La vida silvestre en Colombia se enfrenta a flagelos como los delitos ambientales que, durante muchos años, han aportado a la disminución de especies y el desgaste del entorno en el que los animales habitan de forma libre, creando así un desequilibrio ambiental que amenaza con la extinción de algunos.
Por Adriana M. Cuao Guillen
Redacción EL INFORMADOR
En el 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 3 de marzo como el Día Mundial de la Vida Silvestres, como una fecha destinada a crear conciencia y visibilizar las amenazas que diariamente enfrentan las especies pertenecientes a este grupo de animales, cuyo hábitat ha venido presentando situaciones importantes de deterioro por la intervención del hombre.
De acuerdo con la ONU, el tráfico de especies en peligro de extinción y la caza furtiva son las problemáticas de mayor preocupación hoy en día, sumado a los ineludibles e irreversibles cambios climáticos.
En este 2020, la bandera de la organización es “Garantizar el sosteniendo de la vida en la Tierra”, destinado a enaltecer la importancia de todos los animales que habitan los distintos entornos y, de esta manera, impulsar la recuperación de los mismos. “Este año proporciona una oportunidad única de aportar progresos transformadores en pro de la conservación y del uso sostenible de las especies de fauna y flora silvestres en respuesta a los desafíos mundiales de desarrollo sostenible que pueden abordarse mejor con soluciones basadas en la naturaleza”, se lee en el documento emitido por la ONU por la fecha conmemorativa.
El peligro de la urbanización
Según explica el biólogo Francisco Correa, en Santa Marta, más específicamente en el sector de Minca, se han visto una afectación en el entorno ambiental, debido a que las características turísticas de esa zona han provocado un crecimiento urbano, muchas veces descontrolado, que ha terminado invadiendo el espacio que, naturalmente, debería pertenecer a los animales.
“Hay diferentes tipos de afectaciones, dependiendo el ambiente y en relación a la actividad turística o agrícola. En Minca, una de las cosas que más ha afectado es el ruido, por el ejemplo los equipos en alto volumen, que ahuyentan a las aves”, explica Correa, agregando que cada vez es más difícil ver ciertos tipos de pájaros por los sonidos ajenos al ambiente y la presencia de personas que invaden el hábitat sin ninguna precaución.
Así mismo, manifiesta que las construcciones están reduciendo considerablemente el medio en el que se desarrollan, lo que hace que las aves dejen de recorrer los lugares que no generan tranquilidad ni propician los medios para su reproducción.
Lo más grave, de acuerdo a su explicación, es que estas afectaciones producidas aquí afectan directamente a la especie en el resto del mundo porque en esta localidad se reciben pájaros provenientes de otros países, que al encontrarse con estas problemáticas ambientales no pueden seguir reproduciéndose.
“Las aves migratorias que mueren acá también impactan a nivel mundial, porque hasta acá llegan desde Estados Unidos, México, Canadá, de las islas, y cualquier daño es mucho mayor que lo que se alcanza a notar a nivel local”, sostuvo.
Por otro lado, la creciente necesidad del ser humano por usar agua y el hecho de que cada vez desechan mayores cantidades de la misma en forma de aguas residuales provenientes de casas y hoteles instalados en esta parte del territorio. Los ríos se están secando y los desechos que en él se depositan están alterando también la vida marina.
“Lo peor es que muchas construcciones no tienen licencia y construyen en cualquier sitio sin alcantarillado, entonces muchas de esas aguas servidas terminan total o parcialmente el río”, afirma el biólogo.
De igual manera, mencionó el hecho de que en el 2012 en la parte alta de Minca fue registrada la presencia del ratón espinoso, un animal que se creía extinto, pero que hizo su reaparición en las áreas naturales del lugar, convirtiéndolo en su hogar. Sin embargo, la introducción de especies ajenas a este ecosistema, como perros y gatos que viven en estado salvaje y que se alimentan de los animales más vulnerables, ha logrado disminuir su presencia hasta el punto actual, en el que es muy difícil encontrarlas expuestas.
En conclusión, la urbanización de los sectores naturales impacta, principalmente, en el deterioro del hábitat de las especies por la reducción del espacio, la distorsión de los ciclos vitales por razones humanas y la escasez de fuentes hídricas.
Por lo anterior se hace sumamente necesaria la presencia de autoridades que ayuden a controlar las acciones deliberadas que se realizan en estos espacios, que deberían estar destinados a la vida silvestre o al turismo sostenible, de esta manera podrían iniciarse acciones que garanticen el cuidado animal y vegetal para prolongar su existencia y disminuir los niveles de amenazas naturales.
“Las aves migratorias que mueren acá también impactan a nivel mundial, porque hasta acá llegan desde Estados Unidos, México, Canadá, de las islas, y cualquier daño es mucho mayor que lo que se alcanza a notar a nivel local”.
Según el Ministerio de Ambiente, en Colombia las especies silvestres más traficadas son las aves, los reptiles y mamíferos como el canario costeño, la tortuga morrocoy y el armadillo.
