En Santa Marta, los conductores enfrentan un auténtico calvario al transitar por la vía Troncal del Caribe, específicamente en el tramo que conecta los sectores de Mamatoco y Bonda.
Esta carretera de índole nacional debería facilitar el movimiento de los habitantes, pero se ha convertido en un dolor de cabeza diario debido a los constantes embotellamientos, la falta de infraestructura adecuada y la casi inexistente regulación de las autoridades.
A lo largo de los 2.39 kilómetros que comprenden el trayecto desde el puente del Once de Noviembre hasta la Y de la entrada al corregimiento de Bonda, todo tipo de vehículos se mezclan en una caótica vía: buses intermunicipales, tracto mulas, taxis, motocicletas, motocarros e incluso vehículos de tracción animal comparten un espacio reducido y desordenado. Los trancones son parte del paisaje diario, sobre todo en las horas pico, entre las 6:30p.m. y las 8:00 p.m., cuando la afluencia de vehículos se multiplica exponencialmente.
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Falta de autoridad reguladora
Uno de los mayores problemas es la falta de control por parte de las autoridades de tránsito. Durante un recorrido que realizó EL INFORMADOR por la zona el pasado 24 de agosto, solo se pudo observar a un par de agentes de movilidad, que, en lugar de supervisar el tráfico, permanecía en su celular mientras estaba estacionado sobre su motocicleta. Este escaso control provoca que, por ejemplo, conductores de buses aprovechen para recoger pasajeros fuera de los espacios designados, ralentizando el tránsito en la vía.
Cultura ciudadana y violaciones de las normas de tránsito
La cultura ciudadana en esta área parece haberse desvanecido ante el caos. No es raro ver a conductores adelantando en contravía, una práctica extremadamente peligrosa habitualmente empleada por motociclistas que pone en riesgo la vida de los peatones y otros conductores. Los conductores que no colocan direccionales, motociclistas sin casco, motocarros transportando personas como ‘taxis colectivos’; todo esto ocurre en una vía que no está preparada para soportar tal volumen de tránsito ni la imprudencia de algunos de sus actores.
El resultado de estas imprudencias se manifiesta en un tráfico aún más lento y caótico. La falta de sanciones efectivas permite que las infracciones proliferen, lo que contribuye al deterioro general de la movilidad en la ciudad, sumado a la nula campaña de cultura ciudadana que ejerce la administración.
Conductores atrapados en un trancón en la vía Troncal del Caribe, tramo Mamatoco - Bonda, durante las horas pico.
Falta de pasos peatonales
Otro factor que contribuye al caos es la ausencia de cruces peatonales seguros. Las personas que deben atravesar esta concurrida vía se ven obligadas a sortear los vehículos sin ningún tipo de protección. La carencia de pasos peatonales señalizados y adecuados genera un riesgo latente tanto para los peatones como para los conductores que en ocasiones deben frenar bruscamente ante un cruce inesperado.
“Yo cruzo a mis hijos todos los días para llevarlos al colegio, claro que sé que es peligroso, a veces hemos pasado el susto porque las motos se meten por todas partes o nunca falta el busetero que tiene afán. Si nos hace falta un lugar por donde podamos pasar con seguridad, o donde los carros tengan que parar, acá no hay ni semáforo” dijo Esperanza Maiguel, moradora del barrio Garagoa, a EL INFORMADOR.
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Parqueo descontrolado y obstáculos en la vía
A la ya congestionada vía se suman los vehículos que estacionan al costado de la carretera, reduciendo aún más el espacio disponible para el flujo vehicular. Este mal hábito no solo complica la movilidad, sino que obliga a los conductores a realizar maniobras peligrosas para sortear los vehículos estacionados. En algunos casos, los estacionamientos improvisados bloquean parcialmente la calzada, lo que empeora el problema de la congestión.
Los barrios aledaños a la Troncal del Caribe, como Timayüí, Cantilito y Garagoa, han experimentado un crecimiento acelerado en los últimos años, pero la infraestructura vial no ha seguido el ritmo de este desarrollo. Las administraciones de los últimos años pavimentaron más de 7.420 m2 de calles internas, pero la vía principal no ha sido ampliada, o sometida a un plan de mejoramiento vial para disminuir los trancones, lo que ha resultado en un cuello de botella constante.
El desorden vial que se experimenta diariamente es un reflejo de la falta de planificación y de la incapacidad para proyectar soluciones a largo plazo que puedan mitigar el impacto del crecimiento poblacional en la infraestructura vial.
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Hora crítica y colapso vial
Las horas de mayor congestión en esta vía se concentran entre las 5:30 p.m. y las 8:00 p.m., momento en que trabajadores y vehículos de carga coinciden en un mismo trayecto. El resultado es un colapso total del flujo vehicular, donde avanzar un kilómetro puede tomar más de media hora. Esta situación provoca frustración y estrés en los conductores, quienes a diario deben lidiar con el caos sin vislumbrar una solución a corto plazo.
Los ciudadanos demandan mayor presencia de las autoridades de tránsito y una intervención integral que contemple la ampliación de la vía, la señalización adecuada y la implementación de pasos peatonales seguros. La falta de estas medidas básicas convierte a la Troncal del Caribe en una trampa mortal para peatones y conductores por igual.