El cielo y Aracataca lloraron a 'Gabo'

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Nada más mágico que la lluvia cayendo sobre Aracataca, durante la despedida simbólica que su pueblo natal le hizo a Gabriel García Márquez, su hijo más ilustre, podría recrear el sentimiento de dolor que albergaban los cataqueros al decirle adiós a quien inmortalizó a esta tierra llamada Macondo.
Tras una larga sequía de seis meses en el pueblo del Nobel y de municipio aledaños, ayer, minutos antes de que habitantes cumplieran con el homenaje que se merecía 'Gabo', el cielo 'rompió en llanto'.
Las gotas y los fuertes vientos, que con el paso se los minutos coparon los espacios de la localidad, fueron los responsables de un prolongado silencio en Aracataca y Fundación en memoria del escritor: el fluido eléctrico se había ido.
Contra todo pronóstico, el inclemente tiempo no 'desvistió' a la 'Cataca' que se engalanó de flores y mariposas amarillas, para recrear el fantástico mundo que cautivó a la literatura universal, pero que ayer solo quería despedir García Márquez como solo sus paisanos lo podían hacer.
El panorama 'macondiano' en el sepelio simbólico a 'Gabo' lo constituyeron las señoras con sus mejores trajes, los vendedores ambulantes que hicieron su agosto al comercializar todo tipo de suvenires con la imagen del hijo ilustre, tomada durante alguna reunión o actividad de la que participó.
Como una madre orgullosa, comerciantes de distintas zonas de la región Caribe, se colaron en medio del sepelio para sacarle algo de provecho a todo en cuando lograron estampar el rostro o la caricatura del homenajeado.
La magnitud de lo que García Márquez representaba para este pequeño pueblo, se dimensionó en las lágrimas de las mujeres, los cánticos de los acordeones y las múltiples anécdotas que morían por contar a los numerosos reporteros que inundaron la plaza y las cercanías de la casa museo.
El homenaje contó con un acto en el que se entonaron los vallenatos que sus amigos creían que más le habían gustado, un desfile por los sitios emblemáticos y una misa en la que se dispuso una urna adornada con mariposas amarillas, para depositar los mensajes de adiós a un hombre que sin investigarlo mucho es evidente que enorgulleció esta tierra.
La 'caravana' la conformaron, cataqueros, medios de comunicación, magdalenenses y todos aquellos que viajaron desde diferentes rincones del País que demostraron el valor del legado cultural que deja 'Gabo' a su tierra y el mundo. Los asistentes comparaban este día con un resumen de 'Isabel vio llorar en Macondo', los más sensibles con 'El amor en los tiempos del cólera' y la mayoría sólo con 'Cien años de soledad'
Ya sea por no haberlo conocido, por no tenerlo ahí para darle el último adiós o por un simple sentimiento de nostalgia, la tristeza se palpaba en el ambiente. La admiración a el hijo del telegrafista va más allá de simplemente su obra de literaria: es un cataquero que triunfó pese a las adversidades como lo han hecho muchos más y desean hacerlo otros.
Pero la vida en Arcataca sigue siendo difícil, ayer se le dijo adiós a 'Gabo' pero no a 'Macondo' no sólo porque esté inmortalizado en libros sino porque no hay condiciones para que la vida sea más fácil de lo que se relata en 'Vivir para contarla'. La esperanza de los 'cataqueros' no es que nazca otro genio sino que a pesar de la muerte de 'Gabo' ellos sigan siendo visibles.