La Navidad de antaño, recuerdos de los abuelos

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La Navidad es la época más bonita del año, en la que los aguinaldos, los villancicos, el pesebre, la natilla, los buñuelos y lo principal, la familia, son protagonistas.

La Navidad es una de las fiestas litúrgicas más antiguas de la iglesia católica, en la que se celebra la venida de Jesús, hijo de Dios, al mundo terrenal y además es una de las fiestas más populares en Colombia, que se relaciona con todo el mes de diciembre. La señora Mary Fawcett recuerda las Novenas de Navidad desde hace unos 30 años, es decir, en la década de los 90’s.

Es así como año tras año desde las comunidades, barrios y ciudades, se visten de Navidad. En esta época marcada en la memoria de niños y grandes, viajamos a los recuerdos de dos adultos mayores de la ciudad, Mary Fawcett y Dagoberto Acosta, quienes contaron a EL INFORMADOR sus recuerdos navideños.
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Los que más recuerdan los adultos mayores de la Navidad de antaño son los aguinaldos, con una particular tradición que se vivía el día de Navidad, y aun se vive en algunos barrios de Santa Marta, cuando los más pequeños madrugaban a ver qué les había traído el niño Dios.


Uno de los detalles más recordados de la Navidad de antaño son los regalos o ‘aguinaldos’, que suelen ubicarse debajo del arbolito.

Los regalos eran juguetes, por lo que la mañana del 25 de diciembre se veía a los niños en la calle jugando con sus artilugios nuevos. La alegría y la inocencia eran lo principal en este día.

Recuerdos de Navidad

“La Navidad era una belleza, más que todo me entusiasmaba el 8 de diciembre la bola de candela que le llamaban, toda la madrugada pateando bola de candela. Ya eso no, hoy en día ha perdido entusiasmo”, relata el señor Dagoberto, habitante del barrio Villa del Río.



Dagoberto Acosta, 66 años, residente en el barrio Villa del Río.

Don Dagoberto o ‘Dago’ como lo conocen de cariño, asegura que ya no es igual. A pesar que la Navidad trae alegría a la familia, señala que no es igual que antaño, cuando la magia, la inocencia y la tranquilidad estaban presentes.

“La Navidad antes uno la celebraba con entusiasmo y ese entusiasmo se reflejaba en toda la ciudadanía, hoy en día que estar uno precavido con tanta inseguridad. Mientras tanto uno antes pasaba una navidad tranquila, lo mucho que podía haber era trompá”, señala el señor Dagoberto en tono coloquial.

En los recuerdos de infancia de la señora Mary Fawcett, residente en el barrio Alcázares, no están las novenas, sin embargo, si celebra esta tradición desde hace varias décadas e incluso tiene bellas decoraciones navideñas en su hogar.

“Cuando yo estaba pequeña yo no veía eso de que se reunían los niños en las casas para hacer la Navidad y darle los regalitos, pero de hace unos 30 años atrás si porque yo también lo he hecho de reunir los vecinitos y el 24 repartirles los regalitos”, cuenta.

Milagro en Navidad

De tantas navidades vividas, siempre quedan buenos recuerdos. La señora Mary acogió en su hogar a niños para realizar la novena de aguinaldos por muchos años, el recuerdo de un milagro le quedó marcado en su memoria.


Mary Fawcett de 71 años, residente en el barrioMary Fawcett de 71 años, residente en el barrio Alcázares.

“Yo tengo una anécdota muy bonita de un niñito que a la hora de las peticiones el niño dijo: le voy a pedir al niño Dios una casa porque ya estoy cansado de estar cada día en un lugar”.
La petición causó curiosidad a la señora Mary, sin embargo, para su sorpresa, el deseo se hizo realidad.

“Yo me encontré con la mamá después de eso en enero, y le pregunté ¿cómo están los niños? Me dice: «imagínate que una plata que yo tenía en el gobierno, que nunca esperaba que me llegara, me llegó y me compré una casa».

Entonces yo me puse contenta también por lo que me había contado el niño y que fue tan rápido que se le presentó una oportunidad a esa señora para comprar su casa para sus hijos”.

La magia de la Navidad transforma y para quienes viven esta celebración de corazón, con profundo recogimiento y alegría por el nacimiento del niño Jesús, las posibilidades se hacen infinitas. Lo importante es creer y abrir la puerta a Jesús para que habite en nuestras vidas y nuestros corazones.


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