Pese a los acordes del réquiem de Mozart y un famoso vallenato, que inundaron ayer la catedral primada de Bogotá, el homenaje a la memoria de Gabriel García Márquez, quien escribió con letras de oro el nombre de Colombia en el mundo, estuvo indiferente para los capitalinos. Por momentos hubo más periodistas, vendedores ambulantes y extranjeros que ciudadanos pendientes de la ceremonia religiosa que se realizó a puerta cerrada en la Catedral Primada y a la que solo pudieron asistir amigos y familiares del Nobel y personalidades del Gobierno. Los asistentes manifestaron su inconformismo por las exageradas medidas de seguridad, la falta de divulgación del homenaje y la poca inclusión de la ciudadanía.
Pese a los acordes del réquiem de Mozart y un famoso vallenato, que inundaron ayer la catedral primada de Bogotá, el homenaje a la memoria de Gabriel García Márquez, quien escribió con letras de oro el nombre de Colombia en el mundo, estuvo indiferente para los capitalinos. Por momentos hubo más periodistas, vendedores ambulantes y extranjeros que ciudadanos pendientes de la ceremonia religiosa que se realizó a puerta cerrada en la Catedral Primada y a la que solo pudieron asistir amigos y familiares del Nobel y personalidades del Gobierno. Los asistentes manifestaron su inconformismo por las exageradas medidas de seguridad, la falta de divulgación del homenaje y la poca inclusión de la ciudadanía.