La manzana de la discordia o el Juicio de Paris

Afrodita a medio vestir toma de manos de Paris la Manzana de la Discordia en un cuadro de François Xavier Fabre.

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Estos acontecimientos se desarrollaron antes de los eventos narrados en la Ilíada y nos cuentan algo que sucedió durante la boda de Peleo con Tetis.

Peleo fue el padre de Aquiles y Tetis era una nereida, especie de hada entre los clásicos.

Autor: Franck Fernández
Traductor, intérprete, filólogo
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Todos hemos escuchado hablar de la Manzana de la Discordia, algunos creen que se refiere a la fruta prohibida del Edén. Nada que ver.

Debemos buscar el origen de esta expresión en la mitología griega, tan rica en hermosas leyendas con las que griegos y romanos trataban de explicar el mundo que los rodeaba.

Estos acontecimientos se desarrollaron antes de los eventos narrados en la Ilíada y nos cuentan algo que sucedió durante la boda de Peleo con Tetis. Peleo fue el padre de Aquiles y Tetis era una nereida, especie de hada entre los clásicos.

A esta emblemática boda fueron invitados todos los dioses del panteón helénico pero olvidaron mandarle invitación a Eris, Diosa de la Discordia. Eris, dolida por el olvido, se presentó en la boda y sobre la mesa arrojó una manzana de oro con la leyenda “Para la más hermosa entre las presentes”.

Tres diosas se disputaron la manzana, cada una de ellas pretendía ser la más hermosa, a saber: Hera, la propia esposa del Dios supremo, Zeus; Atenea, Diosa de la sabiduría, la guerra, las artes, y Afrodita, Diosa de la belleza, el amor y el deseo.

La confusión fue enorme y Zeus pidió que Paris, humano e hijo de Príamo, rey de Troya, decidiera a quién entregarla. Hermes, el mensajero de los dioses, fue encargado de buscar a tan humano juez para decidir cuál de las tres diosas era la más hermosa, como había ordenado Zeus.
Paris muestra en su mano izquierda a las tres diosas la Manzana de la Discordia. Hermes detrás de Paris Hermes. Cuadro de Wagrez Jacques Clément de 1830.
Paris muestra en su mano izquierda a las tres diosas la Manzana de la Discordia. Hermes detrás de Paris Hermes. Cuadro de Wagrez Jacques Clément de 1830.

Obvio que cada diosa quiso obtener el favor de Paris y, a prenda de soborno, cada una de ella ofreció lo que correspondía a su esfera. Hera le ofreció todo el poder que pudiera desear, incluso el título de Emperador de Asia. Atenea le ofreció toda la sabiduría del mundo y ser ganador en todas las guerras en las que participara. Afrodita le ofreció el amor de la mujer más hermosa del mundo.

La decisión de Paris tuvo graves consecuencias para su pueblo. La manzana se la entregó a Afrodita quien le concedió el amor de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, a quién raptó y se llevó consigo a Troya.

A partir de ese momento Homero nos narra en su Ilíada cómo las ciudades estado griegas se aliaron bajo la dirección de Agamenón para conquistar Troya y lavar con sangre la afrenta de Paris. El sitio duró 10 años y terminó con la famosa estrategia de los griegos de aparentar abandonar el sitio de la ciudad y dejar como regalo a la valentía de los troyanos un inmenso caballo de madera que pasó a la historia con el nombre de Caballo de Troya. En su interior se había escondido el ejército griego.
Paris cuando conoció a Helena.  Homero nos narra en su Ilíada cómo las ciudades estado griegas se aliaron bajo la dirección de Agamenón para conquistar Troya y lavar con sangre la afrenta de Paris.
Paris cuando conoció a Helena. Homero nos narra en su Ilíada cómo las ciudades estado griegas se aliaron bajo la dirección de Agamenón para conquistar Troya y lavar con sangre la afrenta de Paris.

Los troyanos, al ver libre de griegos las afueras de su ciudad y solo un enorme caballo de madera, lo entraron en la ciudad. La celebración fue grande, intervino el alcohol y cuando todos los troyanos dormían después de la gran fiesta, los griegos salieron de las entrañas del caballo y pasaron a sangre y fuego la ciudad. Menelao, al ver nuevamente a su hermosa esposa, le perdonó su traición y se la llevó consigo de vuelta a Esparta.

La decisión de Paris tuvo graves consecuencias para su pueblo. La manzana se la entregó a Afrodita quien le concedió el amor de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, a quién raptó y se llevó consigo a Troya.


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