Para las elecciones de 1990 se presentaron 52 candidatos evangélicos al Congreso frente a los seis de 1985. De ellos, 50 se postularon por Cambio 90.
Lima (EFE).- Desde el brasileño Jair Bolsonaro al venezolano Nicolás Maduro, los políticos latinoamericanos de todo el espectro han continuado la ruta abierta por Alberto Fujimori, que, en 1990, consiguió seducir el voto evangélico y servirse de sus redes, tendidas a través de iglesias por todo Perú, para expandir su palabra y derrotar en las urnas a los principales partidos de su país.
El expresidente peruano (1990-2000), que gobernó con mano de hierro su país durante una década y falleció este miércoles a los 86 años, se enfrentaba a un reto enorme: un rector universitario prácticamente desconocido debía superar a uno de los grandes nombres del Boom latinoamericano.
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Mario Vargas Llosa contaba con el respaldo de los históricos partidos Acción Popular y Partido Popular Cristiano, además de su Movimiento Libertad, coaligados en el Frente Democrático (Fredemo).
En cambio, el ingeniero Fujimori era apenas conocido por un pequeño programa en el canal estatal, pero supo adelantarse a su tiempo para saber encontrar en los rebaños evangélicos la mejor forma de crecer y darse a conocer.
“Perú era una sociedad destrozada por la gran crisis económica y habían proliferado las iglesias evangélicas por el rigorismo moral, por la búsqueda de una explicación ante esa desesperación”, explica a EFE Joan Lara Amat y León, catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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En ese contexto, Fujimori funda el movimiento Cambio 90, “una agrupación que no tiene partido”, por lo que la forma de llegar “a la mayor parte de la población es mediante estructuras ya existentes, que son los movimientos evangelistas, pequeñas iglesias de base irradiadas por todo el país, que podían aportarles lo que antiguamente hubiese sido una estructura de partidos con sus sedes”.