Realidades actuales sobre la participación democrática

Columnas de Opinión
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Escrito por:

César Serpa Vega

César Serpa Vega

Columna: Opinión

e-mail: cesarserpavega@yahoo.com



La Democracia es el sistema de organización política que nos rige actualmente y a pesar que es imperfecta, por ahora no existe otra forma de organización más efectiva para tramitar nuestras demandas, necesidades y conflictos de forma pacífica y civilizada.

Las imperfecciones de la democracia podrían comenzar desde su estructura ó diseño, en donde podemos encontrar problemas tan complejos como la escogencia de la mejor forma de representación de los intereses individuales y colectivos, lo cual se hace hoy en día fundamentalmente por la vía de la representación directa (participación ó consulta de las cuestiones públicas a los ciudadanos directamente) ó la indirecta (delegación ó escogencia de unos representantes de los diferentes sectores sociales).

Como hemos constatado de forma real, por medio de los análisis y resultados cotidianos, existe un dilema entre la democracia básica, formal, ideal, clásica ó teórica y la democracia real y pragmática. Un ejemplo de ésta discusión lo simplificaba la concepción clásica de Aristóteles, que consideraba la existencia de la democracia sólo cuando los hombres pobres y mayoritarios se encargaban de los asuntos públicos; mientras que cuando los ricos y minoritarios lo hacían lo catalogaba como oligarquía, tal y como lo define textualmente dicha palabra.

Es decir, para algunos autores, el concepto de democracia clásica se reduce a una lucha de clases, y para otros como Norberto Bobbio por ejemplo, se condensa en la regla de la mayoría simple, lo cual en el fondo no es tan sencillo, ya que las decisiones tomadas por esa mayoría simple requieren de una legitimidad que sólo puede darle un actor dominante y autorizado por el colectivo social o la llamada "sociedad civil", en porción mayoritaria, por supuesto.

Es en este aspecto en donde se complica la cuestión democrática, ya que éste actor dominante facultado por las mayorías, tiende a privilegiar sus intereses y decisiones, tal y como lo vemos a diario en nuestro país.

Los sectores representativos (Congresistas, Gobernadores, Alcaldes, Concejales, etc.) terminan imponiendo sus intereses económicos y políticos, ó la de los sectores que los eligieron y que representan, en detrimento y perjuicio de las demandas del resto de la sociedad y que en últimas son la mayoría de la población. Lo peor de ésta situación es que los sectores representativos y por esencia dominantes, aprovechan el diseño del sistema democrático usando a la participación ciudadana y colectiva, como instrumento para legitimar sus decisiones.

Es decir, ó poniéndolo en términos más sencillos, el sistema democrático actual es perverso en el sentido que irónicamente fomenta la participación libre y masiva, pero a la vez le da legalidad a las decisiones que sólo pueden ser tomadas por un sector autorizado y por ende dominante de la sociedad. Un círculo vicioso en términos prácticos y reales. Ahí bien demostrado el dilema entre la democracia formal y la real.

Como bien sabemos por múltiples casos, todos los extremos son considerados negativos, por lo que la concepción simplista y clásica de democracia también tiende a ser extremista en el sentido de privilegiar las decisiones de la mayoría (lo que autores como Alejo Vargas y otros coinciden en llamar "dictadura de las mayorías"), en detrimento de las minorías políticas y sociales; ocasionando exclusión y resentimiento, es decir, propiciando los problemas que supuestamente debería combatir.

En éste sentido y con aras de establecer equilibrio conceptual, también tenemos que considerar el otro extremo de la balanza: el de las minorías absolutas, que también podríamos llamar "dictadura de las minorías" -siguiendo el mismo hilo teórico-, ó lo que autores como Robert Dahl y James Petras llamaron "democracia madisoniana" ó "principio totalitario del unanimismo" respectivamente, que en últimas también es un extremismo negativo ya que si se llegase a permitir que todas las minorías impongan sus intereses, seguramente se colapsaría el sistema democrático.

De forma imparcial ó más neutral el autor Alain Touraine resume el concepto de democracia como "el régimen donde la mayoría reconoce los derechos de las minorías, porque ella acepta que la mayoría de hoy puede transformarse en minoría mañana", lo cual garantiza que la participación de cada sector debe ser equitativa; ésto podría complementarse convenientemente con la concepción de Pierre de Rosanvallon sobre el llamado "consenso democrático", el cual expresa que la democracia depende de "una mayoría y una oposición que se respeten mutuamente deben hacerse frente y de que puedan alternarse en el poder", algo muy pertinente en estos tiempos de "reeleccionitis aguda".

Finalmente podemos resumir aterrizando en nuestro contexto, que la sociedad Colombiana siempre ha buscado ampliar sus espacios de participación, por lo que este tema ha sido un imperativo al momento de reformas constitucionales, inclusive, fue uno de los pilares de la nueva Constitución Política promulgada en 1991.

La constante exclusión en todos los aspectos (sociales, económicos y políticos), ha llevado a la búsqueda de la reivindicación de los derechos de las mayorías, los cuales se han ido organizando poco a poco en colectivos políticos que representan sus intereses. Hay que resaltar que constantemente surge el riesgo de retroceso ó involución del proceso participativo, por parte de élites indolentes que ven amenazados sus privilegios por cuenta de los nuevos mecanismos de participación que se han creado, esto fue magistralmente ejemplificado por el historiador Colombiano Fabio Zambrano, el cual llamó ese proceso retardatario como "miedo al pueblo".