Más de 40.000 palestinos han muerto por la ofensiva militar que Israel emprendió en Gaza tras el ataque de Hamás a su territorio el pasado 7 de octubre, según el Ministerio de Salud de la franja.
Tras un año de guerra en Gaza, y con Hamás y Hizbulá prácticamente ‘descabezados’, un sentimiento de euforia invade a la sociedad israelí, dando alas a la derecha más extremista y justificando una escalada regional que amenaza su economía y la aísla cada vez más del resto del mundo.
Este es el diagnóstico de Tal Elovits, un consultor político que trabajó como gestor del grupo parlamentario laborista en una legislatura anterior, y las encuestas más recientes parecen darle la razón.
Tras un período de impopularidad extrema, primero por la reforma judicial y agravada después por los ataques del 7 de octubre, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, vuelve a liderar los sondeos, y su coalición de Gobierno, la más extremista en la historia de Israel, volvería a ganar en unas hipotéticas elecciones.
Una sociedad dividida
Esas tensiones no son más que el reflejo de una sociedad extremadamente dividida: por la reforma judicial, por un lado, pero también por la inclusión de los judíos ultraortodoxos en el Ejército, la gestión del acceso a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén o, incluso, el rumbo de la economía.
En este último punto, el analista recuerda que el presupuesto para 2025 todavía no ha sido aprobado, mientras las agencias de calificación de crédito no dejan de rebajar la nota de Israel y el país afronta un gasto por la guerra en Gaza de más de 20.000 millones de euros.
De no aprobarse el nuevo presupuesto antes del 31 de marzo, el Gobierno se disolvería automáticamente y se convocarían elecciones anticipadas.
Y si bien parece que Netanyahu ha conseguido por el momento alejar el fantasma de la repetición electoral, con el país inmerso en una ofensiva militar en Líbano y tras recibir el apoyo del opositor Gideon Saar (que se sumó a la coalición a cambio de un cargo de ministro sin cartera), Elovits recuerda que ningún Gobierno israelí ha logrado acabar su mandato desde 1992.
Cada vez más aislados
La deriva extremista del Ejecutivo de Netanyahu, consecuencia de la necesidad de mantener el apoyo de los partidos ultranacionalistas Poder Judío y Sionismo Religioso (ambos liderados por colonos antiárabes), también ha servido para aislar a Israel en la arena internacional.
Incluso Estados Unidos, su mayor aliado diplomático y militar, ha adoptado una postura cada vez más crítica con las autoridades israelíes, sancionando a algunos colonos en Cisjordania ocupada o retrasando el envío de armamento por el desproporcionado impacto que sufren los civiles en la Franja de Gaza.
Para Udi Sommer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv y experto en la relación entre EE.UU. e Israel, la tensión entre aliados demuestra las profundas diferencias filosóficas que existen entre un Ejecutivo demócrata (el que lidera Joe Biden) y uno dominado por la extrema derecha.
Sommer, en una entrevista con EFE, explica que, para Biden, la liberación de los rehenes israelíes en Gaza es una prioridad, mientras que para Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, los líderes de Poder Judío y Sionismo Religioso (ambos al frente de carteras de peso en el Gobierno israelí), cualquier acuerdo con Hamás equivale a una derrota.
¿Una euforia pasajera?
La nueva oleada de ataques contra Hizbulá en Líbano, que han acabado con la vida del líder del grupo, Hasán Nasrala, y otros altos cargos de la que es considerada la milicia proiraní más poderosa, ha dado un espaldarazo al expansionismo y militarismo que dominan Israel.
Una sensación de euforia recorre la sociedad israelí, pero para Tal Elovits, el fenómeno es, probablemente, pasajero, al recordar la guerra del Yom Kipur, en 1973, a la que siguió apenas seis años después la normalización de las relaciones con Egipto.
Además, si bien el Likud de Netanyahu se está haciendo fuerte en las encuestas, lo hace a costa de Ben Gvir, lo que sugiere que el número de votantes de ultraderecha no estaría creciendo tan rápido como parece y los bloques se mantienen más o menos estáticos.
Aun así, el experto admite que sus ideas, y en particular la noción de que Israel debe mostrar una fuerza extrema para asegurar su supervivencia en Oriente Medio, se están normalizando, a medida que la tensión regional crece y la posibilidad de una solución diplomática se aleja más y más.
Hezbolá confirma la muerte de su líder
El movimiento islamista libanés Hezbolá confirmó este sábado la muerte de su jefe, Hasán Nasralá, en un bombardeo israelí la víspera en los suburbios del sur de Beirut, bastión del grupo proiraní, horas después de que Israel anunciara que lo había matado.
Una fuente próxima al movimiento proiraní había afirmado anteriormente que “se perdió el contacto” con Nasralá desde el viernes por la noche.
Horas antes, el ejército isarelí afirmó que había matado al líder de Hezbolá. “Hasán Nasralá está muerto”, declaró un portavoz del ejército israelí, Nadav Shoshani, en la red social X.
El grupo islamista palestino Hamás tachó el asesinato de Nasralá de “acto terrorista cobarde”. Hasán Nasralá, de 64 años, era un hombre muy poderoso y venerado en Líbano. Líder de Hezbolá desde 1994, vivía en la clandestinidad desde hace años y aparecía pocas veces en público.
“El mensaje es simple: sabremos alcanzar a cualquiera que amenace a los ciudadanos de Israel”, advirtió el jefe del Estado Mayor israelí, el general Herzi Halevi. EFE