Tragedia ambiental

Editorial
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El mundo entero está pendiente de lo que sucede en Brasil, más  concretamente en Amazonas, uno de los veintiséis estados que junto con el distrito federal forman la República del Brasil. Su capital es Manaos y está ubicado en la región Norte del país, con 1 559 159 km² es el estado más extenso del país y de toda Sudamérica, y el noveno del mundo, y ahora con toda la atención mundial encima, por el cruel y devastador incendio que consume hectáreas ricas en flora y fauna y difíciles de recuperar en  miles de años.

El daño  ecológico es irreparable y enorme; las hectáreas de bosques quemados, arrasaron con especies naturales y vivas afectando el equilibrio del medio ambiente  creando un hueco ambiental de considerables dimensiones.

Colombia no es ajena a este problema ecológico y social que afecta a Brasil, ya que comparte fronteras con este país; en medio de esta tragedia el presidente Duque ofreció  su ayuda y la del gobierno nacional a los brasileros, para combatir la tragedia ambiental causada por los incendios que han consumido vastas zonas de selva de la Amazonía, región considerada fábrica de agua dulce y de oxígeno para el mundo.

La tragedia ambiental en el Amazonas no tiene fronteras y debe llamar la atención de todos en el mundo para proteger el pulmón del mundo, que ahora necesita ser restaurado para una recuperación total, que puede abarcar un tiempo bastante largo.

Las imágenes de los incendios que consumen extensas regiones de estados amazónicos de Brasil han causado alarma mundial esta semana y se convirtieron en tendencia en las redes sociales con llamamientos a las autoridades para que traten de extinguirlos.

A este problema ambiental se le suma el de responsabilidad social y política, ya que ahora han comenzado a inculparse los dirigentes del país buscando responsables.  El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, admitió que no tiene pruebas para acusar a las ONGs por los incendios que arruinan parte de la Amazonía;  pero reiteró que ellas son las mayores sospechosas por el desastre causado por la sequía, las altas temperaturas y también por la deforestación. Pero no solamente las ONGs están en la vista del gobierno de Brasil; también están hacendados de la región que descuidan las políticas ambientales para sacar su propio provecho sin darse cuenta del daño que le causan al mundo y hasta el propio gobierno, ausente y sordo de las denuncias,  son los  principales responsable de esta tragedia.

Según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, Inpe, que contabiliza los incendios en Brasil mediante imágenes de satélite, los focos de fuego en todo el país en lo que va de este año superan en un 83 % a los del mismo período de 2018. En un informe difundido, el INPE precisó que entre el 1 de enero y el 18 de agosto registró 71.497 focos de incendio en el país, 52,5 % de ellos en la región amazónica.

Colombia tampoco es ajena a los incendios forestales y en los últimos días los bomberos y el Ejército han combatido varios de ellos, el de mayor gravedad en departamento del Huila; allí el Ejército, la Defensa Civil y los bomberos controlaron un incendio que consumió 100 hectáreas. En total se logró salvaguardar 700 hectáreas que se veían amenazadas por el fuego, evitando un daño mayor.

El mundo se entera de la desgracia ambiental por las denuncias que se han hecho a través de las redes sociales, de otro modo nadie estuviera al tanto de los sucedido. Ahora solo resta esperar que el fuego se apague, para hacer un análisis de lo sucedido y del programa de recuperación y protección que se le debe brindar, con todas las de la ley,  a la Amazonía.