La nueva ruta de la seda: ¿el inicio del ocaso occidental?

Editorial
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A finales del pasado mes de abril se celebró el foro de la nueva Ruta de la Seda en Pekín, liderado por el presidente chino Xi Jinping.

El evento reunió a más de 35 mandatarios de todo el mundo y motivó además la anexión de más países a la estrategia comercial del gigante de Asia. Pese a que la iniciativa no es nueva, pues inició en el año 2013, sí plantea algunos panoramas interesantes en la geopolítica global.

Lo primero es que hablar de una nueva Ruta de la Seda nos recuerda a una constante en la historia de China, la cual ha tenido de manera intermitente desde el siglo I A.C hasta hoy una importancia crucial no sólo en las relaciones comerciales de este país con el resto del mundo sino en los alcances diplomáticos y culturales a los que llegó. No en vano, la ruta de la seda fue determinante en épocas como la del auge del Imperio Romano, así como en los siglos XIII y XIV en medio de la expansión del Imperio Mongol con Gengis Khan y los relatos de famosos viajeros como Marco Polo o el musulmán Ibn Battuta. En ese mismo sentido, no puede negarse que el comercio con China ha marcado gran parte de la historia del mundo.  Incluso el motivo de los viajes de Cristóbal Colón hacia el Atlántico se sustentaba en la búsqueda de nuevas rutas comerciales con Asia distintas a las ya conocidas, como la de la Seda, creyendo Colón recién llegado que había llegado a Catay, China, sin darse cuenta que su expedición se topaba con un nuevo continente. En suma, la Ruta de la Seda ha sido evidencia histórica no sólo del interés de Occidente por las ventajas del comercio chino sino de los chinos por consolidar su expansión en el mundo.  

Lo segundo es que ese interés expansionista no es ajeno al poder político del gobierno actual chino.  Una gran parte de los países de Asia, África y Europa ya han firmado acuerdos con China para el desarrollo de infraestructuras en el marco de la nueva Ruta de la Seda y ahora el horizonte del presidente chino está puesto en América Latina, en donde rápidamente parece avanzar en su camino, pues países del hemisferio como Perú, Uruguay, Cuba, Chile, Bolivia, Costa Rica y Ecuador ya se han adherido formalmente a la ruta comercial propuesta por Xi Jinping.

Otro factor a destacar es que la nueva Ruta de la Seda, a diferencia de las anteriores versiones, viene cargada de unas bondades distintas, en un contexto mundial distinto, pues trae beneficios como préstamos e inversiones directas en infraestructura nueva o en mejoramiento de la existente para los países que deciden unirse a la estrategia comercial. Esto significa en plata blanca construcción de puertos, ferrovías, carreteras, puentes, entre otras instalaciones que cualquier país con ganas de mejorar su desarrollo y fortalecer su comercio internacional acepta con gusto. Incluso ya algunos más avanzados, como Italia, se han lanzado a la marea.

Del otro lado está el gran opositor, el abanderado de la democracia occidental y líder del hemisferio: Estados Unidos.  ‘El Tío Sam’ ha dejado ver abiertamente su férrea postura contra la consolidación del mercado chino, lo cual ha demostrado además con los recientes incrementos a los aranceles a ese país en territorio americano. Sin embargo, pese a la notoria molestia gringa, el mundo de hoy parece más inclinado a estrechar la mano de Xi Jinping a cambio de prebendas económicas, que seguir haciendo caso a la voz del imperio norteamericano.

La expansión comercial china en América Latina no sólo pone de manifiesto una nueva realidad en la geopolítica mundial sino que empieza a marcar pasos de gigante en territorio enemigo. De seguir avanzando esa consolidación China en el hemisferio, Estados Unidos se verá obligado a mover alfiles que hasta ahora no ha movido en el ajedrez de la política internacional.  Estos movimientos sólo nos muestran que el concepto de imperialismo en realidad nunca nos abandonó en la historia y, por el contrario, viene más recargado que nunca con una potencia cultural con dinero en la billetera. ¿Será esta la puerta por la que se cuela el inicio del fin de Occidente tal y como hasta ahora lo conocemos?

Como es de esperarse, Colombia, prudente y tímida, parece conservar su teoría del réspice polum cuando la estrella cada vez nos alumbra menos.



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