"García Márquez vive entre nosotros y en las generaciones futuras. Descanse en paz", dijo el presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien hizo una semblanza del Nobel colombiano.
En su intervención, Peña Nieto contó que el escritor concibió el inicio de "Cien años de soledad", cuando estaba en Acapulco con su familia y que estaba orgulloso que hubiera escrito su obra cumbre en la Ciudad de México.
El homenaje tuvo como marco central musical a una banda de vallenato encargada de tocar las canciones favoritas del escritor, entre ellas "Macondo". Además un cuarteto de cuerdas encargado de interpretar temas de música clásica. En la Sala Principal había una alfombra roja de 18 metros de largo que culminaba junto a la urna. Y frente a ella, un retrato de García Márquez en blanco y negro, de 5 metros x 5 metros, acompañado de una frase suya: "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla".
Peña Nieto destacó que García Márquez "es el más grande novelista de todos los tiempos. Ha sido equiparado con Cervantes, creador de la novela moderna" explicó el mexicano. "La gente conoció nuestra América a través de sus libros. Quería un libro que hiciera más feliz a la gente, concluyó ante la urna con los restos del Nobel. Nada más terminar de hablar comenzaron a llover pétalos amarillos sobre el recinto mientras los lectores no dejaban de pasar. Incluso hubo que ampliar el horario previsto, tres horas más, ante la avalancha de admiradores.
La viuda del Nobel de Literartura, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, Gonzalo y Rodrigo, mantuvieron la serenidad en esta ceremonia fúnebre, que se inició hacia las 4:15 de la tarde. Las cenizas de Gabo se quedarán en México junto a su familia, en su casa de Pedregal, donde vivió por más de 50 años.