Hombre precavido vale por dos

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Escrito por:

Cristobal Moreno Charris

Cristobal Moreno Charris

Columna: Blosgs

e-mail: crimorcha@yahoo.es


El pesimismo  nunca ha sido mi proclividad y por el contrario, he procurado ser optimista ante los hechos difíciles y momentos en que esta actitud lo requiere con ahínco.

Pero una cosa es que sea pesimista y otra cosa es que se analicen y se pongan los pies en el suelo.

Colombia roza los cuarenta y nueve millones de habitantes, contando ahora los recién llegados, y esta cifra es preocupante cuando pensamos en la necesidad de vacunarnos todos y en el menor tiempo posible.-

Repito, no es pesimismo, pero viendo la provisión de estas dosis, que se nos muestra como en cuenta gotas, la cuestión se torna bastante peluda, para quitar el término pesimista. Menos de un millón de dosis para esta cantidad de habitantes, y no es que no puedan conseguirse, sino la urgencia que hay que tener para vacunarnos todos.

Todos  nosotros los “pueblerinos” hemos pasado las verdes y las maduras con todas las “enfermedades” que han llegado a nuestros pueblos, pero como no conocíamos ni siquiera el término “Virus” lo achacábamos a “esta jodia que está dando” pero que inmediatamente recurríamos a nuestro propio vademécum  y con las recetas caseras, las aguas, las cucharadas, las gárgaras, los buches, los sobos,  nos íbamos curando y todo volvía a la calma.

He aquí el título que he puesto a mi advertencia,  porque es menester recordar como cuando nos cogía una tos, enseguida a tomar Infundía, ( esto se lo voy a dejar como tarea para que recuerden o busquen que era eso) pero también había que comer bastante marañón  y de paso asar la semilla para comer el aceite que también era “muy bueno”.

Si te daba fiebre, y esta subía como para que al poner la mano en la frente del afiebrado te quemara, (no todos teníamos termómetros) enseguida había que bañarlo en alcohol y si este era de “palito”, mejor,  en una botella se echaba el alcohol y se le metía toda clase de hierba para las fiebres. Si la fiebre persistía, había que bañarlo metiendo el paciente en la alberca de la casa.

Si el problema era de ahogamiento o dolor en la garganta, el milagroso remedio era la Miel de calabazo, que, por cierto, alguien creyó en ella y hoy se vende sofisticadamente envasada y “libre de toxinas”

No sigo con el vademécum pues solamente me refiero a los síntomas que produce el contagio de este virus, como son, dolor en la garganta, tos, fiebre. -

Mientras se nos acaba el pesimismo de que las vacunas no alcanzaran para todos, volvamos a nuestro optimismo y nuestros remedios  porque ciertamente, el hombre precavido vale por dos.



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Autor: Cristobal Moreno Charris