España y otras monarquías

Editorial
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Hoy en el colectivo imaginario no es muy concebible que todavía existan y funcionen como tales las Instituciones monárquicas.
El convencimiento generalizado es que cayeron los Zares rusos, el Rey Luis XVI en Francia y desaparecieron los Reinos. Ocurre como con el comunismo en que la concepción mayoritaria cree que con la caída del Muro de Berlín fenecieron las ideologías comunistas y no hay tal pues ahora aún siguen abriéndose campo por todo el mundo.

Las monarquías son innumerables, las más relevantes se encuentran en Occidente, específicamente en territorio europeo, como Dinamarca, Suecia, Noruega, Holanda, Luxemburgo, Mónaco, Bélgica y Liechenstein. Otras africanas pasan desapercibidas; en cambio, sobresalen entre los árabes, Arabia Saudita y en Asia Japón. Indiscutiblemente la de más respeto y reconocimiento de todas es la británica dado su poder en muchas comunidades de naciones. Es menester resaltar que las monarquías occidentales son auténticamente democráticas y sus estructuras de funcionamiento son muy semejantes.

Su característica notable nos subraya de que “La Reina o el Rey reinan pero no gobiernan”. En algunos casos la Constitución en su parte administrativa pone un Primer Ministro en otros un Presidente de Gobierno. De todos modos los Jefes de Estado son los monarcas. Los Reyes absolutistas poseen poderes totales en materia administrativa, legislativa y judicial al estilo de Luis XIV en Francia quien pregonaba: “El Estado soy yo”. El absolutismo se vislumbra en Arabia Saudita, Omán, Qatar, Brunei y en Suazilandia donde el Rey escoge entre miles de mujeres a 50 con las cuales hace vida marital. En América asombra que las islas de Caimán, Antigua, Bermudas, Barbados, Jamaica, Belice y Granada a pesar de que se descolonizaron después de la segunda guerra mundial tienen como Jefe de Estado a la Reina Isabel de Inglaterra. Lo mismo sucede en las Islas Malvinas (las del litigio con Argentina). La responsabilidad directa está a cargo de unos Gobernadores Generales y en algunos casos Primeros Ministros.

El deber ser es que toda Reina o Rey tenga un alto perfil, esto es una preparación integral, dominio mínimo de dos idiomas independientemente del nativo. La mayoría estudian Derecho, Relaciones Internacionales, Ciencias Políticas y Humanidades. En los hombres de las cosas relevantes es su formación militar.

Un requisito sine qua non es que el Rey por el hecho de ser el Comandante de las Fuerzas Militares y por ende de todos los cuerpos armados y organismos de seguridad debe haber sido Oficial en cada uno de los Ejércitos de tierra, mar y aire. Ello quiere decir que en cada Academia militar en particular deberá graduarse con el primer grado en la fuerza terrestre al igual que en las fuerzas navales y aéreas. Consecuentemente puede usar el uniforme del Ejército, Armada o Fuerza Aérea.

Esto no lo entiende en la Madre Patria el Vicepresidente Pablo Iglesias, el Petro español, puesto que censura sin razón alguna el hecho de que el Rey porte sus uniformes que él ciertamente jamás podrá exhibir. En España al Rey se le denomina Capitán General de los Ejércitos. Es conveniente e importante recordar que en la invasión de las fuerzas de élite del Reino Unido en el conflicto de Las Malvinas entre Argentina e Inglaterra el primer helicóptero que sobrevoló y desembarcó a sus soldados en el ataque contundente de las tropas inglesas en esas islas estaba comandado por el Príncipe Guillermo.

En España volvió la monarquía por sugerencia y decisión del General Franco. El padre del abdicado Rey Juan Carlos aspiraba y quería ser el monarca pero su enemistad con el dictador Franco era de tal magnitud que éste le cerró el paso no solo al poder sino que no podía Don Juan pisar territorio español, de ahí que durante el Franquismo estuviese asilado en Lisboa. Quizás por ello el aspirante al trono incluso colaboró en un golpe de estado fallido. Felipe VI ha mostrado seriedad, pulcritud y transparencia a diferencia del padre que al final se vio forzado a abdicar por causa de sus indiscretos romances y abusos de poder. A Juan Carlos se le recuerda por haber conjurado el intento de golpe de Estado del Coronel Tejero. El actual Rey le ha dado realce, popularidad y respeto a la monarquía.