Esta situación se ha estado presentado en la ciudad de manera reiterativa sin intervención pertinente de las autoridades ambientales.
Lo que antes era un orgullo para los samarios, hoy es la evidencia latente de un grave problema social y de la falta de controles por parte de las autoridades competentes.
Hace apenas una semana, dimos cuenta de la forma abierta y descarada con la que los invasores de tierra se adueñan de los cerros de la ciudad, ante la mirada de las autoridades que no lo impiden.
El sistema inicia talando una gran cantidad de árboles, los necesarios para levantar una vivienda y el segundo paso es la quema del suelo condenándolo a la infertilidad.
El cinturón de miseria que adorna los cerros da cuenta de un grave problema social que avanza a pasos agigantados desde hace unos años y que cobra celeridad en esta época de pandemia; la ausencia de programas sociales, la falta de políticas que impliquen mejoramiento de las niveles de vida de los habitantes de la Perla de América y sobre todo la falta de autoridad están llevando a la ciudad al caos total.
El daño ambiental es inconmensurable: cientos de especies taladas y de animales quemados y desalojados de su hábitat natural sumado a la infertilidad del suelo arrasado por las llamas. ¿Lo peor? La indolencia de las autoridades que no detienen el crimen ambiental. ¿Hasta cuándo?
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