Carta a Ana B

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Escrito por:

Diego Alejandro Rangel Salamanca

Diego Alejandro Rangel Salamanca

Columna: Blogs

email: alejandrorangelsalamanca@gmail.com

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Quise emular el título del último libro de Alfredo Molano “Cartas a Antonia” en este primer ejercicio de volver de alguna manera a Santa Marta hoy gracias a su periódico.

Lo hago porque más allá de las listas de los libros más vendidos del año pasado es un texto que nos invita a reencontrarnos con lo más profundo de la historia de Colombia y re-conocer un país que habita luego de los grandes ciudades; en los caminos de herradura, en las montañas, en el inmenso llano y las honduras de la manigua .

Alfredo Molano cambio en muchos sentidos la forma de hacer sociología en nuestro país, si quiere usar una imagen: lo hizo a lomo de mula, caminado y escuchando sobretodo escuchando, al otro al que no tiene voz ni parte en la historia de un país que se ha contado a cuenta gotas.

Su último texto  “Cartas a Antonia”, es un recorrido por este país un relato íntimo, cariñoso, dulce. Si se quiere una versión amorosa de la historia desde el cielo rojo de Bogotá en el 9 de abril del 48 hasta las postrimerías de un acuerdo de paz que hoy está por hacerse.

Es intimo ya que fue escrito para su nieta Antonia, en cada línea es un pedacito de historia que se escribió y vivió con mucho amor, nos cuenta la tragedia de la violencia como los campesinos dejaron de sembrar un día arroz, yuca y plátano, por la marihuana y luego por la coca, víctimas del abandono y de la economía atroz,  de esa lógica del mercado que avasalla lo que encuentra a su paso.

Es cariñoso, porque se narra con la complicidad que solo se puede tejer con los seres amados en este caso su amada nieta, y en ella todos los niños de nuestro trágico presente con un porvenir traslucido hoy por los retos que implica vivir y esperamos superar una pandemia, sino también por los reclamos de siempre, violencia, economía, educación y un largo etc..

Es un relato que al mismo tiempo es un viaje, que nos invita a recorrer los lugares más profundos que él conocía como nadie de este país, pero también es una descripción de esos lugares Barcelona, Cuba, New York, la Calera, donde con cada aventura se construyó una relación invaluable entre Abuelo y Nieta.

Es amorosa porque nos cuenta con una simpleza que solo la sabiduría sabe construir como el colonialismo por la exploración de los recursos naturales de Colombia ha atravesado la historia y han configurado la violencia. Llega a ser triste de alguna manera cuando narra con crudeza los avatares de enfrentar una enfermedad como el cáncer. Como su voz se fue apagando.

Pero también su relato es un relato esperanzador que nos hereda un legado y una serie de tareas no soló Para Antonia, sino también para Ana B y todos los que estamos hoy en este inminente presente, construir un país, un hogar, dónde las diferencias entre unos y otros desaparezcan y todos tengan voz.

Un lugar donde las cifras de muertos y desplazados dejen de ser paisaje o simples datos del noticiero de turno. Alfredo Molano  no los dijo bien “estamos tan acostumbrados a los muertos que nuestra historia no tiene fechas; sucede como como en el plano de una sola guerra. Guerra que no se sabe cuándo comenzó y menos, cuándo puede terminar”

Hoy todo está por hacerse, poner el punto final de esa guerra. Para ti Ana B, hacer posible que el relato de la violencia sea la historia de este país y no su eterno presente, donde los retos de este 2021 que apenas inicia con muchas incertidumbres cada vez sean más certezas de un mejor lugar.

Gracias Antonia por permitirnos a todos conocer esa maravillosa relación con tu abuelo y en ella la historia de esta geografía. Ese texto hoy motivo esta  reseña que no es más que el compromiso de una pequeña tribuna desde la escritura de hacer del mundo un lugar mejor para tu generación la generación de Ana B.



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Autor: Diego Alejandro Rangel Salamanca