Como cambian los tiempos

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Escrito por:

Alberto Camilo Blanco Jiménez

Alberto Camilo Blanco Jiménez

Columna: Al blanco con blanco 

e-mail: albertocamiloblanco@gmail.com


En el mes de noviembre del año pasado, la noticia deportiva más importante en la ciudad era el regreso del Unión Magdalena a la élite del profesionalismo colombiano sin lugar a dudas, luego de permanecer 13 largos y angustiantes años en la categoría “B”.
Por tal razón, en los distintos círculos sociales de Santa Marta el tema de conversación que estaba a la `orden del día, era el ascenso a la “A”, teniendo en cuenta que ese notable acontecimiento, se constituía en una resurrección del equipo Samario, de tal suerte que se vivía por toda Santa Marta, una desbordante alegría por volver a la máxima categoría. Ese significativo triunfo, aparte de enaltecer a los fieles aficionados, provocó la “Unión manía”, la cual empezó a crecer como lo hacen las sombras cuando se oculta el sol, en la mente y los corazones de muchos seguidores a quienes las llama de la pasión se les había apagado por tantas frustraciones experimentadas en los pedregosos caminos de la siempre aplazada operación retorno.

Fue en definitiva un suceso inolvidable en el estadio “Sierra Nevada”, por el entusiasmo colosal que despertó en los eternos fanáticos del equipo de nuestra tierra.
Contrariamente este noviembre, es un mes de mucha tristeza y decepción de la afición Samaria, por el descenso del equipo “Bananero”. Especialmente por lo ocurrido en el segundo semestre, cuando se vino a menos en el nivel competitivo el equipo. Recordemos que en el primer campeonato Unión hizo 30 puntos y ocupó la posición No. 8, que le valió para clasificar a los cuadrangulares. Es necesario decir, que en esta instancia hizo un “Papelón”. Por este pésimo desempeño en los cuadrangulares fue despedido el entrenador Harold Rivera. Se le debió darle una segunda oportunidad, sobre todo cuando los directivos no tenían a la vista un reemplazante que conociera el equipo y que tuviera vigencia en el rentado nacional.

Contrataron al entrenador Pedro Sarmiento, para el segundo campeonato y en 11 juegos consiguió 8 puntos, que dejaron mal ubicado al equipo en la tabla el promedio del descenso, debido a que con el estratega antioqueño perdió poder ofensivo y de contera se agravó el sistema defensivo. Aparte de los refuerzos que fueron un simple canto a la bandera azul y roja. Entonces se extravió la memoria futbolística presentada en los 20 primeros juegos del apertura. Después Carlos Silva, en 9 partidos restantes a pesar de la mejoría en el desempeño deportivo, no pudo evitar la hundida del cuadro “Bananero”. El balance de la liga águila II, es a todas luces nefasta, debido a que, en 20 juegos, de los cuales Sarmiento dirigió 11 y Silva 9, ocupó el último lugar con 14 puntos. Estas cifras lo llevaron inevitablemente al descenso.

Como cambian los tiempos, aquel noviembre del año pasado todo era luces, cámaras, acción, de esa película del ascenso. Este mes, paradójicamente, en la oscuridad de este noviembre aciago, estamos a la vera del camino, sin luces, sin cámaras y sin acción. En ese desolador ambiente, escuchamos la entrevista que le hicieran José Scopetta y Milton Infante Olago, al mayor accionista del Unión Eduardo Dávila, en una especie de palabras pendientes, entregó de acuerdo a su criterio, las razones del descenso y también esbozó tangencialmente el plan 2020. Hay que buscar el apoyo del Gobernador electo Carlos Caicedo Omar y de Tete Samper en Ciénaga y de empresas patrocinadoras, pero aparte de esos soportes políticos y comerciales, también y quizás es la tarea más trascendental, es darle unos lineamientos administrativos que le generen eficacia empresarial al equipo Samario. Podrán traer un entrenador de élite, así mismo, jugadores de alto nivel, pero si continúa el ineficaz modelo gerencial, el futuro del equipo Samario en la “B”, es incierto. Ahí está la gran debilidad del Club.