Alfonso Enrique Vives Campo, uno de los mejores alcaldes de la ciudad

Alfonso Enrique Vives Campo

Vida y Obra Pepe Vives de Andreis
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Alfonso Enrique Vives Campo nació en Santa Marta el 11 de septiembre de 1943. Es el menor de los hijos del matrimonio conformado por José Benito Vives De Andréis y Silvia Rosa Campo de Vives.

Tal y como se acostumbraba en la época, aprendió sus primeras letras en casa, con la orientación de una maestra particular y el apoyo de su madre.

En el año 1951, a la edad de 10 años, inició sus estudios en el Liceo del Caribe, para luego cursar el bachillerato en el Colegio Franciscano San Luis Beltrán.

Tras su grado de bachiller partió a Bogotá para empezar su formación superior en la Universidad del Rosario, donde obtuvo su título de Doctor en Jurisprudencia en 1971, con la tesis titulada El peculado en la legislación colombiana.

Juramentación de Alfonso Vives Campo como Doctor en Jurisprudencia de la Universidad del Rosario en 1971.

A su regreso de la capital, constituyó una oficina de servicios legales en el edificio Posihueica, propiedad de su padre, donde empezó a litigar a la edad de 28 años.

Dos años más tarde fue nombrado Juez Tercero de Instrucción Criminal radicado en Santa Marta, la figura del fiscal de la época, por lo que le correspondía instruir el sumario, el cual una vez perfeccionado era remitido a los jueces competentes.  

Ocupó el cargo durante tres años, en una época complicada cuando la región Caribe era el escenario de la disputa entre las familias Cárdenas y Valdeblánquez, la guerra entre clanes más sangrienta que conoció el país antes del auge del narcotráfico y el paramilitarismo.

El conflicto entre las dos familias de Dibulla, que inició en La Guajira en 1970, se extendió hasta Santa Marta y Barranquilla, y fue justo en estas capitales en donde tuvieron lugar los episodios más violentos, que suponían un verdadero dolor de cabeza para quienes tenían la obligación de investigarlos.

Un caso que lo obsesionó durante esa época fue el desfalco en la entonces Fábrica de Licores del Magdalena, creada por su padre, José Benito Vives De Andréis, durante su gestión como gobernador del departamento (1939 - 1942), como una obra para dinamizar la economía y diversificar las fuentes de empleo en la región.

Recopiló todas las pruebas necesarias para demostrar que la empresa era utilizada por políticos de entonces para financiar sus campañas, pese a que sus investigaciones le valieron amenazas de diversos sectores del departamento.

Aunque logró recabar los argumentos necesarios, los jueces los desestimaron y omitieron dictar las sentencias a las que había lugar. Sin embargo, el tiempo le dio la razón cuando años más tarde la fábrica tuvo que cerrar sus puertas acabada por la corrupción.

En 1973, mientras fungía como Juez de Instrucción criminal, contrajo matrimonio con Beatriz Margarita Caballero Aduen, de quien se separaría años más tarde. De esa unión nacieron Alfonso Enrique, Jaime Eduardo, Alberto Mario y María Beatriz Vives Caballero.

Un año más tarde fue nombrado Juez Primero Civil Municipal, cargo que desempeñó durante un bienio.

En 1976 lanzó su candidatura a la Asamblea Departamental y resultó electo. Como diputado, presentó el proyecto de Reforma del Código Fiscal, que fue aprobado, así como una serie de propuestas de carrera administrativa que también resultaron favorecidas. Durante ese periodo tuvo una voz enérgica denunciando los casos de corrupción que se presentaban en el Magdalena.

Alfonso Vives Campo (derecha) en la Asamblea Departamental de Magdalena.

En el año 1982 fue designado Secretario de Gobierno Departamental durante la administración de Sarita Valencia Abdala, en la época en la que Belisario Betancourt era presidente de la República.

Durante ese periodo fue nombrado por Valencia Abdala como jefe de la comisión negociadora por el departamento en los diálogos con el M-19, para iniciar un proceso de concertación que permitiera la reinserción en la vida civil a ese grupo guerrillero.

El Movimiento 19 de abril, mejor conocido por su numerónimo M-19, fue una organización insurgente de centro izquierda integrada por estudiantes universitarios, muchos de ellos magdalenenses, que surgió bajo el argumento de un fraude no comprobado en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, que dieron como ganador a Misael Pastrana Borrero sobre el general Gustavo Rojas Pinilla.

En un contexto en el que el Gobierno buscaba un acuerdo de paz con dicha guerrilla, a Alfonso Vives Campo le tocó entablar conversaciones con Alfonso Jacquin, uno de los miembros de la Dirección Nacional del grupo insurgente, quien pereció dos años más tarde en Bogotá en la toma del Palacio de Justicia; así como con Clementina Cayón, madre de Jaime Bateman Cayón, fundador y líder de la organización subversiva, quien murió en un accidente aéreo cuando volaba desde Colombia hacia Panamá. Dichas funciones las mantuvo hasta 1983, año en el que se retiró de la Secretaría de Gobierno departamental.

Juramentación de Alfonso Vives Campo como Secretario de Gobierno departamental, por parte de la gobernadora Sarita Valencia Abdala, en 1982.

No fue sino hasta el año 1986 cuando se expidió el Acto Legislativo que ordenó la elección de alcaldes por voto ciudadano. Hasta entonces los mandatarios locales eran designados por el gobernador del Departamento, quien a su vez era nombrado por el presidente de la República.

Un año después de dicha modificación, Alfonso Vives Campo se presentó como candidato por el partido Liberal a la Alcaldía de Santa Marta, teniendo como contendientes a Alfonso López Carrascal y Carlos Lacouture Dangond.

El espíritu de servicio heredado de su padre, las ganas de trabajar por la ciudad y el apoyo de su familia lo llevaron a postular su nombre para las primeras elecciones municipales de Santa Marta.

Su recorrido por los diferentes barrios de la ciudad para conocer los clamores de sus habitantes duró un año, en el que se dedicó a ofrecerle a la ciudadanía samaria alternativas para mejorar el suministro de agua potable y el sistema de alcantarillado.

Siendo apenas aspirante a la Alcaldía viajó a Aruba para conocer el modelo de suministro de la isla, donde funciona una planta desalinizadora que potabiliza el agua de mar, con la esperanza que el sistema funcionara para Santa Marta.

Tras un recorrido por la planta de la pequeña nación caribeña y entrevistarse con sus operarios, determinó que tal opción era inviable para la capital del Magdalena, que para la fecha tenía unos 400 mil habitantes, una población muy grande para ser atendida por ese tipo de sistemas.

Dos años después de la publicación del Acto Legislativo 01 del 9 de enero de 1986, aprobado por el presidente Belisario Betancur y cuando ejercía como Registrador Nacional del Estado Civil Humberto de la Calle Lombana, se realizaron los primeros comicios municipales del país.

Fue así como el 13 de marzo de 1988 Alfonso Vives Campo se convirtió en el primer alcalde de Santa Marta por elección popular. Tras una ardua campaña de un año, obtuvo 28.419 votos. En dichos comicios quedó en segundo lugar Carlos Lacouture Dangond, quien tuvo 22.298 votos, seguido por Alfonso López Carrascal, quien solo logró 7.948.

Primer discurso de Alfonso Vives Campo tras ser electo alcalde de Santa Marta el 13 de marzo de 1988, luego de lograr 28.419 votos.

Su primera meta fue constituir un equipo de trabajo idóneo, conformado por personas capaces, con experiencia y méritos profesionales, no por influencias o compromisos políticos.

“Tras los resultados electorales todos los políticos fueron a mi casa, incluso los que nunca antes me habían visitado, para que los tuviera en cuenta en la conformación del gabinete. Pero yo nunca fui politiquero, así que cuando nombré a mis secretarios lo que tomé en consideración fue la capacidad de las personas”: Alfonso Vives Campo.

Sobre su motivación para optar por el cargo de burgomaestre, recuerda:

“Quise ser alcalde por intuición, tras ver el ejemplo de mi progenitor, quien quería mucho a Santa Marta. Sentí un apego y un agradecimiento especial por la tierra en la que nací. Eso se le va metiendo a uno en la cabeza por ósmosis”: Alfonso Vives Campo.

Asumió como alcalde el 1 de junio de 1988 y desde ese día inició una gestión orientada principalmente a resolver el problema de la falta de agua en la capital del Magdalena. Y debía buscar una solución pronta, ya que su periodo duraba solo dos años. La tarea no era sencilla, puesto que la ciudad tenía una capacidad de endeudamiento negativa de 80 millones de pesos y un presupuesto real de 720 millones de pesos.

Juramentación de Alfonso Vives Campo como primer alcalde electo de Santa Marta en 1988.


En sus recorridos por la planta de tratamiento de agua ubicada en el barrio Mamatoco y reuniones con asesores en la materia, conoció a Guy Opdenbosch, un ingeniero samario de ascendencia europea, quien se había dedicado a estudiar la problemática que aquejaba a Santa Marta.

Opdenbosch era ingeniero civil, eléctrico y mecánico, egresado de la Universidad de Bruselas. Fue diseñador del trasvase del río Piedras en los años 1988 y 1989. Además, fue el operador y autor del rediseño y fabricación de nuevos filtros para la planta de tratamiento de agua ubicada en Mamatoco en 1987.

“Él me dijo que para dar solución rápida y proyectada para unos 20 años, había que hacer el trasvase del río Piedras, optimizar la planta de tratamiento de Mamatoco para que tuviera mayor capacidad, construir el tanque de almacenamiento del cerro Tres Cruces con su estación de bombeo en la parte baja. Estas obras las dejamos totalmente ejecutadas e inauguradas. En cuanto al trasvase del río Piedras, la obra quedó debidamente licitada, financiada, contratada y en ejecución, a través de tres consorcios, una para cada tramo”: Alfonso Vives Campo.

El alcalde Alfonso Vives Campo inspeccionando el avance de la construcción del tanque de agua en el cerro Tres Cruces.


Siguiendo las recomendaciones de Opdenbosch, el entonces alcalde aprobó las obras de mejoramiento de la planta de tratamiento de Mamatoco, la construcción de una estación de bombeo en el cerro Tres Cruces, el trasvase del río Piedra y la instalación de nuevas redes de acueducto en diferentes barrios de la ciudad, todo con una inversión de 2.200 millones de pesos.

Con la optimización de entonces de la planta de tratamiento de agua de Santa Marta, se logró aumentar el caudal de 300 a 800 litros por segundo, un incremento de la capacidad de 166 por ciento.

Trabajos de optimización de la planta de tratamiento de agua de Mamatoco.


El trasvase del río Piedra, que se financió con los recursos provenientes del Fondo de Desarrollo, permitió la conducción de 450 litros por segundo adicionales a las instalaciones de Mamatoco en épocas de sequía.

En el primer año de gestión de Alfonso Vives Campo, el Gobierno nacional ordenó la eliminación de la Sociedad Anónima Empomarta, la encargada de la prestación del servicio de agua en la ciudad, de tal manera que el municipio recibiera directamente la administración de los sistemas de acueducto y alcantarillado. La empresa se había convertido en un nido de burocracia, tenía seriamente comprometida las operaciones y creó una crisis que amenazaba con dejar seca a la capital del Magdalena.

Como alcalde, Vives Campo gestionó la intervención de Planeación Nacional para que adquiriera el compromiso de liquidar a Empomarta.

En ese contexto, se convino crear una sociedad de economía mixta que se encargara del manejo del acueducto y alcantarillado, en la que los particulares tuvieran 51 por ciento del capital y el municipio 49 por ciento. Esto para que el comportamiento social se rigiera por el Código de Comercio y evitar las trabas que suponían las normas del Estado y el Municipio, de otra manera, no se podría resolver en corto tiempo el problema para el suministro de agua.

“Se creó Metroagua sin otro interés que ayudar a solucionar el problema del agua en Santa Marta, que logró aumentar el recaudo de la cartera de 35 millones a 70 millones, al tiempo que aumentaba la cobertura de la prestación del servicio”: Alfonso Vives Campo.

Durante su administración, Vives Campo se empeñó en reorganizar la estructura del municipio, cuyos recursos en su mayoría estaban destinados a cubrir gastos de funcionamiento.

“Cambiamos la ecuación viciosa y deletérea en la que 98 por ciento del presupuesto se destinaba al funcionamiento. Implementamos una nueva estructura administrativa a través de un convenio con la Escuela Superior de Administración Pública, Esap. Reorganizamos la burocracia estableciendo manuales de funciones específicas, suprimimos las corbatas superfinas y redujimos los gastos de funcionamiento de 98 a 65 por ciento en un solo año. Le dimos a la planificación el lugar rector en la orientación técnica de la administración municipal”: Alfonso Vives Campo.

En ese esquema, creó la Secretaría de Participación Comunitaria, una división de sistemas, un departamento administrativo de transporte y tránsito, otro de turismo y se dictaron normas generales para la orientación y funcionamiento de la Administración Municipal. También puso en funcionamiento el Instituto de Desarrollo y Valorización, Induval, se reglamentó su funcionamiento y se amplió su objeto para darle mayor agilidad y dinámica a toda clase de obras públicas.

Con recursos del crédito y propios de la Alcaldía, con la participación de funcionarios municipales y la colaboración del Ejército y la comunidad, instaló 29.044 metros lineales de tubería de acueducto en los barrios del norte de la ciudad.

Pero las redes de aguas blancas no eran su única preocupación; también se empeñó por ampliar el sistema de alcantarillado, sobre todo en los sectores de la zona norte de Santa Marta, que para la época se mantenían en la obsolescencia que implicaba el uso de pozos sépticos.

Fue así como barrios como San Fernando, San Jorge, Pescaíto, San Martín, 20 de Julio, La Ensenada, Juan XXIII, Postobón, Almendros, Las Delicias, entre otros, conocieron las redes de acueducto y alcantarillado. Solo en materia de redes de aguas residuales se dispusieron 42.436 metros lineales de tuberías.

De común acuerdo con el Departamento, logró resolver el problema de las aguas negras en El Rodadero, mediante la financiación de una estación de bombeo.

En su afán por optimizar los recursos económicos de la Alcaldía, y así beneficiar a la mayor cantidad de barrios con el plan de acueducto y alcantarillado, Alfonso Vives Campo suscribió acuerdos con otras instituciones, según recuerda Dora Luz Campo, entonces gerente del Banco Central Hipotecario en Santa Marta, lo que hoy se conoce como la Financiera del Desarrollo Territorial, Findeter.

El convenio justamente incluía a dicha entidad, la Alcaldía de Santa Marta y el Ejército Nacional, que de forma articulada trabajaban en función de la formulación, financiamiento y ejecución de los proyectos de desarrollo de la capital del Magdalena, una perfecta unión cívico-militar-institucional.

“Con Alfonso las tres organizaciones se articularon para sacar adelante los proyectos. La Alcaldía de Alfonso Vives Campo presentó los proyectos de instalación de las redes de alcantarillado, el Banco Central Hipotecario hizo el financiamiento y el Ejército y la comunidad pusieron la fuerza de trabajo para la ejecución de las obras”: Dora Luz Campo.

Era tal el compromiso de las comunidades para que se realizaran los trabajos, que mientras los hombres apoyaban con su mano de obra, las mujeres hacían sancochos para alimentar a los trabajadores, por lo que las obras costaban un tercio de lo que habrían implicado a través de una contratación.

“Eran días de arduo trabajo en los que tanto Alfonso como yo nos íbamos de madrugada a los barrios a supervisar que todo funcionara”: Dora Luz Campo.

 Fue tal el éxito de la unión entre instituciones, que políticos de orden nacional visitaron Santa Marta para conocer el modelo, como Luis Carlos Galán, quien consideraba que el mismo debía replicarse en todo el país.

Las obras cívico-militares habían sido un esquema exitoso implementado años antes por su hermano, Edgardo Vives Campo, cuando éste había sido designado alcalde Mayor de Santa Marta, fue tan beneficioso el modelo que Alfonso Vives Campo optó por replicarlo durante su gestión.

Pavimentación de los barrios del norte de la ciudad con la colaboración de la Primera División del Ejército.
Pavimentación de los barrios del norte de la ciudad con la colaboración de la Primera División del Ejército.


Guiado por el ejemplo urbanizador de su padre, se empeñó también en la pavimentación de las vías en barrios consolidados y en expansión.

Fue así como se pavimentaron los barrios San Martín, Olaya Herrera, Pescaíto, 20 de Julio, Obrero, Betania, San Jorge, Nacho Vives, San Fernando, Alfonso López, Ensenada Juan XXIII, 17 de diciembre, María Cristina, Bastidas, Ondas del Caribe, Tayrona, Mamatoco, Once de Noviembre, La Bolivariana, Los Olivos, San Francisco,

Miraflores y Santa Mónica, para un total de 235.963 metros cuadrados de pavimento, todos con el apoyo del Ejército y la comunidad.

Ya sin la participación de la Primera División se pavimentaron los barrios Los Almendros, Goenaga, Chimila, Bastidas, San Pablo, Los Manguitos, Los Ángeles, La Tenería, Las Delicias, Libertador, la urbanización Pérez Dávila, el callejón de Los Cocos y la avenida de los Estudiantes (carrera 12), para un total de 44 kilómetros, el equivalente a pavimentar la vía desde Santa Marta hasta Puebloviejo, todo con una inversión de 2.036 millones de pesos.

Trabajos de pavimentación de vías en la urbanización Pérez Dávila.
Trabajos de pavimentación de vías en la urbanización Pérez Dávila.


También construyó la avenida Pepe Vives (carrera 16), que se perfiló como una arteria importante para la ciudad, conectando la calle Santa Rita (22), la avenida del Ferrocarril y la del Río. Se trata de una vía de dos calzadas, de dos carriles cada una, con separador intermedio, amplios andenes y áreas verdes, con una inversión de 29 millones de pesos. Carretera que sigue siendo importante para la movilidad en Santa Marta.

“Los vecinos de la época me solicitaron que esa vía se llamara Alfonso Vives Campo, sin embargo yo me negué, no solo porque me parecía inapropiado, sino porque la legislación prohibía que las obras llevaran los nombres de personas no fallecidas. Entonces la gente me pidió que se llamara Pepe Vives De Andréis, por eso le colocamos ese nombre”: Alfonso Vives Campo.

También realizó la continuación de la avenida Luis Carlos Galán, mejor conocida como Tamacá, que había sido iniciada en la gestión de su hermano, Edgardo Vives Campo, durante su segundo periodo en la Alcaldía de Santa Marta. Fue así como llevó esa vía desde la calle 22 hasta la 29. La obra de Alfonso Vives Campo incluyó la construcción del puente sobre el río Gaira.

Culminación de la avenida Luis Carlos Galán o avenida Tamacá.
Culminación de la avenida Luis Carlos Galán o avenida Tamacá.


Agilizó la construcción de la prolongación de la carrera 19, en el tramo comprendido entre la avenida del Río, pasando por el río Manzanares, la avenida del Ferrocarril y cruzando la Ciudadela 29 de Julio hasta llegar a la calle 30, a la altura del barrio El Pando, una obra conjunta entre la Alcaldía, la Gobernación y el Instituto de Crédito Territorial.

Culminación de la prolongación de la carrera 19 durante el Gobierno de Alfonso Vives Campo.
Culminación de la prolongación de la carrera 19 durante el Gobierno de Alfonso Vives Campo.


Adicionalmente pavimentó todos los alrededores del Hospital Universitario Fernando Troconis, con el objetivo de mejorar el acceso hacia un lugar tan importante como lo era el principal recinto médico del Magdalena.

Además de solucionar los problemas asociados a la falta de agua y pavimentar la mayor cantidad de vías posibles, Alfonso Vives Campo se fijó como meta poner en la palestra la recuperación del Centro Histórico de Santa Marta, que pese a ser una zona de gran valor cultural y arquitectónico para la ciudad, se encontraba en completo abandono.

Para ello, acudió a Dora Luz Campo, la entonces gerente del Banco Central Hipotecario en Santa Marta, el ente encargado de financiar los proyectos de desarrollo de la ciudad. Con su apoyo armó la primera propuesta de recuperación de la parte vieja de la capital del Magdalena, que sirvió como base para lo que años después se conoció como el Plan Centro.

El Banco Central Hipotecario avaló la propuesta y financió la visita de un equipo de expertos de la municipalidad de París (Francia) que estuvo durante cuatro meses en Santa Marta haciendo el levantamiento de los inmuebles ubicados en la zona vieja.

El estudio comprendió a todas las casas y edificaciones entre las avenidas del Fundador (carrera primera) y Campo Serrano (carrera quinta) y las calles Cangrejalito (11) y Santa Rita (22). En esa época se hizo todo el inventario de los inmuebles del Centro Histórico, así como un estudio fachada por fachada.

Toda la información quedó asentada en una propuesta que posteriormente fue entregada a Edgardo Vives Campo, cuando este asumió su tercer periodo en la Alcaldía de Santa Marta, la cual fue considerada por lo que más adelante sería el Plan Centro.

Con la mirada puesta en la parte antigua de la capital del Magdalena, aprobó un convenio con la firma Figura para el amoblamiento urbano, de manera que esa zona contara su historia a través de la señalización.  

El acuerdo incluía la financiación de las empresas para la señalización del Centro Histórico, con la que las calles de la ciudad se marcaron con sus nombres originales y avisos luminosos contaban el pasado de las edificaciones antiguas.

Amoblamiento urbano emprendido por Alfonso Vives Campo durante su gestión en la Alcaldía.
Amoblamiento urbano emprendido por Alfonso Vives Campo durante su gestión en la Alcaldía.


Siguiendo los pasos de su padre en la promoción del turismo, colocó quioscos de información y comercio en la avenida del Fundador con Santa Rita
, en donde se ubicaron a los vendedores que antes eran ambulantes.

Construyó también el parque réplica de Ciudad Pérdida, con una inversión de 10 millones de pesos, una especie de monumento que se encontraba donde actualmente está el intercambiador Sierra Nevada, en el sector La Lucha. Se trataba de una rotonda en la que los arhuacos de la Sierra Nevada construyeron un modelo a escala de la ciudad prehispánica enclavada en el macizo montañoso. Un sitio en el que propios y visitantes podían hacerse una foto o disfrutar de una bebida. Todo enmarcado en un riachuelo artificial que hacía más llamativo el paradero.

Inicio de la construcción del Parque Réplica de Ciudad Pérdida, ubicado donde actualmente se encuentra el intercambiador Sierra Nevada, en el sector La Lucha.
Inicio de la construcción del Parque Réplica de Ciudad Pérdida, ubicado donde actualmente se encuentra el intercambiador Sierra Nevada, en el sector La Lucha.


En esa misma línea de acción, con una inversión de 13 millones de pesos, construyó el Parque de las Américas, donde ubicó el monumento a José Prudencio Padilla, mejor conocido como ‘Almirante Padilla’, el militar nacido en Riohacha, La Guajira, quien participó en las guerras de independencia de Colombia y Venezuela.

Construcción del Parque de Las Américas, en la salida de Mamatoco, donde se ubicó una estatua del Almirante José Prudencio Padilla, realizada por el escultor Arturo Játiva.

Junto a la empresa privada y la Comisaría de El Rodadero ejecutó la primera etapa del proyecto Paseo Romántico en el balneario, para brindar otra opción de distracción a los visitantes. En el mismo sector turístico, se abrió el tránsito vehicular en la carrera primera, lo que permitió mayor dinamismo a esa zona. Así mismo, gestionó ante la Corporación Nacional del Turismo la consecución de los recursos para mejorar el Camellón y calles adyacentes.

Durante sus dos años de Gobierno, Alfonso Vives Campo logró la consecución y adjudicación de 15 mil líneas telefónicas, concertadas por Telecom y entregadas a Telesantamarta.

También impulsó la vivienda obrera, a través del desarrollo de planes habitacionales dirigidos a la fuerza humana de la Alcaldía, como la urbanización Jorge Leguía, construida cerca del puente El Mayor, en donde 30 casas fueron destinadas a obreros de la entidad.

Creó el Departamento de Transporte y Tránsito Municipal, DATT, con sus agentes, con el propósito de mejorar la movilidad cuando la ciudad tenía cerca de 400 mil habitantes.

Suscribió un acuerdo con el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Transporte, y la Gobernación de Magdalena para la construcción de la Central de Transportes de Santa Marta.

Construcción de la Central de Transportes de Santa Marta.
Construcción de la Central de Transportes de Santa Marta.


Preocupado por la conservación de las playas, prohibió las exportaciones de carbón a través del puerto de Santa Marta, decisión que le valió una dura confrontación con el sindicato de trabajadores portuarios de la época.

Construyó los puestos de salud de La Lucha, Corea, Martinete y Las Malvinas, con una inversión de 12 millones de pesos.

También edificó las escuelas de los barrios Pastrana, 17 de diciembre, Los Achiotes, con una inversión de 18 millones de pesos, así como la remodelación y dotación de varios colegios con un monto de 15 millones 800 mil pesos. 

En su larga lista de obras se cuentan el Puesto de Policía de Minca (cuatro millones de pesos) y el muro de contención sobre el río Gaira (cinco millones de pesos).

Con el cofinanciamiento de la Federación de Cafeteros, construyó el colegio de El Campano; rehabilitó el alcantarillado de Minca, de la Quebrada El Sol y La Tagua; dotó de redes a las veredas de Calabazo, La Estrella, Revuelta, Los Cocos, Buritaca, Don Diego, Pericoaguao; mejoró las vías de La Tagua, Aguas Lindas, Troncal – Vereda El Sol, Trigrera – Minca, La Lisa- Boquerón, Guachaca – El Encanto y Mamey – La Aguacatera; construyó aulas escolares en las poblaciones indígenas de Boinquimake, Menije, Jiva y Sabana Culebra.

En materia de seguridad, dotó a las fuerzas policiales de todos los implementos necesarios para cumplir su labor, reestructuró y fortificó el  Fondo de Vigilancia y construyó los Centros de Atención Inmediata, CAI, de San Miguel, San Jorge, Los Almendros, María Eugenia, Gaira, avenida Campo Serrano, Bavaria y de El Camellón.

En su afán por maximizar los recursos de la ciudad, solicitó a los miembros de su gabinete a ceder los gastos de consumo de gasolina, de manera que tales dineros se utilizaran para inversiones. Con dichos recursos creó una microempresa en la que se empleaban personas que se dedicaban a la fabricación de implementos de limpiezas, que eran los que se utilizaban en las oficinas municipales. Así mismo, también fabricaban los pupitres, sillas y mesas con las que posteriormente se dotaban las escuelas de la ciudad, donde para entonces los niños seguían escuchado clases sentados en ladrillos.

“Alfonso nunca fue un político, fue más bien un servidor público. Fue un extraordinario alcalde, absolutamente dedicado a buscar honestamente la mejoría de la ciudad, sin pretender algún beneficio personal, económico o político”: Dora Luz Campo.

Durante su gestión se lograron muchas obras para Santa Marta, la mayoría aún vigentes, como las líneas telefónicas, el sistema de acueducto y las vías de la ciudad. Culminó su periodo el 1 de junio de 1990, con una serie de proyectos contratados y en ejecución.

“Alfonso era primero que todo un administrador, preocupado por el orden en el presupuesto, porque no se gastara un peso más de lo debido, porque se cumplieran las normas, porque se recaudaran los impuestos. Era un gerente de la ciudad, quien, de hecho, terminó su alcaldía y nunca más incursionó en la política”: Dora Luz Campo.

De los nueve alcaldes electos por voto popular que ha tenido Santa Marta, Alfonso Vives Campo es el único quien nunca estuvo preso y terminó su periodo sin contratiempos. Durante su gestión hizo esfuerzos por un manejo transparente de las cuentas públicas y maximizar las inversiones.

Alfonso Vives Campo concluyó su último discurso como alcalde diciendo:

“No pretendemos decir que hemos hecho algo perfecto o carente de errores. Si ellos existen han sido de buena fe e involucrados en el propósito de evitar que Santa Marta se quedara sin agua; pero también debemos decirle al nuevo mandatario que lo bueno puede mejorarse y perfeccionarse pero no destruirse”: Alfonso Vives Campo.

Tras entregar el cargo, regresó a su antigua oficina en el edificio Posihueica, donde se dedicó a litigar y atender sus negocios.

En el año 2002 contrajo matrimonio con Mónica Zawady Romero, con quien procreó al último de sus hijos: David Alfonso Vives Zawady.

“Cuando estuve en la Alcaldía era muy romántico, soñador, quijotezco. Algo de eso también tenía ‘Pepe’ Vives De Andréis, quien era un Quijote con los pies en la tierra”: Alfonso Vives Campo.




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