El San José patrimonio de los colombianos

Editorial
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Vuelve la controversia sobre el rescate del galeón San José. Ahora el Gobierno colombiano dice que no pagará el rescate del galeón, hundido frente a Cartagena de Indias en el siglo XVIII por corsarios ingleses, con el patrimonio que se halle en el pecio, como había previsto el ex presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

Para el actual Gobierno, esta fórmula de pago es inaceptable ya que lo que está en el galeón San José puede tener gran valor económico, pero antes que nada, todas y cada una de las piezas que se rescaten son de enorme e incomparable valor cultural e histórico para Colombia y para el mundo.

Para rescatar el San José, el anterior Gobierno, de Juan Manuel Santos, puso en marcha un proceso de contratación de una alianza público-privada, App, que se pagaría principalmente con piezas rescatadas del mismo galeón, siempre que no fueran declaradas como patrimonio sobre la base de una polémica ley aprobada poco antes de que se hiciera público su hallazgo, sin embargo, el presidente, Iván Duque, ha prorrogado en varias ocasiones el plazo para contratar a la empresa que debía extraer el San José ante el temor a que suponga la pérdida de patrimonio nacional, especialmente por la posibilidad de que el pago al contratista se realice mediante la entrega de piezas extraídas del galeón.

Su riqueza histórica y cultural no tiene precio y el derecho de los colombianos a conocer, difundir y preservar este tesoro cultural no se negocia y no se puede feriar por los anticuarios del mundo.
El Congreso aprobó una ley, la 1675 del 30 de julio de 2013, que tiene por objeto proteger, visibilizar y recuperar el Patrimonio Cultural Sumergido. Según dicha ley, forman parte de ese patrimonio todos los restos que estén en aguas colombianas, incluidas las especies náufragas constituidas por las naves o artefactos navales y su dotación, sus restos o partes, dotaciones o elementos yacentes dentro de estas, cualquiera que sea su naturaleza o estado, y cualquiera sea la causa de la inmersión, hundimiento o naufragio.

No obstante, no se considerarán patrimonio cultural sumergido las cargas comerciales constituidas por materiales en su estado bruto, cualquiera sea su origen, tales como perlas, corales, piedras preciosas y semipreciosas, arenas y maderas, así como los bienes muebles seriados que hubiesen tenido valor de cambio o fiscal tales como monedas y lingotes. Además incluye la posibilidad de hacer una alianza público privada para que una compañía cazatesoros recupere el pecio y obtenga una compensación de hasta el 50 % del valor de los bienes, en este caso, en el galeón, que no constituyan patrimonio cultural de la nación.

Ante esta situación, vale la pena recordar que en las profundidades del mar no hay solo un montón de cañones, vasijas y joyas ni un puñado de monedas. Allí está una parte de nuestra historia y de la trayectoria del Nuevo Mundo y jamás debe ser despresada. El Galeón San José es único e indivisible. En él reposa una parte importante y valiosa de nuestra historia y de nuestra trayectoria cultural; además solo debe beneficiar a la historia de la humanidad y debe ser un aporte para el conocimiento y la cultura, por eso la decisión no es solo una convicción, es un asunto de interés público y una obligación Constitucional que deben cumplir.

Es lamentable que el gobierno de Santos hubiera pactado el pago con piezas del rescate. En el estudio realizado se ha encontrado que el originador de la App le insistió al gobierno Santos que se buscara una fórmula diferente al pago en especie, pero fue el gobierno anterior el que insistió en pagar con piezas del San José. No se entiende cómo prefirieron entregar nuestra historia en vez de protegerla.

En los próximos días la Vicepresidenta, Martha Lucia Ramírez, quien está al frente de este tema, presentarán al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural el informe final de la exploración realizada con la solicitud de que reconozca al San José y todos los elementos del naufragio como una colección única e indivisible. El objetivo es que lo declare como patrimonio cultural en su integridad y de ese modo ni una sola astilla, ni una sola vasija, ni una sola moneda, ni una sola piedra, nada de lo que está en la zona del naufragio, podrá ser comercializado.