impacto económico. La pandemia de coronavirus llegó a Argentina en el peor momento para su economía y cuando apenas se cumplían los primeros 100 días de gestión del presidente Fernández, que decidió extender por cuarta vez la cuarentena hasta el 24 de mayo.

El Gobierno de Argentina fue uno de los primeros en América en confinar a la población y paralizar la economía, y los resultados comparados con otros países, como Brasil o Estados Unidos, están a la vista: 6.879 casos confirmados y 344 fallecidos. La tasa de duplicación de casos en Argentina, a nivel nacional, ha pasado de 3,3 días el 20 de marzo, cuando se inició la cuarentena, a 25,1 días en la actualidad y las iniciales previsiones de cuándo alcanzaría el país el pico de contagios se han ido retrasando de mayo a junio.

Ante el dilema de preservar la economía o la salud, Fernández ha reiterado en múltiples ocasiones que no duda en proteger la vida.
Pero el éxito en la gestión de la crisis por el coronavirus con la temprana decisión de decretar la cuarentena ha tenido un fuerte impacto en la economía que se estima que tendrá este año una caída superior al 6 %. Sin embargo, Fernández resiste las presiones para abrir la economía y considera que ningún país ha logrado jamás demostrar que el fin del aislamiento haya servido a la economía. Porque, en realidad, solo ha servido a aumentar el contagio y las muertes, sin evitar el deterioro económico.

La pandemia de coronavirus también ha tenido su impacto en la famosa “grieta” que divide Argentina. La pelea contra el virus ha sido presentada por el Gobierno como una causa de “unidad nacional” y ha dejado algunas imágenes para la historia como la del mandatario flanqueado por referentes de las principales fuerzas políticas, incluidos líderes opositores, cuando anunció el pasado día 19 de marzo el inicio de la cuarentena.

Pese a las diferencias y a que hay algunos sectores de oposición que han criticado algunas de sus decisiones, Fernández mantiene una buena sintonía con uno de los principales referentes opositores, el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien le ha acompañado en la mayoría de las ruedas de prensa en las que se ha anunciado las extensiones de la cuarentena.

Esta rara muestra de consenso en Argentina se debe a que todos saben que esta crisis se va a llevar a toda la clase política puesta y están tratando de evitar eso. Cuando los políticos se unen es porque saben que el costo de lo que viene es para todos; que no es que uno se salva y el otro no, y entonces empieza la pelea por quién queda.

El otro gran frente que tiene Alberto Fernández es evitar que Argentina caiga en un nuevo “default”, cese de pagos. En un último intento, el Gobierno argentino extendió hasta el 22 de mayo el plazo para las negociaciones con acreedores privados por la reestructuración de una deuda de 66.239 millones de dólares

El plazo de aceptación de la oferta que lanzó el Gobierno argentino caducaba inicialmente el pasado viernes, pero decidió prorrogarlo después de que no lograra el apoyo necesario de los acreedores. La propuesta incluye un período de gracia de tres años, es decir, empezar a pagar en 2023, una quita de capital del 5,4 % , y un recorte de intereses del 62 %.