Así recuerda a ‘Don Pepe’ su descendencia

Vida y Obra Pepe Vives de Andreis
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Su hijo menor, sus nietos y hasta uno de sus bisnietos cuentan lo que significa la figura de José Benito Vives De Andréis para ellos y su familia.

Alfonso Vives Campo, Hijo

‘Pepe’ Vives fue un soñador, visionario y emprendedor. Desde temprana edad observó el potencial de las cosas, y por sus ideas innovadoras logró transformar el futuro de una ciudad y de un departamento, provocando profundos cambios en la cultura y en la cosmovisión, a través de sus legados, que aún luego de tantas calendas hacen parte fundamental de la historia de una sociedad.

Sus obras, que se compendian en este especial, son fiel reflejo de su personalidad polifacética. No sólo incursionó en el comercio, la agricultura, la agroindustria, la industria, las finanzas, la banca, la ganadería y la construcción, sino también en el hotelería, la industria turística y en la prensa, pues a temprana edad fundó varios medios escritos que eran su tribuna, a través de la cual defendía sus ideales liberales, la democracia y los valores fundamentales que hacen viable una sociedad justa, con derechos y obligaciones.

Al contrario de lo que muchos piensan, por ignorancia o desconocimiento, egoísmo o resentimiento, o por el deporte de los inútiles de hablar mal del prójimo, ‘Pepe’ Vives no nació en cuna de oro. Nada más alejado de la realidad. Si se toman el trabajo de leer su autobiografía ‘Pepe Vives cuenta su vida’, entenderán que su fortuna no fue fruto de herencias, ni de influjo político o familiar, sino de su trabajo fecundo y de rendirle culto a la máxima bíblica de “ganarse el pan con el sudor de la frente”.

Otra faceta de su personalidad era su afición al deporte, especialmente el fútbol. Asistía religiosamente al estadio Eduardo Santos, escenario que lo sentía como propio. Los domingos también se deleitaba escuchando clásicos, no de la provincia, sino de Franz Schubert, Ludwig van Beethoven, Johann Sebastian Bach, Giuseppe Verdi, Piotr Ilich Tchaikovski, Richard Wagner y Antonio Vivaldi. Era y fue ‘Pepe’ Vives un melómano, apasionado de la música, por la que sentía una especial delectación. Y, como lector infatigable, la Biblia era su preferida, la cual guardaba como un crisol en su mesita de noche. La Divina Comedia, del poeta florentino Dante Alighieri y El Quijote, de Miguel de Cervantes, estaban entre las obras que hojeaba en su selecta biblioteca.

Devoto de sus dogmas religiosos, asistía en compañía de su esposa, Silvia Rosa Campo de Vives, a misa todos los domingos, muy a pesar de que se sentía aludido cuando el padre Rojas en su sermón hacía alusión a la frase: “Yo os aseguro, que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos”. Esas homilías generaron varios editoriales de ‘Pepe’ Vives en EL INFORMADOR, y tanto revuelo causó en la ciudad, hasta el extremo que se hizo necesaria la intervención del señor obispo de la diócesis para que sosegara los espíritus.

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Otra de su faceta: cinéfilo riguroso. Todos los fines de semana iba a las funciones del Teatro Santa Marta (una de las tantas obras que le dejó a su ciudad natal) y demás espectáculos culturales que se presentaban en ese escenario. Le extasiaban en sobremanera las películas del actor estadounidense Mickey Rooney, nombre artístico de Joe Yule Jr, reconocido actor y animador de cine, televisión y teatro, galardonado con el Oscar juvenil en 1938 y con un Oscar honorifico en 1982. El infrascrito, quien solía escoltarlo, lo recuerda como actor fascinante, ocurrente, gracioso y de una genialidad sin par, algo así como el Cantinflas norteamericano.


Alfonso González Vives, Nieto

Recuerdo a mi abuelo en la terraza de su casa, donde hoy está la sede de EL INFORMADOR. Allí solía sentarse todas las tardes a contar los carros que pasaban, era su forma de calcular qué tanto estaba creciendo la ciudad.

Los pininos de mi abuelo fueron en la masonería, sin embargo, eso cambió cuando conoció a mi abuela. Ella le pidió que se convirtiera al catolicismo, él así lo hizo y todos los domingos asistía religiosamente a misa con ella en la parroquia San José.

Él era amante del fútbol, un fanático del Unión Magdalena.

También recuerdo que mi abuelo les rendía un tributo muy especial a las personas honradas. En alguna ocasión, sentados en la puerta de la casa a eso de las 4:00 de la tarde, pasó un vecino que iba vestido con un traje blanco entero que se veía un poco maltrecho, y mi abuelo, tras saludarlo con todo el respeto, el único comentario que me hizo fue: ‘esos son los funcionarios públicos que debería tener Santa Marta’. Entonces ya se percibía que había algunos personajes siniestros en la historia de la ciudad.


‘Pepe’ Vives era un hombre muy de su casa. Siempre estaba pendiente de su hogar, de sus negocios y de la ciudad. Tenía especial devoción por la suerte de Santa Marta. Él no sólo hizo muchas cosas, sino que siempre estuvo siempre pendiente de la ciudad.

Mi padre, Alfonso González, y mi madre, Silvia Mercedes Vives Campo, salían todas las noches a recoger a mi abuelo, ya que nosotros vivíamos al lado de su casa. Luego salíamos a darle un recorrido a la ciudad, a los barrios, a ver si estaban haciendo alguna obra o alguna cosa que trajera beneficio para Santa Marta. Mi abuelo le dedicaba mucho tiempo a eso, a enterarse de qué había en la ciudad y para dónde iba.

Mi abuelo era genial. Él no aceptaba que hablaran de negocios ni de política en la casa, de eso se hablaba en la oficina. Era un hombre muy familiar.




Eduardo Vives Lacouture, Nieto

Mi papá, Eduardo A. Vives Campo, falleció en el año 1978, a la edad de 36 años, en un penoso y doloroso accidente de tránsito. Yo nací en 1969, contaba con nueve años. Mi abuelo murió en 1984, cuando yo frisaba los 15 años, por lo que las evocaciones sobre él son muy vagas.

Recuerdo que sus nietos le decíamos ‘abuelo pastillas’, por su costumbre de cargar en el bolsillo derecho del saco unas pastas de cebada que masticaba como reconstituyente y que repartía como golosinas a sus nietos cuando llegaban a visitarlo.

Él y ‘Tita’, como llamábamos cariñosamente a mi abuela, acostumbraban a salir a pasear, tipo 5:00 o 5:30 de la tarde los sábados y domingos, en un vehículo Ford color azul claro, conducido por ‘El Mono Montaño’, hombre de confianza y muy apreciado por la familia. ¡Que inolvidable tiempo ido en que las familias salían a recorrer las calles y las principales avenidas de la señorial y pequeña!



Santiago Vives Prieto, Nieto

Recuerdo que siempre veía a mi abuelo en la terraza, sentado en el mecedor con sus hijos y sus nietos.

Uno de los aspectos de su vida que me llaman la atención es cómo tuvo el valor de irse a vivir a Estados Unidos, donde logró ganar experiencia en el trabajo y a hablar muy bien el idioma inglés, eso le serviría más adelante para hacer negocios con los directivos de la United Fruit Company. Fue precisamente esa osadía la que le sirvió para llegar a hacer lo que hizo.


Él era un emprendedor, arriesgado y hábil, por eso logró abrir tantos negocios, crecer e incluso aprovechar las coyunturas que se presentaban en esa época. Por eso hoy están visibles sus obras como gobernador y como empresario.



Jaime Gregorio Vives Pinedo, Nieto

Yo era un niño cuando mi abuelo ‘Pepe’ falleció, pero recuerdo verlo siempre, a su avanzada edad, leyendo a través de una lupa. Hoy cuando recuerdo eso, siento que me mostraba creatividad orientada a la importancia de adquirir conocimientos, para así desarrollar transformación.

También lo escuché varias veces expresar consideración por los seres humanos, con el tiempo entendí esa gran enseñanza, que no es nada distinto a que el ser prima sobre el hacer.

Mi abuelo fue un hombre ejemplar, dotado de muchas virtudes, entre las cuales podríamos destacar: amor, confianza, creatividad, respeto, valentía y humildad.

El amor hacia nuestra tierra, su visión de desarrollo, la vocación social y el respeto hacia los demás fueron algunas de sus tantas enseñanzas. Fue un hombre que logró enseñar el éxito en la vida a través de las virtudes.


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Marcela Vives Gutiérrez, Nieta

Mi abuelo era una persona muy cariñosa, nos consentía mucho y valoraba la unión familiar. Quería que siempre estuviéramos unidos, le encantaba que comiéramos juntos.

Para él lo principal era su familia, quizás por eso pensó en una casa tan grande, la que hoy es la sede de EL INFORMADOR, ahí vivíamos con él algunos de sus hijos y sus nietos.


Recuerdo mucho cuando sus nietos que vivíamos con él hacíamos diariamente una fila para que nos diera el dinero para el colegio. Él era el responsable de la merienda. Siempre tenía una faja de billetes de un peso y nos daba uno a cada nieto.

También era una persona muy social, en la casa siempre recibía a presidentes o a diferentes personalidades.

Él era una persona súper inteligente, de hecho, lo que logró no lo ha logrado nadie aquí en Santa Marta. Era una persona con visión, emprendedora en todos los campos.



Margarita Vives Lacouture, Nieta

Quedan cortas las palabras para expresar los sentimientos hacia José Benito Vives De Andréis (q.e.p.d.). El abuelo cariñoso, afable, cuya cara se iluminaba de solo ver su numerosa familia; el ‘abuelo pastilla’ que nos daba vitaminas bajo la apariencia de dulce; el abuelo al que todos los nietos le guardábamos el puesto para la misa dominguera de la Iglesia de San José y a la que llegaba en compañía del amor de toda su vida, nuestra abuela Silvia Rosa Campo de Vives (q.e.p.d.), transmitiéndonos así los valores que debe tener una familia católica en comunión con Dios, llena de fortaleza por la unión que a todos nos inspiraba.

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Ese amor por su esposa, hijos, nietos y bisnietos fue más allá y lo depositó también en su terruño, con su trabajo sembrando las semillas de empresas que hoy perduran para bienestar de todos los magdalenenses, entre ellas el periódico EL INFORMADOR. Su vida llena de facetas siempre la puso al servicio de los demás, como se ha demostrado con las numerosas obras que realizó en su actividad política cuando se desempeñó como alcalde, gobernador y senador de la República entre otros.

Hoy su nombre y su legado nos llenan de inspiración como un modelo a seguir, no sólo para su familia, sino para todos los que tengamos sentido de pertenencia hacia Santa Marta y el departamento del Magdalena.


Luis Eduardo Vives González, Bisnieto

‘Pepe’ Vives De Andréis lo invita a uno a prepararse, a salir adelante, a trabajar día a día y a esforzarse por lograr los retos.

Él nos los mostró con su ejemplo de vida. Cuando se propuso el reto de ir a estudiar al exterior lo logró, y cuando regresó todo lo que se propuso lo fue cumpliendo.

Es un ejemplo no sólo para la familia, sino para todos los habitantes de la ciudad y el departamento, porque demostró que cuando uno se propone las cosas, con la ayuda de Dios todo sale bien.

Sus obras lo ponen a pensar a uno en grandes cosas, en temas que van más allá de la solución de vías, de clínicas, de colegios, sino también en iniciativas para el esparcimiento, de sitios de encuentro para los ciudadanos, de charlas sobre la ciudad, de temas culturales. Él fue un visionario, una persona que lo puso a uno a pensar y a ponerse grandes retos.