Reducida a basurero y a sitio predilecto para drogadictos quedó la iglesia del corregimiento de Palmira en el municipio de Puebloviejo, Magdalena, por la negligencia de las últimas cuatro administraciones, dijeron sus habitantes.
Por Mauris González Fajardo
Fotos Anuar María
Cualquier parecido del actual estado de la iglesia del corregimiento de Palmira en Puebloviejo, con la forma en la que quedó años atrás la de Bojayá, no es más que mera coincidencia.
Mientras que la del departamento del Chocó quedó reducida prácticamente a cenizas por el ataque de la guerrilla de las Farc el 2 de mayo de 2002, la del Magdalena se destruyó y no fue precisamente por los morteros o cilindros bombas, sino por lo que sus habitantes califican como algo peor, la indolencia y el abandono por parte del gobierno municipal, departamental y nacional.
Llegar a esa localidad enclavada a la orilla de la Ciénaga Grande de Santa Marta es evidenciar la pobreza absoluta que padece un número importante de sus pobladores, pero adentrarse en ella es palpar de cerca que la negligencia gubernamental no solo es contra ellos, sino que se lleva por delante hasta los templos sagrados.
Está que se cae
Para la muestra un botón. La iglesia que por muchos años sirvió como sitio de adoración al Todopoderoso y de refugio espiritual para sus feligreses, se destruyó poco a poco bajo la mirada impotente de los palmireños, y ahora sirve como escondite para delincuentes y drogadictos, y para colmo de males, la estructura se ha convertido en un verdadero peligro para los habitantes de sus alrededores. En cualquier momento se puede venir al piso y de no tomarse los correctivos necesarios, ocasionaría una tragedia.
Pasan alcaldes
Según sus habitantes, solo bastaron 18 años, para que este templo sagrado quedara en ruinas, es decir casi cuatro administraciones, sin que ninguna volteara la mirada para por lo menos, evita que se convirtiera en lo que es hoy, un monumento a la desidia y al olvido.
“Nos cansamos de buscar ayuda de los gobiernos pasados pero a estos no es interesó meterle la mano para rescatar la iglesia, seguro que era mucha plata que había que invertir”, dijo Carlos Herrera, en medio da impotencia.
Entre tanto, Héctor Retamoso, integrantes de la que en un tiempo fue la Junta Parroquial aseguró que, algunos de los elementos están guardados en una improvisada bodega para evitar su deterioro.
Señaló además que se les ha hecho llamado a los representantes de la iglesia pero hasta la presente no han obtenido respuestas.
Les falta de todo
Los pobladores de esta abandonada localidad han aprendido a convivir sin el suministro de agua potable, deficiente servicio de energía eléctrica, falta de alcantarillado, poca oportunidad de empleo, y como ‘ñapa’ sin dónde arrodillarse para pedirle y suplicarle al Altísimo que los ilumine y puedan lograr tocar el corazón de un alma caritativa que permita, sin bien es cierto de no poder recuperar su parroquia, lograr la construcción de otra.
Si el alcalde saliente, Wilfrido Ayala no le dio importancia a las súplicas de los palmireños, solo esperan que el mandatario entrante, Fabián Obispo, se ponga la mano el corazón y le permita a estas personas tener un sitio digno para invocar a Dios, tal y como seguramente él lo hizo para salir elegido.