La capital del Magdalena ha sido merecedora de varios ritmos y letras escritos en su nombre a lo largo de los años. Sus playas y su gente son los motivos más resaltados por aquellos músicos de antaño que inmortalizaron a la ciudad en una serie de rimas que, al día de hoy, continúan siendo de gran valor para los samarios.
Redacción EL INFORMADOR
Durante varios años, Santa Marta fue una fuente importante de inspiración para aquellos artistas que veían en el vaivén de las olas del mar un motivo suficiente para crear melodías distintivas que resaltaran las experiencias ofrecidas por la ciudad dos veces santa.
En sus mejores épocas, la perla de América fue protagonista de un sinnúmero de canciones que, posteriormente, se convirtieron en himnos y sones especiales que hoy por hoy siguen retumbando en la memoria de las personas que alcanzaron a disfrutar el nacimiento de algunas de estas melodías.
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Es por eso que en esta ocasión presentaremos un pequeño resumen de las canciones compuestas en honor a la capital del Magdalena, buscando resaltar la importancia cultural que fue marcada a lo largo de los años en este territorio y también para conmemorar los 495 años que hoy cumple de fundada.
Composiciones para Santa Marta
De los registros musicales de la época, esta es quizás una de las melodías más antiguas. Su publicación data de 1900 y se convirtió en un ritmo especial en aquellos tiempos en los que la selección magdalenense de fútbol volvió coronada como campeona de los Juegos Olímpicos Nacionales celebrados en Cali en 1928. Su autoría se le atribuye al cienaguero Eulalio Meléndez.
En 1945 se popularizó en la ciudad esta canción, escrita por el acordeonero Manuel Medina Moscote, y que relata a grosso modo la historia de Joaquín Mier y Benítez, quien a mediados del siglo XIX mandó a comprar un tren en Francia que pretendía entregar a la ciudad, todo esto gracias a sus exuberantes ingresos como dueño de una hacienda productora de caña de azúcar. Ya teniendo la máquina, cayó en cuenta de lo difícil que iba a ser conseguir el permiso para la construcción de las vías para su circulación, “train vias”. Por lo anterior, la rima musical adaptó la expresión extrajera y se eternizó como “tranvía”.
La Orquesta de Eduardo Arman, argentino, fue la primera en grabar “Santa Marta Tiene Tren”. En 1946, la Orquesta del Caribe de Lucho Bermúdez la grabó nuevamente en Cartagena bajo el sello de discos Fuentes. Recientemente, en el 2017, fue descubierta una versión entonada por la cantante cubana, Celia Cruz, que había estado archivada desde 1999, según explica Javier Vásquez, director de la Sonora Matancera.
El cantautor Lucho Bermúdez, nacido en el Carmen de Bolívar, escribió esta canción en 1948 y la interpretó en 1956, como un reconocimiento a la belleza que solía admirar en el pueblo de pescadores que se levantaba imponente en un rincón al norte de Santa Marta.
Interpreta por Gustavo Quintero en el grupo Los Hispanos en 1968 y compuesta por Adolfo Echeverría Comas, un cantante barranquillero que dedicó gran parte de su carrera a interpretar ritmos tropicales que tomaron fuerza en las celebraciones del carnaval en su natal Barranquilla. “Para Santa Marta” fue prácticamente un regalo otorgado su ciudad hermana, que, además, al año siguiente fue interpretada por Cheo García, con la orquesta venezolana Billos Caracas Boys.
Este tema musical salió al mundo en 1974 en la voz de Cheo García, mientras cantaba para la Orquesta Billos Caracas Boys. Sus autores fueron el colombiano Carlos Vidal y Víctor Mendoza, quien era venezolano.
El Samario
Álvaro Tovar, proveniente de Fonseca, La Guajira, escribió esta canción en 1974 y posteriormente fue grabada por Nelson Antonio Osorio Montero, músico venezolano, que en la década de los 60 ganó un amplio reconocimiento en distintas ciudades de Colombia por la naturaleza de sus ritmos tropicales.
Santa Santa Santa Marta
A través de esta canción, el artista barranquillero Jesús Arturo García Peña, conocido como Mario Gareña, cantó a la majestuosidad de Santa Marta y a las características que, en desde su punto de vista, la hacían única.
A través de la letra, hace un nostálgico recorrido por lugares icónicos de la ciudad como El Morro, la Sierra Nevada, El Rodadero y la Quinta de San Pedro, resaltando el mar y los paisajes que se complementaban con el cielo.
Aunque la fecha de publicación de esta canción no se encuentra totalmente definida, hay quienes la ubican entre 1969 y 1970. Al día de hoy, cincuenta años después, continúa siendo insignia de la historia musical samaria.
Esta es quizás unas de las composiciones más recordadas por los samarios y que ha logrado transcender la barrera del tiempo, pues, al día de hoy, las letras escritas por el cartagenero Alfonso de la Espriella Ossío en 1975, continúan vigentes en la memoria de adultos y jóvenes que sienten conexión con Santa Marta y la cultura que esta canción exalta.
Para componer esta melodía, De La Espriella se inspiró en su esposa María Cristina Tovar Delgado, quien es samaria y se dedicaba a cantar boleros. Indio Tayrona fue incluida en un Long Play EP, que contenía canciones dedicadas a Santa Marta para celebrar sus 450 años de fundación.
Aunque se tienen muy pocas referencias de esta pieza musical, se sabe que fue interpretada por el músico dominicano Cuco Valoy e hizo parte del álbum “Mejor Que Nunca”, lanzado en 1985. La letra entonada por Valoy resalta a Santa Marta como un territorio al que le guarda aprecio, sin dejar a un lado la belleza característica de sus playas.
Este tema fue escrito y grabado por el Rey Vallenato Alejo Durán en 1975 y relata las riquezas paisajísticas de la ciudad, el amor infinito que le profesaba y la inspiración que Santa Marta generaba en él.
Te Regalo a Santa Marta
La melodía, escrita por Dagoberto López Mieles e interpretada por el conjunto musical compuesto por Armando Moscote y Rafael Salas en 1981, fue merecedora del segundo puesto a la Mejor Canción en el Festival del Magdalena Grande celebrado ese mismo año.
Aunque actualmente ya no son tan reiterativas estas dedicatorias a la Perla de América, siempre quedará plasmada la inspiración que sus playas provocaron en cientos de artistas que pudieron presenciar y apreciar la majestuosidad de sus paisajes.
